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Por Miguel Ángel Bodí
Reinventar Burriana - RSS

Este festival no valora a Burriana, solo la exprime para su beneficio

    Después de otra semana agónica sintiendo los efectos nocivos de las hordas juveniles que anualmente por estas fechas nos desbordan, muchos vecinos de Burriana por fin ya podemos disfrutar de nuestra (muy mejorable) zona marítima sin tener que soportar las insufribles molestias por la falta de aparcamiento, suciedad por doquier y ruidos muy por encima de lo legalmente permitido.

    El culmen del impacto acústico excesivo para los vecinos ha sido sin duda el pletórico castillo de fuegos artificiales que a altas horas de la madrugada la organización y el “Quevedo” de turno nos han obsequiado el último día del festival y que ha ocasionado que más de uno desde su lecho se haya tenido que acordar expresamente de los familiares directos de los susodichos.

    Y es que este festival tiene la particularidad de estar ubicado en un punto neurálgico de la ciudad, rodeado de numerosas viviendas tanto unifamiliares como en altura, lo que ocasiona como es evidente abundantes molestias a los vecinos residentes por su excesivo impacto sonoro, lo que es sin duda una espada de Damocles para su continuidad tal como está diseñado, aunque hasta ahora se ha ido salvando milagrosamente.

    Pero sin necesidad de entrar al detalle de éstas y otras muchas molestias que un festival tan multitudinario ocasiona a los residentes a su alrededor, que esta vez nos hemos encontrado con la novedad de convivir con  numerosos botellones en calles y  vehículos, incluso algunos sounders los utilizaban como hotel, seguramente lo más importante y decisivo ha de ser la repercusión que para el futuro turístico de nuestra ciudad supone esta grandísima aglomeración de jóvenes en solo en unos días al año.

    Después de ya pasados 13 años desde la primera edición allá por el 2010, en que nos vendieron el festival como el inicio de un futuro turístico brillante para nuestra ciudad, creo que, si se trataba de eso, el fracaso ha sido sonado.

    Pero si de lo que se trataba es que unos listillos se forrasen con los recursos turísticos de nuestra ciudad, el resultado ha sido extraordinario, no en balde hace unos meses saltó a los medios la noticia de que la empresa que gestiona este festival, conjuntamente con otros festivales nacionales mucho menos multitudinarios, se había vendido a un potente fondo de inversión americano por la friolera de 120 millones de euros, señal inequívoca de los muchos beneficios netos que obtiene en nuestra ciudad en cada evento, entre 10 y 15 millones de euros según diversas fuentes.

    En esta edición también hemos sido obsequiados con la correspondiente visita de  los principales miembros de las instituciones públicas provinciales y autonómicas, que nos han intentado convencer de los muchos parabienes que nuestra ciudad consigue con este festival, uno de los más multitudinarios de España  y que pone a nuestra ciudad a la altura que se merece, según nos dicen.

    Pero a nosotros, los vecinos de Burriana, más bien lo que nos parece es que esa caravana de políticos que cada año llega a nuestra ciudad es similar a la de la famosa película  “Bienvenido Mr. Marshall” (curiosamente eran americanos, como el fondo que ha adquirido el festival), ya que, como en la ficción, estos forasteros solo están de paso y no nos traen ningún regalo para nuestra ciudad, ni tan siquiera migajas. Estaría bien que, por lo menos, cumplieran sus promesas de los últimos daños, como el proyecto Burriana- Port para cambiar la fisonomía de la zona marítima, el edificio multifuncional del Puerto o las escolleras en la Serratella para la formación de  playas al sur del Puerto, que llevan más de 20 años  en el limbo.

    Por otra parte, si  a la empresa que gestiona el festival le hubiesen explicado la importancia de la Responsabilidad Social Corporativa en el sector empresarial y la necesidad de practicarla para compartir con la ciudad donde tiene su negocio no solo los costes sino también los beneficios, no se conformarían sus gestores con abonar a nuestro Ayuntamiento solo 60.000€ por el alquiler de unos terrenos por el que tendrían que pagar como poco 10 veces más (por el gran beneficio que obtienen) o unos pírricos 15.000€ para apoyo de asociaciones de la ciudad, lo que ocasiona un irreverente déficit anual a nuestras arcas municipales.

    Este es un ejemplo claro de que la empresa que gestiona  el festival no sabe valorar ni la ciudad ni lo mucho que ésta aporta en cada evento, no solo mediante los recursos físicos de sus infraestructuras, sus terrenos, sus calles, plazas, su paseo marítimo y sus playas, sino por el esfuerzo en no poder aplicar las políticas necesarias de tipo turístico para cambiar su destino. Más aún, por la insufrible paciencia que sus vecinos tienen con las molestias recurrentes en cada festival, que no pasan más allá de unas cuantas quejas y que deberían de salir en tromba a manifestarse para evitar tanto atropello.

    Cuando unos empresarios como éstos, que llevamos sufriendo más de 10 años, no saben valorar ni a Burriana ni a sus vecinos, y tan solo están enfocados en maximizar sus ya abultados beneficios, a los ciudadanos no nos queda otra que exigir a nuestros gobernantes que pasen página y cambien de escenario, que trabajen de lleno por potenciar nuestras cualidades y que apuesten por su ciudad y por quienes realmente sepan valorar lo que ofrece.

    De ahí la importancia que tiene para nuestro futuro turístico el desarrollo de la urbanización del Arenal, pero no pensada como complemento para que continuara el festival abusando de sus terrenos, como el equipo saliente de gobierno pretendía, sino apostando de veras por el desarrollo de un gran zona generadora de recursos económicos, sociales o ambientales, en donde tengan cabida dotaciones de todo tipo, como hoteles, restaurantes, chiringuitos de calidad o parques lúdicos, pero también un recinto de festivales propio.

    Esta nueva dotación  permitiría  la celebración de todo tipo de festivales durante varios meses del año y no solo uno excesivo, desmesurado y de low cost, aparte de extemporáneo por lo que supone su celebración en el mes principal del verano, que impide potenciar en la ciudad sus muchos recursos turísticos.

    Y uno de estos recursos, quizás de los más importantes, es que Burriana sea una ciudad de festivales, no de un solo festival. No es necesario ni conveniente que los festivales reciban a 60.000 personas o más al día (solo Dios y la organización sabe cuántos), ya que incluso con 15.000, 10.000 o incluso solo 4.000 se pueden hacer festivales muy exitosos y de mucho impacto en la ciudad, como ocurre con el SOM Festival en Castellón.

    Por todo ello emplazamos a nuestro nuevo equipo bipartito de gobierno, que durante la reciente campaña electoral había presentado sus propuestas en este sentido para desarrollar la zona del Arenal y trabajar por un nuevo recinto de festivales, que pase a la acción cuanto antes.
    Tras los reincidentes efectos nocivos de este último festival para muchos vecinos y negocios, ya debe de llegar la hora de que nuestra ciudad coja las riendas de su destino turístico y deje de ser el siervo útil de unos espabilados que no la saben valorar y que sólo la exprimen hasta la extenuación para su beneficio particular.

    Muchos ciudadanos llevamos quizás demasiado tiempo esperando este momento.

    A quien corresponda, mucho ánimo en el empeño.

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