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Por Vicent Albaro
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La decisión de Pascual Batalla

    Se fue una tarde gris de viernes de junio, la onomástica señalaba san Isaac, desconozco si es el mismo que hijo del patriarca Abraham, a punto de ser sacrificado entre zarzas en un altar del monte Nebo. Se fue Pascual Batalla de la sede de los parañeros, Apaval, ese mohíno día. La fotografía de prensa lo muestra cabizbajo, triste y apesadumbrado. Había presentado su dimisión en una tensa junta directiva, ante sus más fieles y desconcertados colaboradores. Tocaba hacer penosa elección, y había elegido la política primero y después Apaval.

    Conozco a Batalla hace años, y apuesto a que esta determinación le ha costado interminables noches de vela. Porque entre otras cosas conjuga ambas pasiones, y el destino le ha jugado una mala pasada ya que al decidir entre la una o la otra, deja heridos en ambos bandos. Pero en especial entre los sufridos aficionados al parany, que a fuerza de tristezas y renuncias veían en su persona, una figura mítica que salió a hombros de las Cortes Valencianas, aquel día de octubre, en que se modificó la ley de caza. En poco tiempo, ha pasado de héroe a villano para muchas personas, que le habían confiado sus ilusiones y anhelos más íntimos y apasionados.

    Ahí es donde le va a doler a Batalla. Y él lo sabe. El mundo del Parany se debate en agónica supervivencia, ante los ataques inmisericordes de gentes que no escuchan ni negocian, y su credo es la prohibición a toda costa. Es la ideología de Esquerra Unida-Compromís-Iniciativa y demás partidos radicales de izquierda. Es con esa gente, con quien se ha unido Batalla para gobernar su pueblo, o sea Vila real, y eso se entiende mal por quienes han sufrido y sufren lo indecible, para poder practicar su afición, aunque sea restrictivamente. Batalla lo sabe. Por eso no ha de extrañarle que haya conductas exacerbadas que le tachen de traidor, aunque en el fondo no lo sea. Pues dudo que nadie, repito nadie, le haya dado tanto al Parany como Pascual Batalla Llorens.

    Pero ésta, -la del Parany- es un afición visceral que roza el apasionamiento, y nubla la mente. Con estos mimbres nada es de extrañar de cuanto acontezca, pues la misma virtud que resiste a prueba de bombas, el sostenimiento de esta afición centenaria; se trastoca en saña, por un conato de aparente traición como el que nos ocupa. Podrá explicar mil y una argumentación sobre política municipal, anhelos, proyectos futuros, pasados desdenes, ambiciones inconfesables, altruismo más o menos remunerado en el consistorio...lo que no le entenderá casi nadie a Batalla, es la alianza con el supuesto enemigo, así como el (supuesto) desprecio a quienes le abrieron puertas y despachos de Consellerías en Valencia.

    El español es iconoclasta por naturaleza, y poco le ha durado a la plebe la imagen de Batalla en el altar parañero. Como a las estatuas romanas de prebostes caídos en desgracia, la han decapitado a la primera de cambio. El presidente de los parañeros ya había optado por dimitir ante su Junta Directiva, lo cual le honra, pero el daño a mucha gente que confiaba ciegamente en él, estaba hecho. Su tiempo de hábil equilibrista entre la política nacionalista y el mundo parañero tocaba a su fin. Es el sino de los líderes, no se puede contentar a todos y menos en este caso. Batalla tiene sobre sus espaldas las dos caras de la moneda, los gratos efluvios del poder por un lado. Por el otro, un amor inconmensurable por todo lo que huela a tordo y parañ, a tradición añeja, a esparto y reclamo, revestido con ropajes de añoranza y devoción familiar. Y ese sentimiento se le pone en tela de juicio, ahora mismo.

    Batalla comenzó la lucha por la defensa del Parany en Grecia, en una convención de cazas tradicionales europeas, le acompañaban el difunto secretario Fernando Domínguez y el vice-presidente de entonces, el bravo e irreductible almazorino, Francisco Francisco Arenós, allá por el 1998. Ha llovido mucho desde entonces, y el mundo parañero ha ganado muchos enteros gracias a Apaval y a su ex presidente Pascual Batalla. Europa reconoce a los parañeros, porque la problemática es similar en otros muchos países, que padecen la tiranía de los ecologistas más radicales, contrarios a todo lo que suene a caza, se llame como se llame, pues su lucha va por fases. Y la meta es la prohibición total, como los toros.

    Suerte Amigo Batalla, la vas a necesitar. En la política festejarás con gentes, que escuchan poco y dogmatizan mucho. Que cuidan poco las formas y que te harán tragar sapos en cuestiones íntimas, sobre todo religiosas y que en la Vila real de San Pascual, están muy arraigadas. Un Menage a Quatre, no suena muy bien, es casi un intercambio de pareja o media orgía. Pero tienes tablas y te deseo lo mejor. Y sé que en cuestiones parañeras, no andarás muy lejos y estarás presto si se te requiere.

    En cuanto a los parañeros que han confiado en Miguel Ángel Bayarri como nuevo presidente, decirles que tienen a un bravo, no es Batalla, pero si batallador. Con dotes y experiencia para tripular la nave APAVAL en la dura travesía y alcanzar Ítaca. Que como en la obra de Homero, siempre hay sirenas que nos desvían del rumbo e impiden la llegada al destino previsto, como en el caso de Pascual Batalla, que tomó una decisión épica, al fin y al cabo su decisión personal, libre e intransferible.

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