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Por Federico Félix. Presidente de la Fundación Pro AVE
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El futuro gobierno de España y el Corredor Mediterráneo

    La campaña electoral ha estado más centrada en la descalificación del contrario que en la propuesta y debate de soluciones a los principales problemas y retos del país. Problemas y retos todos ellos relacionados con el futuro económico (la creación de una economía dinámica, robusta y competitiva, la generación de empleo de calidad, la lucha contra la pobreza y la exclusión social y la sostenibilidad de sectores de gran incidencia socio-económica) y la transición inteligente a una sociedad ecológicamente sostenible, dados los riesgos que para nuestro país tendría la agudización del cambio climático en marcha. Tampoco se han posicionado, a pesar de la reivindicación social existente al respecto, sobre actuaciones de gran impacto económico, social y ambiental que deberían haberse llevado a cabo hace ya tiempo, como ocurre con el Corredor Mediterráneo.

    Dado que la ejecución del Corredor Mediterráneo desde la frontera francesa hasta Algeciras ha estado entre las promesas, no cumplidas, durante los años en que han gobernado los dos partidos más votados, es de suponer que no haya ninguna oposición seria a que esta sea una actuación prioritaria del futuro gobierno. Y digo del gobierno porque, debido a los múltiples efectos que el Corredor tendrá a nivel económico, social y medioambiental en el país en su conjunto, debería ser avalado y apoyado por distintos ministerios a cuyos objetivos contribuye (Economía y Empresa; Industria, Comercio y Turismo; Agricultura, Pesca y Alimentación; Ministerio para la Transición Ecológica; Trabajo y Ministerio de Política Territorial), además del más directamente implicado en su ejecución, Fomento. Lo que significa que no es sólo una asignatura pendiente de este ministerio, sino de todo el gobierno y su máximo responsable, el Presidente. En suma, debe considerarse una política de Estado de primer orden y máxima prioridad con el máximo soporte parlamentario.

    Las razones que avalan esta condición de política de Estado y la premura de su ejecución son múltiples y fundamentales para la competitividad y crecimiento económico de España, el cambio de modelo de desarrollo de nuestra economía, el mantenimiento y generación de empleo, la reducción del impacto medioambiental del sistema económico y una mayor vertebración territorial del país.

    Como ya hemos mostrado en diversos artículos, la creación de una doble plataforma en ancho europeo para el tráfico de mercancías y pasajeros en el Arco Mediterráneo Español es una condición fundamental para el mantenimiento de la competitividad de un territorio que representa más del 40% de la población y del empleo de España y exporta más del 50% de nuestras mercancías al exterior, especialmente destinadas al mercado europeo. Con él no sólo se ve reducido significativamente el coste del transporte, sino que se incrementa la seguridad de llegada en tiempo y forma de las mercancías a su destino y mejora el servicio al cliente. Todos ellos factores fundamentales de competitividad. Adicionalmente, el impacto medioambiental se ve sensiblemente reducido en relación al transporte por carretera, lo que en un contexto de creciente sensibilidad medioambiental constituye un factor adicional de competitividad, toda vez que representa un poderoso instrumento de lucha contra el cambio climático. Ni que decir tiene que todos estos son factores fundamentales para mantener y reforzar el empleo ya existente.

    Para un espacio eminentemente turístico, el Arco Mediterráneo, la conexión en alta velocidad para el tráfico de pasajeros de los distintos núcleos turísticos que contiene constituye un factor de proximidad y conectividad que no sólo incrementa el atractivo turístico de España, sino también la demanda de todos y cada uno de los territorios afectados. La consecuencia lógica es la mejora del producto turístico, mayor actividad y más empleo. Adicionalmente, la mejor conexión ferroviaria facilita la intercomunicación y la integración territorial de regiones actualmente alejadas por falta de buena conectividad. Es decir, contribuye sensiblemente a la vertebración de España.

    Con ser lo anterior fundamental para nuestro futuro económico y social, no es quizás lo más importante. Mayor impacto potencial tiene la combinación entre los puertos del Mediterráneo español y el ancho europeo internacional, al permitir desviar de forma rentable parte del tráfico de mercancías que circula entre el sudeste asiático y el centro y norte de Europa, lo que constituye un factor fundamental para el desarrollo de actividades de alto valor añadido y la atracción de nuevas inversiones. La consecuencia de ello es mayor crecimiento, cambio sectorial y creación de empleo y empleo de mayor calidad.

    El futuro gobierno de España tiene la gran oportunidad no sólo de cumplir con una promesa largamente pospuesta por anteriores gobiernos, sino de impulsar seriamente el potencial de desarrollo de la economía nacional, creando riqueza y contribuyendo a un desarrollo ecológicamente más sostenible y socialmente más inclusivo. Sin olvidar que tal infraestructura cuenta con la ayuda a la inversión de Bruselas. En suma, se trata de un proyecto transversal, con un gran efecto multiplicador, integrador y amparado por la Unión Europea, fundamental para dar contenido a una estrategia de progreso económico, social y ambiental. 

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