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Por María José Navarro
Picos Pardos - RSS

Jóvenes y consumo de alcohol

    Estos días, en los que hemos celebrado las fiestas de Navidad y Año Nuevo, los excesos en la mesa son habituales en la gran mayoría de los hogares españoles. Excesos en las viandas que ingerimos y excesos en lo que bebemos, ya que en nuestras celebraciones debe haber vinos y cavas con los que brindar con la familia y los amigos, y si no es así, parece que no es fiesta... Las cifras hablan por sí solas: la noche de fin de año se registraron 143 intoxicaciones etílicas en Valencia, según el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (eso sin contar los que la durmieron en su propia cama).

    Sin embargo, nos escandalizamos al hablar del consumo de alcohol entre los jóvenes. Jóvenes que gracias a la tolerancia que tenemos los adultos ante esta droga, ven como algo natural, y directamente relacionado, el hecho de salir de fiesta y beber cantidades ingentes de alcohol en cualquiera de sus diversas formas y colores... Según una encuesta realizada por el Ministerio de Sanidad el pasado año entre adolescentes de secundaria, casi el 80% de los chicos y chicas de entre 14 y 18 años ha probado el alcohol, algunos incluso a los 11 o 12 años.

    Hablaba la semana pasada con una amiga preocupada por su hijo de 15 años, ya que el chaval se había estrenado estos días en una de esas discotecas para menores en las que no se puede beber alcohol. Efectivamente, dentro no se puede ingerir ningún tipo de bebida alcohólica, por lo que los chicos y chicas se las beben fuera, antes de entrar.

    Esto se traduce en que ingieren en un rato la cantidad que se deberían dosificar en toda la noche, lo que obliga a su hígado a procesar todo ese alcohol de golpe, que en algunos casos puede llegar a ser una gran cantidad (me hablaba esta amiga de que cada adolescente aporta al grupo una botella de alcohol de alta graduación como ron o vodka), produciéndose así casos de intoxicaciones etílicas tan graves como el que nos ocupaba hace unas semanas, con el fallecimiento de una menor.

    Ante esto, el Ministerio de Sanidad está preparando una Ley de Prevención del Consumo de Alcohol por Menores de edad. Una ley que, espero, no sea solo restrictiva, sino que venga acompañada de una dotación económica que la respalde para poder desarrollarla convenientemente, pues hace falta mucha formación e información entre los jóvenes, pero también en las familias y, en general, en esta sociedad sumamente tolerante ante el consumo indiscriminado del alcohol.

    Pero, aun suponiendo que se articulen buenas campañas de prevención y concienciación, deberíamos ir más allá, puesto que nuestros jóvenes necesitan tener fórmulas de ocio alternativas al botellón. Programas de ocio saludable, lugares donde poder estar con sus amigos y amigas sin que una consumición les cueste media paga semanal, espectáculos alternativos y asequibles a sus bolsillos, cines con buena programación a los que poder acudir sin dejarse hasta el último céntimo, lugares, en definitiva, pensados para nuestros jóvenes y sus realidades...

    Realidades complicadas y futuros bastante inciertos es lo que tienen, así que estaría bien que los adultos, y más los adultos que legislan, intentáramos ponernos en su piel de vez en cuando...

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    22/01/2017 09:01
    Los jóvenes solo quieren "encajar"

    Desgraciadamente, toda la educación integral con la que se ven beneficiados los menores en la Escuela Infantil, se medio sostiene en Primaria y se pierde totalmente en Secundaria, justo cuando más falta hace que los jóvenes encuentren su identidad personal y adquieran valores sociales. Justo cuando la adolescencia aparece desaparece la educación en valores sociales de la Educación Pública, además, acompañado de la falta de políticas juveniles de ocio y tiempo libre (dirigido o no), con unos padres que tienen que aprender a afrontar las crisis sobre la marcha y se ven desbordados la mayoría de las veces. El alcohol provoca actitudes y comportamientos desinhibidores, pero el teatro también, los ejercicios de oratoria también, así como el desarrollo de la creatividad y el fomento de la autoestima. Todo esto, acompañado de una educación integral e integradora pública y obligatoria, ayudarán a que los y las jóvenes encuentren otra forma de relacionarse sin necesitar consumir alcohol.

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