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Por Jesús Montesinos
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La economía sumergida como problema y como solución

    Hace unos cuantos años le preguntaron a un presidente mexicano cuál era la participación de la economía sumergida en el PIB de su país y contestó que más del noventa por ciento. Con esa respuesta todos visualizamos un país sin futuro y abocado a una miseria absoluta, con un Estado en bancarrota y una economía decreciente. Sin embargo George Friedman, jefe del tang Statfor, considerado como la otra CIA, predice que México será una de las diez primeras economías del mundo. ¿En qué quedamos? ¿La economía sumergida es un problema o una solución ante la crisis?

    Nuestra cultura de nuevos ricos nos lleva a pensar en la economía sumergida como problema, ya que en los últimos años a ella solo se dedicaban especuladores, inmigrantes sin papeles y chapuceros varios. Efectivamente, la economía sumergida no cotiza y es carne de inspector de Hacienda, de inspector de Trabajo y de Juzgado de Guardia. Amén de la cantidad de agravios comparativos que genera entre quienes pagan lo reglamentario por cualquier cosa y los que huyen hasta de las tarjetas de crédito. Pero la economía sumergida ha vivido siempre entre nosotros. Recuerden la frase: ¿Con IVA o sin IVA? Y si apuran mucho demos una vuelta por los antedespachos de los notarios y comprobaremos el trasiego de sobres hasta que llega el momento de pasar a la firma oficial.

    No es nueva la economía sumergida, aunque en los últimos años ni siquiera nos salía a cuenta contabilizarla en el PIB. Éramos demasiado ricos. En B ( o negro) se han hecho parte de las compraventas inmobiliarias millonarias, de solares, alquileres ilegales, se han comprado coches, pagado dietas, sobresueldos, corruptelas, chapuzas para arreglar la casa, parte de un crucero y horas extraordinarias no reconocidas en convenio. Pero era tanto el crecimiento anual que ni a Hacienda le salía a cuenta vigilar este fraude fiscal. Y la inspección de Trabajo bastante tenía con los accidentes laborales. La economía sumergida existía, pero ni era problema ni solución. No la veíamos y eso que el dinero negro llegó a alcanzar el año pasado los 244.918 millones de euros, según el Informe de Economía Sumergida 2000-2009, realizado por los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). Un 23,3 por ciento del PIB nacional.

    Crecimiento imparable cuando crece la crisis
    Como se ve al final esa economía ha sido un todo un problema, porque la economía sumergida ha ido creciendo de forma imparable desde que el fraude fiscal ha sido una forma de autofinanciación y/o de bajar costes e incrementar beneficios. Aurelio Martínez, que fue presidente del ICO, realizó en 1985 un estudio sobre la economía sumergida valenciana como fuente de fraude y de riqueza, porque la industria manufacturera valenciana o catalana siempre ha propiciado este tipo de economía B o de trabajo negro, como lo denomina Enric Sanchis, profesor de Sociología de la Universidad de Valenciana, en su estudio Trabajo no remunerado y trabajo en negro en España. Aunque todos coinciden que este problema no es solo español. En época de crisis lo primero que se dejan de pagar son los impuestos. Allá el Estado si quiere mantener el gasto aunque recaude mucho menos. Un suicidio.

    Por eso los expertos de la Unión Europea calculan en un diez por ciento el fraude en el IVA en operaciones intracomunitarias. Y eso que ese PIB sumergido ni incluye la droga, la prostitución o actividades clandestinas como el juego. Hay ahí un doble fraude, proveniente uno del impago del Impuesto de Sociedades o el correspondiente a cualquier transacción comercial y el otro del derivado del blanqueo de dinero. El mejor ejemplo en este caso es la compra de facturas o la de décimos de lotería, cosa harto frecuente cuando llegan sorteos millonarios. La lista de ejemplos sería aún más larga: las SICAV, el sistema de módulos de los pequeños comerciantes o las sociedades testaferros, llamadas polizones en el argot.

    Limpiar el dinero sin lavadora
    Esa economía sumergida de 244.918 millones han sido un problema, con las penalidades fiscales que se quieran incorporar por lo que supone de delito. Ese problema ahora tiene incluso el grave inconveniente de encontrar un sistema para hacer aflorar el dinero acumulado durante estos años. Ya no hay solares que camuflar ni sobres bajo mesa en la compra de vivienda, fundamentalmente porque no hay tráfico comercial en este negocio, que es el que registra mayores volúmenes de capital y trabajo en B. Parte de ese dinero está emigrando hacia Africa o Sudamérica según datos que pertenecen más al terreno de la percepción que al de las estadísticas. Pero tanto dinero acumulado no se estará quieto mucho tiempo. Incluso hay expertos que opinan que esa economía en B está financiando más economía en B ante los ojos cerrados de Hacienda, que prefiere esta actividad que genera trabajo negro que incrementar más aún las cifras del paro.

