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Por Jesús Montesinos
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¡Que vuelvan las Matildes!

    Bancaja tiene preparada una propuesta de renta fija por seis años con un compromiso pactado al 2 % para los planes de pensiones. Dirán ustedes: “Un 2 por ciento de renta fija es ridículo”. Y hace solo seis meses tenían razón, pero ahora es un seguro contra catástrofes, porque las condiciones de la renta fija tradicional se han ido al garete porque no hay gobierno, institución o ente que sea capaz de mantenerlas.

    La renta fija fue la sustituta de las matildes. Los inversores, la tesorería de la Seguridad Social, los planes de pensiones públicos y privados, las cajas y hasta los bancos le hacía un préstamo al gobierno (central, autonómico o municipal de turno) y este te devolvía el dinero con un interés fijo asegurado.

    Incluso hace un año las propias empresas aseguradoras o inversoras te recomendaban la renta fija contra la variable, si no eres de los que les gusta estar todo el día en el parqué. Y ahí se refugiaron todos los inversores aficionados. Un seguro para la enfermedad, la vejez o para los ahorrillos de la nómina (¡Ja!). ¿Quién no iba a confiar en la solvencia de un gobierno? Pero resulta que hasta eso se ha ido al garete.

    Y no todo es una maniobra especulativa de un sujeto llamado Yves Marcais. Eso de la conspiración es una chorrada como todos los desastres que se intentan justificar por el mismo argumento. Desde hace semanas que venía hablándose en France Press y Reuters de los malos datos que ofrece España y la escasa confianza en las decisiones del gobierno español, aunque las peine. Y cuando uno no ve claro lo qué va a pasar con su dinero, pues se pone nervioso, vende o anuncia que esto va mal. Es la causa y el efecto. No la conspiración contra la deuda española. Por eso el jueves el Tesoro tuvo que pagar un plus para conseguir más préstamos. No se fían. Al fin y al cabo los mercados son nuestros acreedores porque nos han dejado el dinero y quieren asegurarse el cobro con alto interés y más que palabras

    Por supuesto que Marcais y otros especuladores (generar especulación es un modelo de negocio que afecta a terceros, como el pánico generado por la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, diciendo que sobran viviendas) lo que quieren es ganar dinero. Pero las maniobras de estos inversores hubieran podido ser corregidas por otros: cajas, fondos de pensiones, etc. Pero ni movieron un músculo hasta que Hacienda tocó a arrebato. Por eso Bancaja y otras cajas cuidan particularmente a sus clientes.

    Los inversores no se fían de la deuda oficial española. Ni la del estado ni la de las comunidades autónomas. Algunas de ellas, como Catalunya, Baleares y la Comunidad Valenciana, han elevado su riesgo, hasta el extremo que la Generalitat catalana se ha pagado esta semana un buen suplemento en el Financial Times para aliviar su imagen.

    Por eso el paro, el PIB, la productividad y la indecisión política son datos más fiables que los informes de solvencia. Y sobre todo pesa la disponibilidad de tesorería para respaldar los valores emitidos como deuda. Y los inversores saben que en estos momentos el Estado español, las autonomías y los ayuntamientos no pueden asegurar mínimos. Están pelados. Y saben que no se toman las decisiones estructurales que aseguran un interés interesado. Por eso los inversores extranjeros juegan a los bonos basura y los españoles, incluidas las cajas, huyen de meterse en obligaciones que nadie les asegura su cumplimiento.

    (Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)

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