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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

Navidad del recuerdo

    Hacía más frío que ahora no me cabe la menor duda, aunque ello dé la razón a los gurús del cambio climático, hacía mucho más frío sin duda y por las huertas que circundaban el pueblo, la escarcha blanquecina cubría los bancales y hasta lamía los muros de las casas. El pueblo era más pequeño y recogido, el vendaval constructor no había masacrado las huertas de regadío con bloques de seis alturas de pisos, y las viejas sendas de entrada y salida del casco viejo, se conservaban idénticas desde siglos. Los tejados cubiertos la mayoría de teja moruna con pequeñas chimeneas humeantes siempre, esa era una parte importante de la calefacción, o estufas de leña con tubería de de chapa galvanizada y salida a la calle, y como no, el brasero en la mesa camilla y la estufa de gas butano. Para irse a la cama, la bolsa de agua caliente y mantas, muchas mantas de esas de merino estampadas, con tufillo a pachulí que te aplastan y casi te ahogan.

     

    En la tele de blanco y negro los anuncios del turrón del Lobo, del Almendro volviendo a casa por Navidad o Antiu Xixona, de los juguetes reunidos Geyper, el fort apache Comansi, las muñecas de Famosa se dirigen al portal, la Nancy, la magia Borrás, el Exin castillos, la cartuchera de pistola con petardos, patines, el arco con flechas y el colmo de los colmos, una bicicleta infantil con ruedas laterales para los novatos, esa bici nunca llegaría a tiempo…como la Bultaco Sherpa de mi amigo. La Navidad de aquellos años era fría y oscura, en diciembre los días son cortos y la noche cae temprana, unas pobres bombillas en las esquinas de la calle son toda la iluminación pública, salvo en la travesía que presume de farolas con poste de madera. Los domingos de Adviento huelen a churros y castañas, a paseo por la calle principal y un pequeño mercadillo de paraditas, allí venden chucherías y figuritas del belén de barro policromado. En la plaza España, las chicas de la sección femenina adornan un pino carrasco con lazos, paquetes de papel de colores y espumillones variados. Es nuestro árbol de Navidad y el centro de las doce uvas bajo la torre-campanario del Repés.

    En la Iglesia y los colegios, instalan un Belén con figuras grandes y hermosas. Los de casa son modestos y rústicos, nada parecido a los del actual concurso de belenes, hechos casi por profesionales. La cueva que no portal, es una vieja cepa de tempranillo cubierta con musgo, las piedrecitas son del río, el suelo es de serrín y más musgo, el río de papel de plata del chocolate, y alguno pone un espejo que asemeja un lago para los cisnes. Las figuritas toscas y de barro apenas tienen formas, el fuego de los pastores se hace con papel de celofán encarnado. La estrella guía con su estela, es de cartón recortado y más revestimiento de papel de chocolate, colgada al aire con hilo de pescar invisible. ¡Cuánto amor, cuánta niñez y bienandanza hay en ese humilde Belén!.

    Cierran las escuelas después de aprender de memoria los villancicos. Los Peces en el río, Campana sobre campana, la Zambomba, El Chiquirritín, Yo me remendaba y yo me remendé, etc. por la tele hay un festival al que asiste el Generalísimo Franco y cantan artistas, Raphael siempre interpreta al final su bella canción: “El tamborilero”. La lotería llena de ilusión los espíritus enjutos, y suenan por doquier músicas de tonadilla en voces de niños con mezcla de cifras y pesetas. En casa habrán preparado todo para ir al horno a cocer almendrados, rollitos de anís, cocas de moda y demás dulces para la fiesta. En el corral familiar, algún emplumado ha perdido el cuello para la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Menú, arroz en paella con pelotas. De postre los dulces citados con algo de turrón y con suerte higos albardados, acompañados de una copita de mistela y anís.

    Las reuniones familiares son multitudinarias, muchos parientes y mucha más chiquillería. La algarabía es total, casi insoportable. El fuego crepita y dora la estancia con cepas secas, sarmientos y leña de algarrobo y olivo. Se ha encendido con tomillos y romeros perfumando toda la estancia de un olor sublime, hoy imposible en nuestros hogares modernos. Después de cenar y departir en variados comentarios, dos hombres toman sus instrumentos musicales, una guitarra y una bandurria, se abrigan como si se marcharan a Siberia con gruesos tabardos, negras bufandas, boina y sombrero y salen a la oscuridad exterior. Van camino de la plaza de la iglesia, allí sobre un viejo camión interpretarán una ancestral música, mientras un vocalista se alza sobre el murmullo general que emite el público asistente. Siempre en nochebuena y al acabar la misa del Gallo.

    Unos delicados versos: “En esta noche tan clara/ del día de Navidad,/ nace de vos Virgen María/ todo un Dios hecho bondad”. La voz del solista se escucha por toda la plaza, retumba en las oscuras callejuelas esa copla que conforma el pié, la repetitiva cuarteta que ha inspirado la compleja obra del poeta, mientras el coro de tenores y barítonos responde con insistencia la misma copla. Vibran instrumentos de cuerda, pandereta, violines, castañuelas, algún clarinete, todos bajo la atenta mirada del maestro. La música enerva a los asistentes, “! Ai, Gallo!” suenan gritos de ánimo al valiente cantador que desgrana este himno solemne, antiguo y viejo. Casi tanto como el pueblo. Es un canto señero de identidad y nostalgia, de reatas trajinantes y aperos de labranza. Es un canto de amor a la Madre de Dios, hecho e interpretado por el pueblo sencillo. Sin más teología que la espontánea sensación de la humana maternidad. La misma por la que nace su Cristo del Calvario, hecho ahora indefenso niño.

    Y quienes esto entonan, tocan y repican, abren en contenida emoción, las carnes de unas gentes aguerridas y abiertas al mundo. Pocas veces, pero lo he visto con estos ojos que se llevará la tierra. He visto a hombres lejanos de Alcora hacérseles un nudo en la garganta. Hombres rudos y hasta fieros, que al sonar en una modesta cinta de casette, el rítmico canto de la ALBÁ…se han estremecido, y una lágrima rebelde les ha delatado. Demostrando a las claras que es nuestro himno. Nuestro santo y seña, nuestra Muixaranga particular. Es el aliento y el pálpito de nuestro pueblo, como suena y no exagero para nada. Que una andanada de sol, ilumine nuestras vidas de paz y fraternidad. FELIZ NAVIDAD.

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