Mentiras y exageraciones
Hermanos: Cuentan que había un tratante de animales que para vender su burra decía que era buenísima, trabajadora, cariñosa, pero que “no tenía vista”. Evidentemente los potenciales compradores entendían que la burra era fea. Hasta que la vendió y el comprador se dio cuenta de que lo que le ocurría al animal era que estaba ciega. Dos verdades y un mal entendido provocado.
Como todos sabemos España es un país de exageraciones. En muchos casos incluso de caricatura. Nos gusta hacer las cosas más grandes de lo que son en realidad para hacernos los más grandes. Y si es por comparativa con tu amigo o tu cuñado, esa exageración está más justificada. Has de intentar convencer de que tú compras más barato, el chollo que nadie encuentra te lo has topado de frente.
En el tema curricular, siempre se le pone un toque de exageración, empezando con aquello de que se domina el idioma ingles “nivel medio” y que se sabe escribir en valenciano. Pero eso es puro maquillaje. ¿Quién no pone su mejor fotografía en un curriculum o en el perfil de Facebook? No querrán que pongamos las fotos en las que hemos salido peor parados. Porque hay que vender la burra, aunque la burra esté ciega en materia de idiomas.
El problema surge cuando la exageración pasa esa línea roja que la convierte en mentira. Cuando la burra no es trabajadora, ni es buena, “ni tiene vista”. Y en España esa burra nos la están vendiendo desde hace mucho tiempo.
Sería interesante hacerles el test a los 1.836 Diputados (nacionales y autonómicos) y senadores y cuantos nos han vendido una burra ciega. A ver que sale.