elperiodic.com
SELECCIONA IDIOMA
Valencià
Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

La burra de Juanito

    Los viajeros que transitan por la comarcal a Teruel a su paso por la aldea de la Foia, lo habrán visto. Un hombre de mediana edad que lleva del ramal, un asno cargado de productos agrícolas y al lomo en su saria de esparto, como Dios manda y ha sido desde tiempo inmemorial.

    Juanito no tiene coche ni moto. Juanito tiene una burra que le alivia en sus tareas agrícolas y usa para todo. Monta, labra, transporta, estercola, sirve de mascota y hasta ostenta el noble oficio de portar el estandarte de San Antonio Abad, en el día de su fiesta cuando se encienden las hogueras y se reparten dulces y licor.

    Si viviéramos en otro país, Juanito se estudiaría en los libros de texto de los escolares, y sus maestros, harían cola con sus alumnos para palpar el modus vivendi del personaje, en una memorable clase de etnografía viva y real. De cómo vivían sus abuelos, a pelo y sin necesidad de documentales al uso, ni gasto en imprenta. Pero no, eso ya sabemos que es pedir un imposible, por más letanías que roguemos a Santa Rita patrona de los ídems.

    Pero además Juanito y su burra, conservan todos los aperos seculares a modo de museo casero, de un tiempo muerto que ya no volverá. Un lujo costumbrista inédito y por lo visto, infravalorado, en manos de un hombre joven, que decidió seguir los pasos de sus padres, ignorando los cantos de sirena que en su día enajenó a la juventud, para ir a las fábricas de cerámica y ganar un sueldo fijo, ofreciendo seguridad, comodidad, modernidad y toda clase de lujos, al precio de aniquilar un sistema de vida que había perdurado siglos.

    No hace mucho me encontré a Juanito apesadumbrado, su burrita se había muerto. Inocente de mi le consolé y le animé a comprarse otra acémila más joven y briosa, con que seguir en su encomiable resistencia rural ante el espejismo que nos había cegado a todos, y que él mismo así se lo manifesté, representaba una heróica resistencia.

    Pero Juanito estaba desolado, no sólo por la muerte de su fiel compañera que también, sino porque no tenía ninguna posibilidad de comprar otra, debido a los complicados procedimientos administrativos, gastos y burocracia que se cernían con la compra de un nuevo équido. Blasfemando y soltando improperios, los propios de alguien que se siente dolido y abandonado, maltratado ante su plan de seguir conservando su forma de vida. Voluntariamente elegida a modo de celibato monacal laico, ante los oleajes manipuladores que nos arrastran, a nos ser uno mismo, sino lo que otros poderosos te embotan y pretenden que seas.

    Me habló de un microchip, guía de transporte, legalización de cuadras, obtención de un carnet, papeles indescriptibles y derivados, algo que le suponía una montaña imposible de escalar, en su sencilla e inocente personalidad. Concluyendo al final de sus quejas, que se había acabado su relación con la burra y todo lo que había representado hasta ese momento. Exclamando un sonoro. “Sólo quieren robarme el dinero y complicarme la vida, y por ahí no paso”. Se acabó.

    Me quedé de una pieza. Que en una aldea de ciento cincuenta habitantes, donde solo queda una burra, ahora ni eso, pretendan que esta persona trague con esa pesada carga burocrática y administrativa, impuesta por políticos y funcionarios desde un lejano despacho, es sencillamente demencial. Como también lo es, denunciar a un pobre y anciano labrador por cortar dos docenas de cañas del río, para alzar su barraca de tomates en la huerta colindante. Es de locos. Y comienzo a pensar en serio, que nos hemos vuelto todos locos de remate.

    La pesada maquinaria burocrática funcionarial, cara e insostenible en estos momentos, se había cargado a Juanito y a su burra. Y con él, a todos los aperos históricos que acabarán en la misma hoguera festiva, en que Juanito engalanaba su burra con mandiles, cabezadas, pitrales y demás parafernalia arriera, para rezar a San Antón en el día de su fiesta.

    Enhorabuena burócratas. Lo habéis conseguido. Uno menos, y suma y sigue. A fin de cuentas aquí el que no paga impuesto revolucionario para sostener prebendas, no tiene derecho a vivir. Qué pena y qué asco. Y ojo con los de la veterinaria, porque a fuerza de exprimir a los cuatro idealistas que quedan con caballos, mulos y burras en las cuadras, un día de estos os quedáis sin trabajo.

    Pero siempre les quedará el perro cagaaceras y parques, meaarbolitos, en manos de dueños gorrinos e incívicos para ir malviviendo. Qué pena de país, a lo mejor si Tele 5 o Canal 9 hubieran filmado a Juanito labrando sus olivos del Viñé, narrando extasiados su epopeya, esto no hubiera pasado. Y es que lo que hoy en día no sale en la TV, es que no existe. ¡!!Arre burra!!!

    Elperiodic.com ofrece este espacio para que los columnistas puedan ejercer eficazmente su derecho a la libertad de expresión. En él se publicarán artículos, opiniones o críticas de los cuales son responsables los propios autores en tanto dirigen su propia línea editorial. Desde Elperiodic.com no podemos garantizar la veracidad de la información proporcionada por los autores y no nos hacemos responsables de las posibles consecuencias derivadas de su publicación, siendo exclusivamente responsabilidad de los propios columnistas.
    Subir