    La cuestión es que lo que fue un problema por el fraude fiscal que ello supone ahora es una solución para miles de familias que no tienen otra forma de salir adelante. Sigue creciendo la economía sumergida, pero el trasiego en B corresponde también a habilidades para el negocio de supervivencia; estaríamos hablando de una economía de posguerra más que de un intencionado deseo de defraudar a Hacienda para mantener abierto el negocio, que también.

    Del mercado ha desaparecido la compra venta callejera de coches de segunda mano. Y, por supuesto, la compra de viviendas con escritura a precio de catastro. Y es difícil comprar facturas para justificar un IVA inexistente porque no hay suficiente actividad económica para ello. Sin embargo sigue creciendo la economía sumergida. Por una parte hay empresas con actividad que han bajado la persiana y trabajan sin reflejar ni siquiera la factura de la luz. La producción se carga en un camión y vende más allá de la frontera en una red también en B. Internet es todo un hallazgo para estos menesteres, incluso en la agricultura. Cantidades inmensas de producción y stocks se venden por la red sin necesidad de facturas, aunque ello suponga un riesgo para asegurarse el servicio posventa.

    Ejemplos para escuelas de negocio
    Pero hay una economía en B que resulta sociológicamente apasionante. Valgan unos ejemplos que no constan en los manuales de los grandes ejecutivos de Hacienda. Son modelo de gestión empresarial.

    Comidas caseras para los trabajadores de unas fábricas cercanas. Una mujer arregla el comedor de su casa y con cuatro mesas y a tres euros el cubierto sobrevive al apretón del paro familiar.

    Curanderos o todo el deterioro psicológico que provoca una situación como esta. Si crece en un 11 por ciento el porcentaje de los que rellenan la casilla de aportación religiosa en su declaración del IRPF, aún crece más la cantidad de ciudadanos que confían en sanadores de manos, medicinas alternativas y curanderos orientales el desequilibrio proveniente de esta crisis. Ahí no hay factura, ni IVA, ni Impuesto de Sociedades. Por supuesto: hay mucho de aprovechado, pero también hay mucho de superviviente emocional.

    Pescado a la carta cuando la lonja está cara. Porque las lonjas de pescado las controlan unos cuantos subasteros que fijan los precios al alza y trasladan esos precios a los mercados y a los restaurantes, que deben reflejarlos en la factura del menú. Si el pescado se descarga del barco antes de entrar en lonja o un pescador abastece directamente al restaurante a la carta, no hay factura, baja el precio y todo es beneficio en B. Otra forma de superviviencia.

    Negocio con el negocio del otro, que no es sino aprovecharse de las migajas de una idea que ha tenido otro para aprovecharse de un tercero. Ejemplo: aparcar en un aeropuerto es una tarea ingrata, porque luego hay que coger un autobús desde el parking oficial hasta la terminal. A unos buenos emprendedores se les ocurrió que la cuestión era recoger el coche al cliente en la puerta de la terminal, aparcarlo en una nave al efecto y devolverlo en la terminal cuando el cliente vuelva. Todo legal y con IVA. Pero algunos de los trabajadores de este invento te dan una tarjeta a la tercera que te ven para que les pidas el servicio directamente, a menos coste y sin IVA.

    IKEA, peluquerías, cuidadores son muchas más alternativas que el ingenio permite sobrevivir a base de economía en B. Un montador que te compra el pedido en Ikea y te lo monta sin ese trasiego de deslomarse subiendo cajas. O peluquerías caseras montadas al lado de las que están saturadas en las fiestas de los pueblos. O cuidadores (sobre todo inmigrantes) de dependientes o ancianos fuera del circuito del convenio colectivo. Si quiere un titulado pague hasta veinte euros la hora. Si elije una buena persona, acompañante y voluntariosa, la tarifa está entre ocho a diez euros. ¿Esto es fraude o es que el convenio se pasa?

    Los ejemplos son infinitos, tantos como el español es capaz de imagina. Y es que el hambre agudiza el ingenio. Y ahí está vuelta del trueque hasta en los servicios. Alquilamos una oficina juntos y cada uno pone lo que sabe hacer y solo paga uno. Por eso la economía sumergida que antes era un problema, ahora se ha convertido en una solución. Por eso es posible que en España lleguemos a los cinco millones de parados sin que la sangre corra por las calles. Todos tenemos un apañito.

    (Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)

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    comentario 1 comentario
    Vicentico
    Vicentico
    22/03/2010 06:03
    ...

    Sr. Montesinos: Vd que tanto sabe, le voy a comentar lo que también creo debe saber. En la Italia de terminada la segunda guerra mundial y asolada por completo, gracias a la economía sumergida se levantó como Ave Fénix, de sus cenizas y hoy es una nación que nos da unas cuantas vueltas y a la que hemos dejado a la altura del betún en asunto del fraude del IVA, que fue entrar nosotros en eso y les quitamos el título. A ver si aquí en España nos pudiera ocurrir lo mismo, gracias a la economía sumergida. Buenas tardes.

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