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Por Jesús Montesinos
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Cuestión de autoridad

    La desconfianza reinante tiene dos procedencias: la falta de liderazgo ante la ansiedad social por la crisis y la falta de autoridad para aplicar soluciones. Es una queja permanente (“los políticos van a lo suyo”, falta de liderazgo) y que va agrandándose según sube la percepción de caos (“nadie que se atreve a meterle mano a la crisis”, falta de autoridad). Obama es más líder y manda más cuando más ejerce de líder y más autoridad demuestra. Para eso lo han votado los americanos. Nuestros líderes tienen miedo a ejercer de tales porque no son líderes y porque no saben qué mandar (autóritas y no potestas).

    Esto trae varias secuelas. La primera es que España saldrá más tarde de la crisis. Y en el caso de la Comunidad Valenciana que nuestros ratios son peores que otras comunidades. Y luego están las secuelas parciales. Zapatero no toma una decisión en firme desde que ordenó retirar del mapa el trasvase del Ebro y autorizar los matrimonios de homosexuales. Después ya le vino encima la crisis, aunque como no es líder la ha obviado a base de negarla y como no tiene autoridad moral no es capaz de aplicar alternativas eficaces. Por eso están atascadas todas las reformas estructurales y saldremos de esta cuando Sonsoles quiera salir de su jaula favorita, la Moncloa. Pero ojo: el poder se pierde cuando no se ejerce.

    Poncio Pilatos ya fue un ejemplo de indecisión y provocó la mayor revolución del mundo. Si no tienes valor para decidir, no tienes derecho a gobernar, le dijeron más tarde desde Roma. Por eso resulta también sorprendente que en el propio Consell de la Generalitat haya esa falta de liderazgo y autoridad, cuando además ven las consecuencias que trae el tancredismo de Zapatero. La ciudadanía espera y desespera porque no encuentra el liderazgo que reconozca la situación y aporte soluciones. La evidencia no se puede negar ni siquiera permiendo para los políticos la ética de la responsabilidad a la que Max Weber reducía la ética de principios. Por eso es entre sus propios votantes donde la actitud de Camps y el PP encuentra más desafectos. Y por eso una semana se habla que Alberto Fabra sustituirá a Francesc Camps y la otra que será Rita Barberá, que no quiere ni acercarse al Palau. Hasta Gerardo Camps se postula por lo bajini y Ripoll, Rus y Fabra consolidan su poder provincial ante el vacio reinante en Valencia. Hasta Blanco marca los ciclos de las infraestructuras.

    Tampoco es que haya liderazgos y autoridad en el PSPV-PSOE. Jorge Alarte vive pendiente de las miradas de Leire Pajín, que solo tiene ojos para Alejandro Soler, mientras José Blanco es un encantador de alcaldes y consellers. No hay líder y no hay autoridad porque no hay decisiones a tomar. Los publicistas de Saatchi aconsejan recurrir a la publicidad negativa cuando no hay producto para vender. Y ese es el método que utiliza el PSOE en la Comunidad Valenciana. Pero el ciudadano tampoco lo entiende porque busca líderes con autoridad, no busca tocacojones (con perdón).Hay organizaciones inteligentes que se convierten en organizaciones idiotas.

    En una organización civil no escala nadie que no demuestre integridad, conocimiento del negocio, coherencia, autocrítica, escuchar y rapidez en las decisiones. En la política ocurre todo lo contrario. Es el arte del escondite. Pero eso lleva a que España tenga en 2010 un índice ansiedad de 69,96 frente al 30,6 que tenía en 2006. En el 75 esté el límite de la cohesión social. ¿Pero hay líderes con autoridad que nos curen la ansiedad?

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