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Por Manuel Altava
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La trinchera

    Agruparse, parapetarse y esperar es una reacción instintiva que se cuenta en los manuales de la defensa. Se trata de mantener el dominio del enclave presente con la esperanza de que un cambio repentino de las condiciones meteorológicas, las circunstancias del combate o la prometida llegada de refuerzos alteren el equilibrio existente y produzcan la energía y coraje suficientes para, al menos, continuar la campaña con una aureola de dominio y planes convincentes de avance.

    Es indispensable la previsión y, antes de que los acontecimientos se tornen claramente negativos, la tierra tiene que estar excavada y llena de túneles muy de mañana, precisamente en la zona escenario del enfrentamiento. Afortunadamente, los zapadores conocen bien su trabajo y las instalaciones para poder resistir son una impecable realidad. Otra cosa será mantener la moral de los efectivos. Hasta ahora Fernández de la Vega se ha ocupado de ello con habilidad y sin desmayo alguno, pero la falta de sueño, los continuos reveses y la traición de antiguos leales están agriando su actitud y carácter. En el Senado hemos tenido oportunidad de comprobarlo. Ello ha generado dudas porque empieza a vérsele cansada ya no cuida tanto de aparecer con aquellos impresionantes uniformes de selecto camuflaje que causaban tanto temor y desmoralización en el enemigo, y su soflama elocuente y alegre ya no se prodiga apenas. Además, está la marcha de Celestino Corbacho que, tras el extraño y contradictorio encargo de otra misión por parte del Cuartel General, debilitará este importante frente.

    Los mercados, los periódicos económicos americanos y británicos, las agencias de reiting, el desigual comportamiento de la colocación de la deuda en el exterior y la elevada tasa de desempleo conforman la impresionante coalición enemiga. Y, frente a ella, la fuerza convencional más unos extraños aliados que se niegan a acatar el mando único alegando estar sindicados en torno a intereses a veces dispares o paralelos respecto de los social-progresistas y ciudadanos que ahora están algo arrinconados en la oficina del refugio. Dijeron haber venido a mejorar las condiciones de vida, a aumentar los beneficios, derechos y atenciones sociales y ahora afirman haber tenido que recortarlos, congelarlos y endurecerlos con motivo de la agresión exterior.

    Por todo ello y ante las dudas acerca de su pericia y fortaleza se defienden. Los pactos con los nacionalistas vascos apuntalarán puede que un año más la continuidad de Rodriguez Zapatero; Garmendia ya no se va a ir, Rubalcaba parece estar fuerte y Chaves,… una invariable expresión de abulia y aburrimiento pero sigue y sigue,... Es cierto que la coalición asaltante inflinge un gran castigo constante y que no hay planes ni acierto para pararles, por eso acudirán a cualquier estrategia o trinchera de última hora. Al menos se intentará ganar tiempo, y el sacrificio -el dolor y las necesidades del creciente ejército de parados y la objetiva disminución de riqueza y prosperidad- se hace necesario para garantizar la permanencia del jefe zapador. Aunque esto se acaba.

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    comentarios 4 comentarios
    Andarin
    Andarin
    24/10/2010 01:10
    Más de lo mismo.

    Sí, más de lo mismo. Ataques y mas ataques entre Vds. (los políticos) y a España y a los españoles, que nos den por el culo (así de claro, fuera eufemismos inútiles). Porque les da igual, digan lo que digan. Solo están en la política, salvo alguna que otra excepción, para medrar y bastantes, visto lo visto, para pegar los pelotazos y forrarse.

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