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Por Santiago Ríos
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El cine español

    De siempre, he considerado una memez que se adhiera la cultura a unas siglas políticas. Una cosa son las personas que libremente pueden expresar sus ideas políticas y otra la creación que surge de sus cerebros inteligentes.

    El desconocimiento de las materias, por parte de los comunicadores, hace que se oigan desafortunadas expresiones, como la de decir que un libro, una pintura, un disco, una escultura, etc., es de derechas o de izquierdas.

    Llevo tiempo escuchando a directores y actores, haciéndose las víctimas expiatorias de lo que le está pasando al cine español, implorando más ayudas ante la falta de espectadores para sus películas.

    Leo en la prensa diaria a Pedro Almodóvar, (excelente director de cine aunque no he conseguido terminar de ver ninguna de sus películas, lo cual no me impide reconocer que le admiro, porque ha conseguido hacer lo que verdaderamente le gusta y satisface), diciendo que “Hay que estar temerosos ante la llegada de la derecha”.

    Posiblemente haya querido advertir a sus colegas “de la ceja” que se les está acabando el chollo de las subvenciones “a fondo perdido” que han estado percibiendo, para la realización de películas de “difícil” calidad que no han calado en el público, lo que ha supuesto un fracaso económico para las salas de proyección.

    Pero lo que más ha desmontado mis estructuras, han sido las declaraciones de otro director, Vicente Aranda, al afirmar con contundencia que “la derecha española se niega a ver cine español”.

    ¿No serán los espectadores españoles, los que se niegan a ver cine español? ¿Qué en España, solo van a los cines los que votan a la derecha? El bueno de Vicente Aranda a perdido uno de los conceptos básicos de la economía moderna: “No hay que fabricar lo que uno quiere vender, si no lo que la gente quiere comprar”.

    Recuerdo mis años de juventud, cuando ir al cine los fines de semana, se convertía en toda una odisea. Independientemente de la calidad de las películas, había que reservar las entradas o te arriesgabas a no poder asistir a una de las funciones programadas.

    Entonces también había TV y solo un canal, con películas, teatro, toros y futbol que no restaban espectadores al cine. Pero también había grandes directores españoles que ofrecían productos apetecibles al consumidor que sabía lo que quería ver.

    ¿No será que tenemos una hornada de profesionales que no han sabido expresar en sus obras, lo que demanda el pueblo español? ¿No estará el espectador saciado de sexo, violencia, recuerdos a la guerra civil y terror nauseabundo?

    Fue el filósofo y escritor español Miguel de Unamuno, quien selló la frase de que “el progreso consiste en renovarse”. Luego el pueblo hizo suyo el refrán de “renovarse o morir”, lo que implica la saludable necesidad de avivar cambios, quizás para no caer en la monotonía.

    Directores como Luis Lucia, José Luis Sáez de Heredia, Ignacio F. Iquino, Juan de Orduña, Ramón Torrado, Rovira-Beleta, Rafael Gil, Mario Camus, Florián Rey, Gonzalo Delgrás, José Mª Castellví, Eduardo García Maroto, Pedro Lazaga, José Mª Elorrieta, Luis Cesar Amadori, Luis Marquina, Benito Perojo, otros muchos que me dejo y hasta el mismísimo Luis García Berlanga, supieron dar en cada momento lo que la audiencia les demandó.

           

         

         

         

         

         

    ¿Qué no sabían hacer otro tipo de cine? Por supuesto que sí y cuando se buscaron sus apoyos económicos, en producciones privadas y a veces propias, así lo realizaron, dejando auténticas obras de arte.

    Algunos recordarán aquellas salas llamadas de “arte y ensayo”, donde se proyectaban ese tipo de cine, donde la alta calidad superaba al número de espectadores.

    Los directores actuales, más preparados académicamente que los anteriores, a mi parecer, carecen en su mayoría de realidad comercial. Por supuesto que tiene más valor artístico el denominado cine de autor, pero la no aceptación por parte del mercado consumidor ha demostrado su no rentabilidad.

    Si quieren insistir en ese tipo de cine me parece magnífico, pero lo que no admito es que se tenga que subvencionar con mis impuestos, los proyectos de unas selectas minorías, al amparo de unas siglas políticas. Que busquen el dinero por otras fuentes, como ocurre en los EEUU con el cine independiente o en la India con las superproducciones de Bolliwood, pero que no achaquen a los partidos políticos sus éxitos o fracasos.

    Considero que falta imaginación, todo ello como consecuencia de un período de vacas gordas, donde todo valía si ensalzaba los valores de los ganadores y pisoteaba las virtudes de los vencidos.

    No fueron tan opacos en la productora Chamartín, cuando en 1955 contrataron al húngaro Ladislao Vajda, para dirigir la película “Marcelino pan y vino”. Un producto netamente español que sin ser una obra maestra, recaudó muchísimo más de lo imaginablemente esperado.

    Ahora entiendo al respetado y admirado Albert Boadella, director teatral, cuando afirma que “El despilfarro de la Administración en el arte, ha durado mucho”. Un agujero por el que se han escapado durante años, indeterminados millones de euros, como compensación a compromisos oficiales, con determinados y concretos sectores del mundo artístico, amamantados por un insostenible modelo clientelar que ha amenazado muy seriamente, el verdadero talento y la cultura del país.

    Y es que seguimos sin saber distinguir, las churras de las merinas.

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    comentarios 8 comentarios
    JP
    JP
    13/09/2011 06:09
    A Vigorhumus

    No sienta la discrepancia, que no es malo no ir uniformados como íbamos de pequeños. Ud. hace una excepción:el sector cientifico y las mismas razones para dejarlo aparte me sirven a mi hasta para defender cualquier otro sector amenazado como p.e. nuestras nueces (feas, pq, negras, de pq tirada ...y buenisimas) en contra de las nueces de California (bonitas, blancas, gordas, con una tirada muy alta ... y malisimas por insipidas). Las subvenciones pueden ser desgravaciones, apoyo publicitario.etc. Me habla de naranjas. Imaginese lo contrario: las no ayudas ¿lo ve? La buenisima navel y la excelente clementina del terreno acaban desapareciendo hallando en ese estado su injusto"acomodo" por falta de encontrar hueco en un mercado nada justo. Hay muchas subvenciones a las empresas españolas via desgravaciones que consiguen bajar el impuesto de sociedades a la mitad y ud. curiosamente no lo cita. (No estoy diciendo que yo este en contra de esas ayudas.)

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