elperiodic.com
SELECCIONA IDIOMA
Valencià
Por Jesús Montesinos
La Nube - RSS

El Club de Ciudadanos Cabreados (CCC)

    Cuando los historiadores revisen las hemerotecas y las bases de datos para documentarse sobre la crisis y sus efectos quedarán asombrados. ¿Cómo permaneció la clase política española enredada en sus asuntos domésticos, mientras la sociedad vivía unos cambios trascendentales? ¿Por qué languidecieron empresas y organizaciones con sus funcionamientos tópicos en crisis, mientras se alumbraban nuevas formas de trabajar, comunicarse, vivir, producir y vender?

    Los historiadores no encontrarán explicaciones coherentes, pero es que ahora tampoco es posible encontrarlas. Tal vez por eso emerge con mayor fuerza el grupo social que conforma el Club de los Ciudadanos Cabreados (CCC). Las encuestas ya detectan que amén del paro, la situación económica y los políticos, crece la percepción de que hace falta un cambio de modelo en el trabajo y en la gestión. No hay pues que aplazar las decisiones ni un solo día.

    Cualquier ciudadano que apenas se ha podido pagar dos cervezas en el chiringuito de turno en Gandía, Benicássim o San Juan, vuelve de vacaciones y se encuentra con un panorama desolador. Los del PP de Camps siguen ajenos a la gobernanza pendientes de las filtraciones del sumario Gürtel. Los aspirantes del PSOE juegan una interminable partida de parchís entre ellos mismos sin importarles una higa lo que pasa fuera del tablero. Por la izquierda, Mónica Oltra  y Morera sueñan con que sus votos le harán falta a Alarte (o a quién sea) y así tocarán madera en el Consell. Y mientras la llamada sociedad civil valenciana es incapaz de resolver las debilidades políticas o los desprecios de Zapatero  y Blanco.

    Repaso todos los planes estratégicos públicos y privados hechos en 2009 y 2010 en la Comunidad Valenciana (más de quince) y todas sus conclusiones siguen en el aire. Y no es que la responsabilidad sea de la Generalitat o del Gobierno de España, de un ayuntamiento o de una diputación enfrascada en aliviar dossiers policiales. Estos tienen su parte. Es que hasta las propuestas para sus asociados que hacían la CEV de José Vicente González o las de la CIERVAL de  Rafael Ferrando y Montero. O las que proponían las universidades públicas o privadas para ellas mismas. Y hasta el cacareado Plan Estratégico del Turismo, todos duermen en un cajón bajo la incapacidad de tomar decisiones frente a la crisis.

    ¿Cuestión de dinero? Es posible que en algunas cuestiones ahí esté la madre del cordero. Pero lo que falta es resolución. Falta valor para dejar de hacer lo que ya no sirve y ponerse a buscar la eficacia donde es útil. No hizo falta el ministerio de Obras Públicas para hacer la AP-7 hace 40 años. Hizo falta financiación, riesgo y empresa. Hace falta una actitud positiva, iniciativa, ambición por salir del marasmo sin dilación y con eficacia; no con palabras huecas, sino como dice Dan Ariely: con trabajo y asumiendo nuevos riesgos.

    Al canciller alemán Schröder le costó el poder su Agenda 2010 que en 2002 cambió las estructuras económicas y sociales de su país: pensiones, productividad, modelo de Estado, etc, pero ahora Alemania crece un 2,2% en plena crisis europea y nosotros seguimos fabricando parados, haciendo azulejos o vendiendo zapatos como hacían los fenicios, cuando hasta Zara se ha pasado a internet. Ya hay consorcios de empresas vendiendo imagen y productos nuestros sin que la administración se dé por enterada porque cree que eso solo lo puede hacer el IVEX. Y hay dinero foráneo que acude a negocios locales porque los euros propios están en Andorra. Por eso crece el CCC.

     

     

    Elperiodic.com ofrece este espacio para que los columnistas puedan ejercer eficazmente su derecho a la libertad de expresión. En él se publicarán artículos, opiniones o críticas de los cuales son responsables los propios autores en tanto dirigen su propia línea editorial. Desde Elperiodic.com no podemos garantizar la veracidad de la información proporcionada por los autores y no nos hacemos responsables de las posibles consecuencias derivadas de su publicación, siendo exclusivamente responsabilidad de los propios columnistas.
    Subir