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Por José Luis Ramos
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Julián Castelblanque: amigo y compañero de lucha

    El pasado 06/08/2023 falleció Julián Castelblanque. Un amigo y gran compañero de lucha Era el tercero, de una familia con cinco hermanos, originarios de Cuenca que se instaló en Borriana, en 1957. Él tenía unos 8 años. Pocos años después era un Borrianero más, hablando correctamente la lengua del pueblo, y participando en sus costumbres.  Como la mayoría de los hijos de las familias trabajadores de aquella época, él dejó la escuela a los 13 años. Siendo un adolescente entendió que no se puede ser neutral ante la injusticia. Pero ante el conflicto entre poderosos y vulnerables, siempre tomaría partido por el débil.

    Del Julián ejemplar, como hijo, hermano, padre, marido y amigo, ya se ha hablado. Yo quiero hablar del Julián ciudadano ejemplar. Nos conocimos, la primavera de 1967. Él formaba parte de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Era la rama de la Iglesia de base obrera que trataba de llevar entre la clase trabajadora la doctrina social de la Iglesia, impulsada por Juan XXIII, que tiene como centro la dignidad de la persona humana y busca en todo momento defenderla y potenciar principios que ayuden a su crecimiento, a su desarrollo. Es esa etapa, como católico, honesto y coherente con sus creencias asumió la defensa del bien común y la solidaridad, como principios de su actuación diaria. Además, para estar cerca de los más desprotegidos, prefirió trabajar en los empleos más duros y peor pagados.

    No tuvo más estudios, que los primarios de la escuela franquista de la época. Sin embargo, nunca aceptó tener una actitud pasiva y hacer solo lo que le dijeran. Siempre tuvo una actitud creativa, reivindicativa y dirigente, con la finalidad de mejorar cada uno de los puestos por los que ha pasado. Eso lo pueden acreditar: los compañeros de trabajo de las empresas en las que trabajó (construcción, radiadores, cerámica); los socios cooperativistas de la cooperativa de trabajo de la construcción que creo; los trabajadores de la empresa de construcción que creó; y las administraciones para las cuales realizó obra pública, su empresa.

    Siempre destacó por su capacidad de trabajo y de asimilar la realidad, para marcar líneas de actuación para solucionar problemas. Su capacidad de dirigente, quedo muy patente durante su militancia sindical y política, como persona de izquierda en los años 60 y 70. Fue un militante sindical, mientras fue un trabajador asalariado, asumiendo tareas de máxima dirección. Y, también, fue u militante político destacado en la oposición a la dictadura hasta que se consolidó la democracia. Prueba de ello es que fue de los pocos militantes obreros beneficiado por la Amnistía de 1977, ya que como represaliado por la dictadura obtuvo la amnistía laboral y política. Durante la dictadura, al igual que miles de personas que se jugaron el tipo por acabar con la dictadura, fue detenido, torturado y procesado. Pero no consiguieron que se rindiera.  La Amnistía de 1977 impidió que entrara en la cárcel y cumpliera condena. Los delitos que se le imputaban, eran los se asociación, sindical, política y participación en huelga. Es decir, ejercer tres derechos fundamentales de la democracia. Esos derechos los ejerció participando como dirigente en el ámbito sindical, político y ejerciendo el derecho de huelga, cuando su ejercicio se castigaba en prisión. Se puede afirmar, que no dejó de jugarse el tipo mientras la democracia no se consolidó.

    Tras la legalización de los sindicatos y la celebración de las elecciones de 1977, Julián y un montón de sindicalistas de la construcción, se encontraron que tenían libertar para sindicarse y hacer huelga, pero no tenían trabajo. Así fue, porque los dirigentes que habían participado activamente en las manifestaciones y huelgas contra la dictadura, era bien conocidos y no había ninguna empresa que les contratará. Julián encontró la solución y la puso en marcha. Creo una cooperativa con los despedidos de la construcción que se les negaba trabajo por sindicalistas. Cuando en el funcionamiento diario de la Cooperativa afloró una falta de cultura empresarial, entre los socios, que suponía un riesgo real para la supervivencia de la Cooperativa, trasformó la Cooperativa en Sociedad Limitada, con un estructura y funcionamiento propio de una empresa competitiva. La empresa obtuvo resultados tan importantes como tener en nómina más de 130, y tener un papel principal en la trasformación urbana de Sagunto y Borriana.

    Si repaso los resultados obtenidos por Julián, sin más estudios que los primarios, la pregunta que me surge es ¿qué habría sido capaz de alcanzar si hubiera tenido la oportunidad de cursar una carrera universitaria? Nunca sabremos la respuesta. Pero si cabe pensar que un sistema educativo que permita estudiar a las mentes más privilegiadas, y no dejarlas excluidas, porque la familia no le pueda costear los estudios, solo puede aportar beneficio a la sociedad. El ejemplo es, si Julián, sin estudios, fue capaz de aportar soluciones para mejorar por donde ha pasado, sus aportaciones habrían sido de mayor calado si hubiera gozado de estudios universitarios. De las soluciones y mejoras sociales que aportan las personas, se benefician directamente su entorno y la sociedad en general.

    Es evidente que las personas ni somos iguales, ni tenemos las mismas oportunidades en el punto de partida. Pero el Estado tiene el deber legal de corregir esas diferencias. Y no las puede corregir decretando la igualdad, pero sí que puede asignar presupuesto para aplicar el principio de igualdad de oportunidades en los estudios. De manera que, si Julián no pudo estudiar en la dictadura, por falta de medios económicos, que la democracia asigne becas para que ninguna mente privilegiada se quede sin estudiar, y la sociedad se pierda las mejoras que podría aportar.

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