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Por Jesús Montesinos
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Ponga mil trenes en su vida

    El ministro de Fomento, José Blanco, anda paseándose por España repartiendo trenes AVE, de cercanías y hasta de mercancías con el habitual desparpajo de quien siembra sin la responsabilidad de cosechar. Bien es cierto que va corrigiendo el tiro y ya dice que no puede haber cincuenta tres AVE en España, pero le suma cercanías en el paquete de la oferta y todo arreglado. Como cualquier obra ferroviaria tarda un mínimo de diez años en realizarse, a saber dónde estará el ministro Blanco en ese tiempo. Por ejemplo: Ya ni recuerdo cuándo se inventó el anuncio ese de ¡Papá, ven en tren!

    Pero ello no obvia la necesidad de las infraestructuras que promete este señor a diestro y siniestro. Incluso lo hace tan bien que parece que es el único del Gobierno de España que es capaz de entenderse con las autonomías y ayuntamientos del PP. Parece José Bono. Por supuesto, en el PP son fans de Blanco, porque les permite subirse al carro de las promesas electorales. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, que Blanco visita todas las semanas, los del PP le hacen la ola cada vez que habla. ¡Es tan fácil prometer trenes a diestro y siniestro!

    Lo peor es que como todo es juego político nunca se contempla toda esa infraestructura electoral con los cambios sociales, territoriales, urbanos y hasta económicos que lleva consigo. Algo en ese sentido está haciendo el Instituto Ignaci Villalonga, para demostrar que el eje ferroviario mediterráneo debe incorporarse como prioridad en las redes europeas porque además de ser el más rentable es el que genera mayor dinamismo urbano y social . No solo es cuestión de prometer trenes; es saber a dónde van y para qué sirven.

    Ahora hace dieciocho años de la inauguración del AVE Madrid-Sevilla y sirvió para acercar Sevilla a Madrid y no Madrid a Sevilla. Todo lo contrario del efecto deseado. En Ciudad Real, Guadalajara o Toledo han conseguido el efecto residencial buscado, pero sin embargo no han incrementado el valor comercial de las plazas de referencia. Todo el mundo se va a comprar a Madrid. Cercanías ha tenido un efecto valorativo para los núcleos residenciales marginales que en su momento fueron Leganés o Alcorcón, por poner ejemplos. El mismo que ha tenido el Metro en Valencia, que revalorizado los pueblos de la huerta como zonas residenciales, pero no ha conseguido dotarlos de vida comercial.

    Ahora se habla de AVE, cercanías y mercancías sin valorar los cambios sociológicos que esto puede producir. El AVE Valencia-Castellón puede aportar 25.000 habitantes nuevos a la segunda ciudad o puede convertir Castellón en una esquina del área urbana que se creará entre Gandía-Requena-Castellón con Valencia en el centro y como foco de atracción. Lo demás será periferia residencial. Tanto tren está muy bien, pero hay que prever también los cambios sociológicos que esto conlleva, como ya ocurrió hace más de cien años con aquellas máquinas de vapor.

    (Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitters.com/jmontesinos)

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