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Por Jesús Montesinos
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Sexo en Nueva York

    Una licencia. A unos les gusta Sexo en Nueva York-2 y a otros les parece un sucedáneo de los magníficos guionistas que parieron la serie. Pero en un tema tan actual como este lo que refleja es que hay una brecha entre quienes sintonizan de inmediato con el argumento de la película y aquellos que les parece una provocación de modernos. Los que hacen aspavientos solo por el título los dejo en el convento. Pero es una película que refleja claramente la brecha social que hay en la España de la crisis.

    Ya no es una cuestión de si gusta Zapatero o Rajoy. Eso es una chorrada casi equivalente a los años en los que se turnaban conservadores y liberales. No haría Rajoy algo diferente de lo que hace Zapatero: No es un sueño de nuestros destinos por mucho que se empeñen en aparentar lo contrario, como Mendez, Toxo, Diaz Ferrán o Gorbacho. Keynes en el Siglo XXI no tiene nada que ver con las fuerzas del trabajo de 1930. Aquí hay un cambio de paradigma que si atendemos a las declaraciones de Alain Tourain (TV3) no obliga a replantearnos todo, incluso el clásico concepto de izquierdas y derechas, conservadores y liberales, estadio del bienestar o mercado. Te guste o no Sexo en Nueva York la cuestión es que hay sexo y mucho.

    La brecha se extiende por internet, por la televisión o por las pautas de consumo. Incluso por la actitud de los líderes sociales y políticos. ¿A santo de qué plantearse ahora si los jueces priorizan la adjudicación de unas causas para unos o para otros cuando todos sabemos el juego de la magistratura? A ver si algún día hay algún valiente que cuenta como en el Juzgado de lo Mercantil de cualquier provincia siempre se lleva este o aquel importante despacho de abogados los millonarios concursos de acreedores. ¡Que suerte! Luego revisas el BORME, cosa que no frecuentan los periodistas, y te encuentras con que la abogada que se persona en Lugo lo hace también en Soria o en Alicante. Y es de un despacho de abogados que además paga conferencias a muchos jueces. ¿Es Garzón la excepción que confirma la regla?

    Pero es una parte de la brecha, como ocurre con la reforma laboral. Ahí están discutiendo si son 30 o 20 horas para un despido cuando en la calle lo que hay es una necesidad vital de trabajadores formados. Brasil quiere llevarse mil electricistas a cualquier precio: ¿Despediría una empresa española un electricista si fuera productivo y le fueran bien los negocios?

    La brecha provoca situaciones esquizofrénicas. Una empresa de Valencia diseña unos bikinis que permiten pasar el sol sobre la tela. Los pone a la venta con su potencial comercial y vende media docena. Se pasa a internet y bajo el dominio www.nomasculoblanco.com llega a 30.000 unidades. Algo pasa que acaba con sistemas de distribución, comercialización, lógística y márketing. Por lo tanto que no venga más un funcionario del ministerio de Miguel Sebastián a hablarme de innovación. La innovación tiene el culo blanco.

    Hay una brecha política y empresarial. Para tomar una copa se queda por el móvil, Twitter o Faceboock, mientras Costas quiere cerrar los chiringuitos y los ayuntamientos mandan la policía local a caballo. Una brecha social y cultural. Tengo 8.000 libros en mi biblioteca y hace medio año que no compro uno y tengo 500 más en mi ordenador. ¿De quién es el problema? ¿Mio o de mi librero? Igual a él le gusta leer el Kamasutra y a mi Sexo en Nueva York-2.

    (Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)

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