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Por J. P. Enrique
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Culpables por no lograr rebajar la factura de la luz

    La mujer es esa familia es la que lleva las cuentas de ingresos y gastos. Ella sabe lo  que cuesta intentar cuadrarlas, algo que casi nunca logra  cuando surge un gasto imprevisto.

    Ella está agobiada. Teme por el trabajo a tres horas que tiene en un restaurante y teme por el trabajo de su marido que a sus 45 años lleva 15 como bancario en una oficina de Caixabank.

    La mujer sabe que la seguridad que le daba el trabajo de su marido animaron a los cónyuges a enrolarse en la compra de una vivienda, cuya hipoteca se lleva un buen pellizco de los ingresos familiares. Además sus dos hijos de 12 y 14 años son dos joyas, pero a la vez dos cargas cada vez mayores en los gastos de la familia.

    Ahora, ella -Ana se llama-  piensa que va a sentirse culpable si el recibo de la luz, que en adelante será por horario de consumo,  no puede atenderlo por su elevado importe y tiene claro que  como sea debe reducirlo para que, ante las incertidumbres que pesan sobre toda la familia, se reduzca su importe  o al menos no suba.

    Ana, como responsable y administradora reunió a toda la familia para   explicarles los nuevos cambios en la tarificación de la luz. Muy seria les dijo qué medidas podían tomar porque dependían de ellos, de su poder de decisión:

    a) Enchufaremos el termo a la una de la madrugada y a las dos lo desenchufaremos. De ese modo se calentará consumiendo electricidad en las horas más baratas y podremos ducharnos todos a la mañana siguiente procurando no gastar demasiada agua para que no se agote.

    b) La lavadora la pondremos también a partir de medianoche y cuando acabe el proceso de lavado tenderemos la ropa.

    c) En esta casa cocinar se cocinará los fines de semana y colocaremos todos los alimentos ordenados en el frigorífico para no tener que abrirlo demasiado. Se trata de que no esté enchufado durante el día y de que aguante el frio. Se enchufará para volver a enfriar durante la noche y lo desenchufaremos a primera hora de la mañana.

    d) Los teléfono y portátiles los pondremos a cargar también tras medianoche y como no es bueno que permanezcan enchufados toda la noche porque eso perjudica a las baterías, los desenchufaremos  cuando den la señal de que están cargados.

    e) La TV dejaremos de enchufarla. El que quiera ver algún programa lo tendrá que ver en su móvil, que como he dicho se recargará en horas valle.

    ¿Quien se encargará -preguntó Ana- de estar en vela para enchufar y desenchufar los aparatos?  Respondiéndose ella misma: lo haremos por turnos. Cada semana se encargará uno.

    Y la familia, responsable y necesitada de generar ahorros  se puso en la tarea de controlar el gasto de energía. Pero a los dos días ya todos se habían vuelto histéricos.

    Al otro lado el gobierno con los datos en su poder, visto el éxito en el consumo de electricidad, se dispone a que el sistema se aplique  también al consumo de agua ¿Por qué no? El agua no puede valer lo mismo cuando todos la utilizan que en determinados momentos  en los que los motores funcionan al ralentí. Y dicho y hecho. Ante esta nueva medida, ya la familia de Ana, con todos sus miembros instalados en la locura,  medita ya en las nuevas medidas que habrán de tomar  para así rebajar el consumo de agua:

    a) Platos y cacharros se fregarán por la noche,  a partir de las doce.

    b) No se estirará la cadena cada vez que se utiliza el aseo. Será un poco molesto al principio, pero al fin y a la postre a los olores nos iremos acostumbrando como ya lo están muchos a los de la depuradora de Burriana (porque el coste de trasladarla ha pasado de 6 a 30 MM y muy pronto valdrá 100) La cisterna se vaciará a partir de las doce de la noche.

    Y así, la eficiente mujer fue detallando el nuevo orden, y la familia libre  y ahorradora por necesidad y  irá adaptando su modo de vida a la nueva realidad de los nuevos tiempos. Unos tiempos distintos en los que todos estaremos cada vez más desequilibrados y  en ese estado, pendientes de ahorrar de luz, agua y  más tarde en teléfono, nos ocuparemos cada vez menos de ser críticos con la realidad y dóciles votaremos cada cuatro años satisfechos de la libertad que gozamos.

    En otro lugar, lejos de la casa de Ana unas empresas que forman de hecho oligopolio están hablando no de cuando encender  y apagar sus electrodomésticos sino de a qué precio van  a facturar  los kilowatios  para que sus beneficios aumenten, que para eso estamos en un país libre en el que los precios no están regulados.

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