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Por Vicent Albaro
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S.O.S robos a manta, e indefensión en Alcora

    La cuestión es tan alarmante, está llegando a tal nivel de paranoia que el día menos pensado salimos en el Caso, si aún existiera el famoso periódico de sucesos. A mi pueblo lo están saqueando un día si y otro también, o mejor dicho una noche si y la otra también. No hay caseta de aperos, ni chalet campero, ni masía ni edificación por modesta que sea, que no hayan violado los ladrones nocturnos que nada ni a nadie respetan. La última hazaña de estos “pernales” que han bautizado como la Banda del Cubalibre, han sido cinco masías en una noche, cinco que no es moco de pavo. Cinco casas de campo de gentes trabajadores, a las cuales conozco de primera mano, y cuya casa es modesta aunque acogedora, para disfrutar en verano y los fines de semana, con sus huertas, frutales, olivos y almendros. Por eso tienen objetos de rapiña para estos bandoleros viciosos, porque son agricultores a tiempo parcial y poseen herramientas varias, así como motosierras y motocultores, punto fijo de esta oleada de robos indiscriminados y múltiples.

    Cortan el vallado, revientan las puertas y ventanas con sus enrejados, saquean el interior y tienen la barra de comerse el jamón y brindar con cubalibres para celebrar su hazaña depredadora, su infame violación a unas gentes humildes que no han hecho otra cosa en su vida que trabajar, ahorrar y disfrutar a tiempo parcial de sus pocos hobbyes como en este caso, la saludable vida en el campo. La psicosis ha llegado hasta tal punto, que cualquier furgoneta extraña o vehículo desconocido que circule por los caminos rurales, es mirado con desconfianza y hasta hay quien toma la matrícula, para llevarla al Cuartel de la Guardia Civil. Hay otros que se han ido a dormir al maset con la escopeta repetidora en ristre, por si las moscas. Porque aunque el robo de estos objetos pueda parecer nimio a alguien, es muy valioso para el poder adquisitivo de sus propietarios, a quienes no respetan estos Pernales de tres al cuarto, que entran por una puerta en el juzgado y salen por la otra. (Fuerzas del Orden Público dixint).

    Se veía venir que con la puñetera crisis la delincuencia se dispararía. Puede haber gente necesitada pero la hay también viciosa y delincuente. Para le gente necesitada existen servicios sociales de diferente índole para darles sustento y acomodo. Pero para el vicio el asunto está más complicado, pues no tiene freno, ni miramientos, ni moralidad, ni vergüenza, ni siquiera el mínimo exigible de civilizado respeto. Y con gentuza así es muy difícil lidiar. Con todo, el personal de la calle tiene una exacerbada sensación de desorden, injusticia, anarquía, impotencia, desprotección y abandono por parte del Estado, que parece que mime y proteja al delincuente, mientras a la gente de bien se la sangra, exprime y putea hasta el delirio. Porque no darle cobertura, protección y seguridad ante tanto ganster suelto, no hacer justicia ante delitos lacerantes y mirar para otro lado, es abandonar al personal a su suerte. Y con esa sensación de orfandad, no son raras actuaciones desesperadas de autodefensa. Y ya tenemos el lío formado.

    Llevo bastante tiempo hablando con gente mayor, me fascinan sus vidas por cuanto no se encuentran ni ubican en la sociedad actual. Muchos de ellos te manifiestan abiertamente que, todo cuanto aprendieron en su juventud, todo lo que fue la mayor parte de su vida, no tiene valor hoy en día. Es como si hubieran vivido en otro mundo. Ignorados por sus hijos, ajenos al desconcierto social y político, a las nuevas tecnologías, son como avis raris que pululan por un hábitat extraño que sufren, pero que no entienden. Y son precisamente esas gentes las que mayormente padecen estos desastres del latrocinio rural, tan constante y repetitivo como abominable y consentido. Víctimas de unos jueces bondadosos que no aplican la ley. O de una ley laxa y descafeinada. O de unas fuerzas del orden desmotivadas por lo inútil de su labor. Para acabar diciendo que, con Franco, sí el caudillo Francisco Franco se vivía mejor.

    Otros más cultivados en letras y números y hartos de tanto bandolerismo rampante, ya empiezan a cuestionarse este sistema agotado, insoportable e inservible para la mayor parte de la sociedad. Ya empieza a escucharse por foros y tertulias aquello tan rancio, como por desgracia tan actual que reza: Patria, Ejército y Doctrina Cristiana. Que Dios nos pille confesados y nos libre de la Banda del Cuba libre, del esquí suizo y de las Preferentes.

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