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Vuelta al cole

    Siempre he pensado que el cambio de año no debería hacerse un 31 de diciembre, sino el primer día de septiembre. La gente se lo toma como un volver a empezar e inconscientemente se proponen objetivos o retoman antiguos desde un enfoque distinto y con nuevo optimismo. El ejemplo más claro es la vuelta a los colegios, institutos y centros educativos. Nuevas agendas, libretas, mochilas, material de todo tipo, los libros del curso que se empieza…

    Desde que tengo uso de razón, recuerdo las vueltas como un batido de sensaciones que casi no me dejaba dormir; ilusión, ganas, miedos y preocupaciones. Quedaba atrás un verano de mañanas viendo los dibujos, piscina, playa, algún viaje familiar, y mucho más tarde las primeras fiestas, los amigos y los amores adolescentes. Por supuesto, los primeros viajes con amigos, fines de semana de no parar, los trabajitos de verano infernales, etc.

    Pero siempre acababa llegando septiembre y su vuelta a la realidad. Eso me producía, como venía diciendo, un torbellino de emociones que muchas veces no sabía gestionar.

    Incluso desde la vida adulta ya, septiembre suena a sinónimo de oportunidad y de nuevas ocasiones, comienzos. De hecho, sigo sintiendo ese vértigo hoy en día y dudo ser la única adulta/adolescente/niña que lo siente así. Por eso mismo debe ser un mes de cuidarse, de asentar los pies en la tierra con calma y de darse tiempo.

    Parece que al ser el pistoletazo de salida tengamos que meter sexta y correr por si luego no podemos llegar. Cuando en realidad, lo que se tiene que procurar es evitar tropezar en el impulso.

    Queridas familias, tutores y profesorado: somos el principal apoyo de todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes que hoy han empezado un nuevo maratón. Un maratón que dura mínimo nuevo meses. Un parto. Un acompañamiento constante desde donde tenemos que intentar asentar una especie de base sobre la que puedan construir. Una seguridad que, si no se consigue en ellos mismos, sí en nosotros. La sociedad ya vive demasiado ensimismada como para reparar en estas cosas.

    No siempre se consigue, es verdad, pero dejar de intentarlo sería faltar a nuestra propia personalidad y ética. Aquellos que lo entendéis, lo habéis comprendido, valga la redundancia. Existe una palabra de origen griego que me gusta mucho para describir cómo debe ser ese seguimiento y es ‘meraki’.

    Significa, en general, hacer las cosas con amor, con corazón y con ganas. Poner toda nuestra persona en intentar ayudar y enseñar.

    Sabemos que no todos llegan de la misma forma; unos con ganas y predispuestos, y otros con miedos e inseguridades. Pueden aparecer bloqueos, desánimos, pensamientos destructivos de ‘no sirvo’, ‘no valgo’, ‘¿por qué tengo que estar aquí?’, ‘¿por dónde empiezo?’... Son capaces de quedarse todo el curso en sus mentes, no hay más que mirarnos a nosotros mismos que seguramente estemos igual en nuestras circunstancias o recordemos haberlo estado. La edad te da experiencia, no la cura definitiva sobre esos pensamientos. Más que anda porque forman parte de crecer.

    De igual forma, ni primero de primaria es igual a primero de la ESO, primero de bachiller, el comienzo de algún grado o una carrera. Cada cosa tiene su sentido y cada curso su truco. Como tampoco son las mismas personas en cada etapa, y procurar que sientan apoyo y seguridad puede marcar la diferencia entre suspensos y aprobados. Entre una motivación por aprender y unas ganas de dejar de insistir en su futuro. Entre un ‘sí, puedo a mi ritmo’ y un ‘soy un desastre, y no valgo’.

    Por favor, sé que cada vez que escribo acabo pidiendo -pidiéndoos- alguna cosa, pero esta vez creo que el hecho de haceros conscientes de cómo puede afectar la vuelta al cole es importante. Y no solo porque me toque en lo profesional y vocacional, sino porque me hubiera gustado tener más apoyos en su momento en cada inicio. Dentro de su lenguaje, confiar en nosotros supone el escenario perfecto para ello. Siempre les he dicho a mis alumnos, a los pocos que he tenido, (sé que vais a sonreír cuando lo leáis) que las nuevas etapas son solo nuevas oportunidades. Pues vamos a aplicarnos eso mismo y procuremos hacer principios que apunten buenos recorridos y ojalá así, buenos finales.

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