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Por María José Navarro
Picos Pardos - RSS

Al revés te lo explicaré para que me entiendas

    Me siento altamente preocupada por el nivel cognitivo que muestran algunos de nuestros políticos (incluido nuestro presidente del gobierno) y el clan periodístico que nos ¿informa? a diario, a través de los medios de banalización.

    Y es que hay cosas que, en este país, y en el resto del primer mundo, se tienen que plantear desde posturas serias y teniendo en cuenta la realidad en la que nos encontramos, y no desde el descrédito político y la ironización de lo obvio.

    Os propongo que hagamos un ejercicio de memoria colectiva ¿Cuántas de vosotras (cuántos de vosotros) no habéis tenido recuerdos de la infancia de ese pollo que cocinaba vuestra abuela y que sabía a gloria? ¿Cuántos y cuántas no habéis oído decir a padres/madres o abuelos/as que esa carne de cerdo que está en el plato no tiene nada que ver con aquella que comían ellos y ellas en el pueblo? ¿O ese filete de vacuno que ahora solo se queda en un charco de agua y su sabor y textura nada tiene que ver con el recuerdo que tienen de tiempos pretéritos? Por supuesto que ni los sabores y las texturas son las mismas, ni el precio tampoco…

    Y es que los precios de la carne han descendido hasta niveles en los que en algunas zonas del primer mundo resulta más barato comerse una hamburguesa grasienta y poco saludable, que comprar una manzana (a pesar del precio al que se paga la fruta a los agricultores, que también habría mucho que hablar sobre eso).

    Es posible que algunas de las personas que me lean piensen que esto está bien, puesto que se está dando de comer a la población con menos recursos, y yo, continuando con la reflexión, explicaré que no tiene sentido que en el primer mundo, gracias a esas agriculturas y ganaderías intensivas se esquilman y contaminan las tierras para crear alimentos en exceso, alimentos que acabarán en los cubos de la basura por toneladas, mientras en el tercer mundo hay millones de personas que mueren por inanición; que no tiene sentido que gracias a esa “democratización” de la comida, el primer problema de salud de nuestros niños y niñas sea el sobrepeso y la obesidad, que trae consigo otros problemas como la diabetes, el colesterol y las enfermedades cardiovasculares, cuando en otras zonas del mundo, las enfermedades infantiles tienen que ver con la desnutrición que afecta a su sistema inmunitario…

    ¿De verdad es tan difícil de entender? No creo que sea necesario ser ningún lumbreras para darse cuenta que este sistema no es sostenible y se va a tener que trabajar para que no agotemos los recursos que tiene el planeta, y eso pasa por evitar las macrogranjas que contaminan las tierras y acuíferos de alrededor y maltratan a los animales; eso pasa por evitar la sobreexplotación de nuestras tierras con la agricultura intensiva, que conlleva, en demasiados casos, a la deforestación mundial; eso pasa por cambiar nuestras costumbres alimentarias y volver a la dieta mediterránea, en la que se apuesta por los aceites saludables y se prioriza el consumo de cereales, legumbres, frutas y verduras de temporada y del comercio local, dejando el consumo de carnes y pescados para algunos días a la semana y evitando el consumo de ultraprocesados; eso ha de pasar por mantener el equilibrio entre lo que comemos y lo que somos, entre nuestros hábitos y nuestras necesidades reales.

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