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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

Amantes de Teruel y Alcora

    Aprovechando la onomástica de San Valentín por lo del día de los enamorados, y la sensible armonía de la amorosa conmemoración, me he propuesto andar por los caminos que ha transitado la relación entre Alcora y Teruel, dada la añeja transmisión entre ambos pueblos y que no tiene nada de extraño, entre otras cosas por su similar cultura y proximidad geográfica, pues como dice el ínclito Federico Jiménez Losantos –oriolano tremedalista de pro- hay más turolenses en Valencia y Castellón, que en la propia Teruel y provincia.

    En nuestro caso la cohabitación con aragoneses es histórica, de hecho muchos repobladores tras la reconquista de Jaime I lo fueron. Nuestro Ximeno de Urrea lo era. Pero ya en el siglo XX, década de los sesenta cuando se inicia la expansión fabril azulejera, muchísimos aragoneses se instalan en la villa de forma permanente. Y vinieron de Mora, Rubielos, la Puebla, Mosqueruela, Linares, Nogueruelas, Cantavieja, Iglesuela y etc…Así que la mitad o más de mis paisanos tienen pedigrí aragonés, eso sí colindantes con otros pueblos castellonenses que son más de allá que de acá, como el Puertomingalbo, Cortes, Zucaina, etc…y según las crónicas de la época, buenos y formales trabajadores. Como colofón el colegio La Salle Inmaculada estaba regentado por hermanos profesores de la provincia de Teruel, caso de Monreal del Campo y Calamocha. Además realizaban intercambios de alumnado con el colegio lasaliano turolense, por lo que el círculo estaba completado. Muchos alcorinos, ante la ausencia de centros de enseñanza en la localidad, cursaban sus estudios secundarios fuera de Alcora, y entre ellos en Teruel. Las empinadas cuestas y curvas del Ragudo son bien conocidas por estos pagos, además de la plaza del Torico y las consabidas fiestas de la vaquilla entre otros eventos jaraneros.

    Hubo un tiempo en que conseguir un coche era más fácil en Teruel que en Castellón, y hasta más barato. Eran los tiempos del Renault 5 y del Seat 124. Mira que ha llovido y como han cambiado los tiempos, buscar influencias para conseguir que te den un coche y no hacer colas. Lo mismito que ahora. Así que la relación entre ambas comunidades es vieja y arraigada. Y uno irá preguntándose adónde quiere ir a para este cronista semanal, pues a hablar de una relación amorosa y vital, sin pararse a pensar en fronteras geográficas y menos aún lingüísticas, pues en el Castillo de Villamalefa a tiro de piedra del monte sacro de San Cristóbal, hablan un castellano amañado (de maño se entiende) que es una delicia, así que somos tierra de frontera administrativa y lingüística, pero no de cultura y costumbres. En la cultura agraria secular no había diferencias en los vegetales ni en los aparejos, salvo en la nomenclatura y no siempre. Terrenos empinados y quebrados, abancalados, de sequías demoledoras y con afanosa virtud protectora de fuentes, con sendas de herradura a lomos de mula, las tenemos en la provincia de Castellón y de Teruel por igual, recordando aquello del Sistema Ibérico cuyas últimas estribaciones son el Peñagolosa, y que Castellón no es la plana sino la segunda provincia más montañosa de España.

    Medio Castellón sube a las ferias de Cedrillas, Cantavieja, Mosqueruela, etc… como si hubiera un revolving al solar nato, como una afirmación racial o de pertenencia original. Al margen de las bellezas de estos acogedores lugares, tan bien conservados en su arquitectura original, y no como otros que yo me sé. Con su gastronomía tan auténtica basada en la naturaleza del paisaje, cocina tradicional y en dos elementos de fuerte empaque culinario: el jamón y el cordero. Así que subir a Teruel bien vale una misa, o una fiesta de los Amantes que por San Valentín, recrea la historia amorosa de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, transformando Teruel capital, en un grandioso escenario medieval al aire libre y “fresco”.

    Y como reza el refrán y nuestro santo y seña local : “Allí donde irás te encontrarás a uno de Alcora”, eso lo sabe bien mi paisano y aragonés, pero alcorino hasta la médula, el Dr. Jose Luis Esteban que ha paseado Alcora con el tambor y la tauromaquia por la piel hispana. Pues como iba diciendo… en Teruel y sus Bodas, un grupo de alcorinos andará este fin de semana de batallas, desfiles y amoríos con los turolenses amantes. Y es que amor con amor se paga. Un idilio de varios años que sigue en vigor entrañable con gentes de esa bella ciudad mudéjar. Ellos que también se han trasladado a Alcora con armoniosa hermandad para la fiesta de Al-qurá. Vestidos de almogávares, de caballeros fieles al rey, de pregoneros, de músicos, de comerciantes, de mercenarios, de clérigos, de templarios y de beguinas, de…amistad en definitiva. De cariño impreso en el amor por el mundo del medievo, plasmado en su mayor pureza. Por eso no os extrañe que los de Urrea, entren con las tropas del rey de Aragón por la puerta de Daroca, ante un Teruel expectante al drama que acecha a dos jóvenes enamorados. Formar parte, aunque sea como extras mal pagados, de esta bella historia no tiene precio. Lograr la amistad de los bravos turolenses, siempre recatados, cautos y reservados, es un goce humano sin parangón. Son como los vascos, herméticos y difíciles de entrar en superficialidad, pero amigos de por vida en la verdad por delante, y en justa correspondencia. Como debe ser.

    Así que nos vamos de Bodas y bodicas. A Teruel por un beso. A disfrutar de dos jóvenes que reviven anualmente, la más bella historia de amor. Un hecho real que inspiró a don Guillermo Shakespeare su Romeo y Julieta, a Fernando de Rojas y otros. Así que amigos, con el permiso de la anfitriona Doña Raquel Esteban, vayan preparando el vino de nueces, la sopa de almendras, el cordero y el buen vino tinto, que los hombres y mujeres de Urrea, cabalgamos hambrientos de fiesta, de manjares y sobre todo de amistad. ¡Dispierta Fierro!.

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