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Por Daniel Gerardo Carretero Murat, Vicesecretario de Juventudes de Túpatria en Alicante
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La juventud perdida

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    La juventud perdida- (foto 1)

    El activo más valioso de una nación para mantenerse viva es la juventud. Es sin ninguna duda el tesoro que debe cuidar, educar y potenciar para lograr su máxima efectividad. España por desgracia ha olvidado esto. Da igual si están los rojos o los azules en el poder. Todos ellos, a pesar de decir ser diferentes, tienen en común haber descuidado a la juventud española a través de promesas vacías y medidas inexistentes.

    Las cifras en nuestro país son preocupantes. España tiene la tasa de paro juvenil más alta de la Unión Europea. Algo que enciende las alarmas en cualquier nación en la nuestra se ha normalizado. El Gobierno ha normalizado y no ha aprobado ni una sola propuesta para revertir esta situación. No cabe la menor duda que este desempleo tan alto se debe a la ineficacia de quienes nos gobiernan, que desde que ha llegado y junto con otros que en su día estuvieron, han establecido en España una crisis laboral constante donde encontrar un puesto estable de trabajo o emprender es cada día más difícil. Y quien tiene la suerte de conseguirlo la mayoría de las ocasiones no recibe un salario que le alcance para vivir dignamente.

    Esta situación afecta de lleno a los jóvenes, que tras pasar por una infinidad de cursos, estudiar muchas materias distintas y cursar grados o carreras, salen con una gran ilusión al mundo laboral para encontrarse con que sus posibilidades de trabajar o emprender son reducidas y no muy bien pagadas. Un escenario complejo el de España: cumplidos los 40 la posibilidad de encontrar trabajo se reduce a más de la mitad  en la mayoría de sectores. Paradójicamente los jóvenes de entre 18 y 29 tienen las mismas dificultades, lo que causa que esa juventud que a futuro es la que moverá el país no pueda obtener ingresos y emanciparse. Causa que también puede justificar la baja natalidad en España: gente joven sin ingresos que no puede formar un proyecto de vida. Y si no hay proyecto no hay familia y sin familia la sociedad pierde su pilar base, como ya advertía Aristóteles en su obra “La Política”.

    En tal sentido nos queda claro el problema. Y sabiendo se sigue sin comprender cómo ningún gobierno ha atacado de raíz la situación para revertirla. Porque la realidad es que a día de hoy quien quiera un futuro debe abandonar su patria. Triste y absurdo que tras muchos años formando a nuestros jóvenes sean "otros" quienes les saquen partido. Profesionales cualificados y con un brillante futuro que, con tristeza, deben marcharse a trabajar más allá de nuestras fronteras, lejos de sus familias y amigos.

    Otro y no menos importante problema es el fracaso escolar que sufrimos los jóvenes españoles. La educación ofertada por el sistema público fuerza desde su comienzo la competición por las mejores notas, olvidando las capacidades individuales que demuestran lo únicos que somos como personas. Un sistema cómodo basado en "empollar" interminables materias que sólo fomenta la memorización y no el aprendizaje.

    No dejan trabajar a los profesores. No les dejan educar ni enseñar. Nos han inculcado que por estar una semana memorizando para el importantísimo examen de economía vamos a ser grandes intelectuales en el futuro. Y no consideran que una clase donde prepondere esa libertad podría mostrar y hacer comprender como funciona, por ejemplo,  la ley de la oferta y la demanda o quienes son los agentes económicos.

    Por esa razón quiero reivindicar a los políticos que dejen de tratarnos como ganado. Que se sienten todos, al margen de ideologías, y no se levanten de sus bien pagados escaños hasta que saquen un nuevo modelo educativo. Un modelo real que permita al profesorado "enseñar". Un modelo que nos permita "aprender" y no memorizar. Un modelo que nos devuelva la ilusión y sea realmente motivador.

    Pido que se nos escuche, que se invierta en nosotros. Los jóvenes pedimos futuro. Un futuro que podamos labrar en nuestro propio país. Demuestren "sus Señorías" desde las Cámaras que se preocupan por nosotros. Y si no lo hacen sepan que ni estamos ni nos quedaremos de brazos cruzados. Sepan que "a nosotros" no nos han regalado nada. Ni grados ni másteres. Y nosotros, los jóvenes, seguiremos alzando la voz disconforme ante su más que evidente desinterés y pasividad por nuestro futuro.

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