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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

De romerías y peregrinaciones

    Los caminos de nuestros pueblos, y muy especialmente los del Alcalatén, nos llevan durante los meses primaverales, de romería y peregrinación. Son tradiciones tan antiguas, que algunas se pierden en la memoria colectiva y su origen se desconoce con exactitud, aunque algunos estudiosos logran aproximarse, pero solo es eso, una somera aproximación. El pueblo se moviliza para implorar protección a la divinidad y a los santos, ante su debilidad por las desgracias y miserias humanas, tan constantes y desoladoras en los pasados siglos. L’Alcora se desplazó hace escasos días a la ermita de San Cristóbal, en su famosa Romería de l’Infant para pedir la lluvia. En este caso los niños, los puros e inmaculados niños en rogativa a la montaña más alta. El premio un suculento Rollo, con poderes curativos y protectores.

    Este fin de semana dos peregrinaciones recorren las tierras del Alcalatén. La archifamosa de Les Useres, y otra más modesta por las Ermitas de l’Alcora. Los trece elegidos de les Useres, iniciarán un camino que realizaron sus antepasados remotos a San Juan de Peñagolosa, para pedir salud, paz y lluvia del cielo. Es un acto de profundo contenido religioso, con ritual medido al milímetro y milagrosamente conservado en su genuino origen. Mucho se ha escrito y correrán todavía muchos ríos de tinta sobre este acto señero, televisivo en grado sumo, y admirado por propios y extraños. La dureza del recorrido, la aspereza del paisaje, lo asceta de sus protagonistas, la consueta trentina, la rígida normativa, la ternura del pueblo, la mística de sus oraciones y cánticos, los rezos populares, el hábito santificante, las anónimas barbas bajo un desvaído sombrero de fieltro negro, las frugales comidas, la mortificación de los cansados cuerpos...es un todo, que le confiere cierto dramatismo, y subyuga al observador por su peculiar desarrollo escénico.

    La riqueza cultural y social, pues todo un pueblo labora entusiasta para conservar este tesoro de sus mayores, es evidente. Y se manifiesta en el apoyo logístico, moral, sentimental, de afirmación identitaria y orgullo de comunidad. Las tierras del Alcalatén son ásperas, comparadas con las regadas alfombras de la Plana, tan verde como rica en aguas. La sequedad de la montaña es consustancial, a la tosquedad del carácter de estas gentes, acostumbradas a las privaciones y al sufrimiento. ¡Cuan rigurosa y extrema promesa fuere, la que movió a este grupo de curtidos hombres, realizar este calvario! . Los que hemos caminado junto a ellos con los ojos abiertos, lo sabemos y por ello los admiramos. Y este supremo sacrificio, solo puede realizarse desde el ámbito de la fe cristiana, pues es al Dios Trino y Uno, al que invocan sus cantos continuamente, en el camino de encuentro con el Bautista precursor de Jesucristo.

    Seguramente los tiempos cambian y no siempre para bien, las motivaciones del peregrinaje actual, en nada se asemejan a los iniciadores, y su reto es conservar la máxima pureza de este tesoro religioso-costumbrista. Y no solo en el escrupuloso ritual, sino en las motivaciones más primigenias que motivó su andadura. La muerte de muchas de nuestras tradiciones, no solo se producen por el abandono y el olvido, también se puede morir de éxito. Pues a veces el reconocimiento y su pompa, nos conduce a traicionar los más sagrados cimientos, y caminar hacia una invisible pero imparable degradación. Dios no lo quiera.

    El ermitorio de San Juan de Peñagolosa, es destino de múltiples y escalonadas peregrinaciones, lo es de ésta de Les Useres, de Culla, Puertomingalbo, Chodos, Benafigos, etc... lo fue de Ludiente, hoy desaparecida y con aspectos muy similares a los Peregrinos de Useras. Y en todas sus aclamaciones, se refieren a pedir el favor de la deidad, con piadosa devoción en ese profundo canto del O Vere Deus, en todas sus variantes tonales. Grande debió ser la fe de aquellos hombres, y mayor su necesidad, para iniciar tamañas empresas. El hombre de hoy, desnortado y víctima de la paganización social, quiere ver en estos actos un retrato de sus perdidas creencias. O un recuerdo grato de su infancia, que le suavice su dura y compleja realidad. Lo bueno sería no quedarse con la foto, sino vivirlo con la mayor intensidad posible, pero para eso se exige un alto precio que muy pocos están dispuestos a pagar. Se llama compromiso y volverse como niños para abrazar al Jesuchriste audi nos, que claman los cantores, escalando la imposible Lloma de Bernat.

    En Alcora, se realiza la Peregrinación por las Ermitas, son treinta y tantos kilómetros de camino, desgranando sus estaciones de templo en templo, en forma de anillo y volteando el término municipal. De fuerte carga religiosa, pues sus participantes comienzan su andadura toda la Cuaresma y acaba en Pentecostés, este acto ha logrado revitalizar la vida parroquial, incidiendo precisamente en ese compromiso cristiano, perdido u olvidado. Paralelamente ha desarrollando también otros elementos costumbristas como la recuperación de salmodias antiguas, canto de los gozos de los santos, gastronomía, artesanía, recuas de acémilas, etc... que aunque en su conjunto el acto es de origen reciente, entronca con aquellas peregrinaciones más antiguas locales, la mayoría desaparecidas, cuyas pistas documentales se volatilizaron en alguno de tantos saqueos de archivos, al que nuestras guerras fratricidas nos tienen acostumbrados. Aún conservamos testimonio escrito de los Peregrinos de Lucena al Salvador de Alcalatén, en número de trece y con sacerdote acompañando.

    Así que este final de abril, por nuestras montañas se elevarán reiterados y múltiples cantos y plegarias en forma de rosarios, letanías a la Virgen María, requiems de difuntos, todo y más solicitando del cielo, aquello que el hombre más necesitaba hace siglos: Salutem, pacem et pluviam de caeli.

    Esa es la riqueza profunda y demasiado desconocida, de estos actos de fe extrema, y sacrificio probado. Que aún hoy en pleno siglo XXI, los seres humanos seguimos estando muy necesitados de todo cuanto estos peregrinos, seguirán implorando en su duro caminar. Que el Altísimo les escuche por el bien de todos.

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