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Por Paco Ventura
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El paseo de la calle Mayor

    El otro día me paré a pensar en la cantidad de jóvenes que encontraron a su pareja gracias a los paseos por la calle Mayor.

    Aquellas “andaduras” desde la esquina de la calle San Vicente hasta la confluencia de las calles San Agustín y Purísima, nos permitían, tanto a chicas como a chicos, encontrarnos de frente, y como quiera que ya habíamos entrado en la edad “del pavo”, esa en la que te crees algo más de lo que eres, nos dábamos ánimos unos a otros cuando, al cruzarnos con la chica con la que queríamos “enrollarnos”, comentábamos: ¡Mírala! ¡Se ha puesto en una esquina del grupo y no le acompaña nadie! ¡Ponte con ella! Pero si no estabas decidido, eras quizás algo tímido, o creías que te iba a “rechazar”, te “escaqueabas” diciendo: ¡Ya me arrimaré a la próxima vuelta! Y ocurría, en la mayoría de ocasiones, que a la próxima vuelta, la chica, ya no volvía a pasar por cuanto era la hora de “su retiro”.

    Estas situaciones eran típicas en aquellos tiempos, al igual que las de quedar con un grupo de chicas y chicos ya conocidos, para arreglar La Pascua, en donde “sellado el compromiso”, acudíamos al establecimiento del Sr .León en la calle José Iturbi, para alquilar el “famoso picú”, con cuya música, nos “entreteníamos” bailando con “nuestras Pascueras”.

    Cuántos recuerdos nos pueden traer a algunos aquellos paseos que, además de típicos, eran agradables, pues simplemente “paseando” y conversando lo pasábamos bien, al menos con el grupo de amigos, así como con otros jóvenes con los que coincidíamos en cuanto a carácter y costumbres, y ello por cuanto, si no te “enrollabas” con alguna chica, servían para tener agradables conversaciones y por supuesto, en ocasiones, también alguna que otra discusión por mantener criterios no coincidentes, ya fuesen políticos, deportivos, o de cualquier otra índole.

    En cierta ocasión, al igual que los estudiantes de Nanterre, los jóvenes de Burriana decidimos oponernos a la “orden” dictada por nuestras Autoridades, que no era otra que prohibir los paseos por la calle Mayor y trasladarlos, sin más explicaciones, al Camino de Onda, en el tramo comprendido desde “el pavelló de la música”, hasta el Teatro Payá, lugar en el que se hacían notar tanto los inviernos, que era imposible dar más de tres vueltas al “circuito” sin coger una pulmonía o que no te salieran las orejas llenas de “prunyóns” , el tan temido sabañón. (Temido por aquello de lo mucho que picaba).

    En una reunión de todos los grupos de jóvenes se decidió volver al “Paseo de la calle Mayor” haciendo “frente común” contra la autoridad (Els Poliseros de la época).

    Hubo fuertes enfrentamientos, hasta el extremo de acabar, tanto unos como otros, con alguna brecha en la cabeza, pero la “Autoridad Local”, esto es, “Els Poliseros”, no pudieron terminar con la “revuelta” y, pasados dos o tres días, pidieron ayuda a aquellos que, con más “mano izquierda”, se encargaban en aquella época de resolver cualquier “revolución” que pudiera ser tan “exagerada” como la que habíamos iniciado los jóvenes de nuestra Ciudad.
    Cierto día (tercero o cuarto de la “revuelta”), cuando desde el Camino de Onda bajábamos por la calle de San Vicente hacia el Pla para adentrarnos en la calle Mayor, aparecieron de repente tres “parejas”, que ataviadas con su traje de gala, y llevando sobre sus hombros un “capote verde”, dejaban asomar por debajo del mismo algo parecido a una “escoba”. ¡Frenazo brusco! Después, enfrentamientos dialécticos y algún que otro empujón, hicieron que aquellos jóvenes “revolucionarios” desistiésemos en nuestro empeño, para volver de nuevo al “redil”. Algunos más atrevidos intentaron dialogar con las “parejas”, aunque no era fácil conseguirlo después de todo el “daño” que habíamos hecho los jóvenes, al negarnos a aceptar la orden de las autoridades locales.

    Cuando, durante esos días, volvía a casa para cenar, mi padre, que todavía a esas horas tenía abierta la peluquería, me decía: Alguien ha venido y me ha dicho que también estabas hoy en la “revuelta”. Procura no mezclarte en ella, pues se de buena tinta que si no se resuelve, cargarán contra los jóvenes sin miramiento. ¡Tranquil pare que no pasa res! Le solía contestar. Y efectivamente, no pasó nada por esa sensatez que demostramos los jóvenes, al “desistir”, de forma “voluntaria”, de pasear por la calle Mayor hasta que pudiese cambiar de postura el Ayuntamiento.

    Desconozco si fue debido al “buen criterio” de los que mandaban en la época, o tal vez porque al hijo de algún concejal que tuvo que pasear por el camino de Onda en aquellos días del crudo invierno, le salieron los molestos “prunyóns” en las orejas, pero lo cierto es que, pasados unos días, se nos anunció que nuevamente podíamos pasear por la calle Mayor, paseo que duró hasta que ya el volumen del tráfico lo hizo desaconsejable, desapareciendo así aquella “ventajosa” manera de encontrar a la chica de tus sueños.

    Aunque es cierto que en aquel paseo se daban igualmente otro tipo de situaciones, así lo recuerdo en lo esencial, y es de suponer que, en sus entrañas milenarias, guarde todavía los ecos de algunas palabras que sirvieron para adquirir algún compromiso matrimonial de la época.

    ¡Bendito paseo de la Calle Mayor!

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    comentarios 6 comentarios
    PACO VENTURA
    PACO VENTURA
    31/08/2008 02:08
    El "Barranquito" o Calle San Bartolomé

    Trataré de recordar y contestar, a Burrianero l'autentic. Recuerdo "la movida" de la calle San Bartolomé o "Barranquet" por cuanto yo vivía entonces en la esquina de la calle Santa Lucía con San Agustín y después, aunque en la misma calle, más hacia la Plaza de San Blas, pero, aunque la recuerdo, no tengo en mi mente los detalles para poder escribir un artículo.Creo que "la movida" fue corta en el tiempo. De Pepe Esteve tengo muchos recuerdos, incluso los de una partida de futbolín en el Bar "Siper" del Pla ¿Recuerdas ese Bar?, sobre las once de la noche, en la que intervinimos,Pepe Esteve(Alcalde) "Batiste El Mosso (pare)" su hijo Juan Luis(q.e.d.) y yo mismo. ¡Impresionante! ¡Seguiremos!

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