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Por Jesús Montesinos
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El BLOG de una PYME: Es duro ser pobre

    Tengo un amigo que hace unos años compró una nave en un polígono cercano a Valencia y amplió su negocio de ventanas de aluminio. Trabajaban él, su hermana, un hijo y contrató a tres empleados. Como otros miles de casos en la Comunidad Valenciana le queda por pagar un tercio de la hipoteca de la nave. Compró también un apartamento en la playa que revendió a los pocos meses ganando una buena cantidad, que dedicó a comprar un coche para el hijo y otra casa en un barrio prometedor de Valencia, al lado de Mislata. Era rico y pese a ser una PYME los veranos se hacía un crucerito. Como miles de casos de la Comunidad Valenciana.

    Mi amigo me comentaba esta semana que el año pasado ya tuvo que despedir a dos de los empleados, poner a su hermana como autónomo y contentar a su hijo con doscientos euros a la semana. Los pedidos que tienen los hacen entre él y el tercer empleado. Si necesita algo más, pues paga bajo mano. Ha vendido el coche nuevo del hijo por cuatro duros y para pagar la hipoteca del piso que compró en Mislata ha tenido que liquidar el plan de pensiones. Tiene trabajo, pero como tampoco podía pagar la hipoteca de la nave industrial pidió un crédito para circulante y ahora no vende ni para pagar el crédito ni la hipoteca. Para respirar mejor y comprar material quiere vender la nave y le dan solo cien mil euros más que la hipoteca que tiene pendiente. El dice que ahora es pobre.

    Le interesa poco la política, pero aplaude cuando dicen que esto hay que cambiarlo todo porque la crisis es muy grande. Ya nada será igual que antes, comentamos, aunque él sueña con volver a fabricar ventanas a mogollón. Y piensa a qué se dedicará su hijo, cómo pagar el crédito al circulante e insiste: ¡Hay que cambiar! ¡Si señor! Y entonces se pone a recitar todo lo que hay que cambiar. Las cajas, el despido, los estudios, lo del agua, el crédito, bajar los sueldos, los impuestos, menos funcionarios y menos autonomías, menos inmigrantes y recita un discurso de cambio atronador. Es un pobre que está dispuesto a todo por volver a ser rico.

    Y a partir de ahí ya no acepta tanto cambio. Que no le toquen la hora del almuerzo en el bar del polígono, la paga de su madre, la nómina, la jubilación a los 65, el sobrevalorado piso donde vive, el crucero y la casa de la playa. Los cambios del modelo económico acaban donde empiezan su modelo de vida. Por eso Zapatero volverá a ganar mil veces las elecciones: porque está empeñado en no pisar ningún callo, aunque nos toque a todos las narices. Hay que hablar de reforma laboral, pero no hacerla nunca. Fernández Ordóñez y Rodrigo Rato pueden decir que solo quedarán veinte cajas, pero no me toque mi sucursal de Bancaja o la CAM, donde por cierto trabaja mi prima.

    Los cambios y los experimentos con gaseosa. Es la respuesta de Grecia que acabará pasando aquí. Hay que cambiar las estructuras para salir adelante pero si cambian lo mío me echo a la calle. Joan Lerma decía ayer en Canal 9 que ha llegado el momento de hacer sacrificios, pero no se quién está dispuestos a hacerlos en su propia carne. ¿Quién está dispuesto a bajarse el sueldo? Es muy duro ser pobre y reconocerlo.

    (Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)

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