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Por Vicente Piqueres Monzonis
El Caballero del Komián - RSS

Una fecha memorable

    Para la gente normal y corriente, la que vemos o tratamos todos los días, puede que resulte un día más, pero para la familia Piqueres, de Burriana, no fue así, porque para toda ella (los que quedamos), fue muy relevante por los motivos que voy a narrar. Todos ellos verídicos y dignos de tener en cuenta para la historia.

    El Consistorio Municipal, existente en dicho día, abre una vía publica, en la periferia de la ciudad, concretamente por los aledaños de lo que antes fuera la “Estacioneta de La Panderola”.

    Casi precisamente, siendo, quizás, que fuera allí, donde la familia tenia una especie de “horteta” que abastecía, en parte, a la familia, de hortalizas y algunas frutas.

    Es una casualidad pero es así.

    Y resulta que dicha vía pública lleva por nombre “Carrer de Vicente Piqueres Martí, mi queridísimo padre q.e.p.d. El cual cuando concluyo la obra y toda su labor volvió a la suya de Carpintero, artesano, sin dar la más minima importancia a lo que había realizado, y de una forma natural, muy de acuerdo con su carácter de pensar, discurrir, ejecutar de acuerdo con la lógica, hablar poco y trabajar mucho.

    Ese era el carácter de mi padre, ya desde muy jovencito. No obstante el maestro que tuvo, también Vicente Piqueres Monserrat, fue un Cabeza de familia, bromista, pero muy recto en sus convicciones y respetable profesional y personalmente.

    ¿Motivos? Por circunstancias, que ya han sido citadas en otras referencias, Él fue el Maestro de Obras y Director Técnico en la reconstrucción de la Iglesia, Capilla y la Torre Campanario, el cual fue dinamitado y voló por los aires aquella mole de piedra, mediante 32 cajas de dinamita bien preparadas y estudiadas, en tres explosiones que, un dinamitero, hizo explosionar en la madrigada del día 5 de Julio de 1938, destruyendo en su caída cuanto pillo por sus alrededores.

    Pero apartemos aquel luctuoso hecho y, centrados en el que nos ocupa, empezaré por decir que a las 12 del mencionado día sonaron en vuelo las campanas en honor del homenaje que se le hacia a Vicente Piqueres Martí, cuando empezó el acto.

    Primeramente el Sr. Alcalde Don José R. Calpe Saera acompañó a su hijo Vicente Piqueres Monsonís a descubrir la placa, que estaba rotulada con el nombre del Maestro, quitando la banderita de la Ciudad, que la cubría.

    Seguidamente, también entre los dos, depositaron una corona de laurel a los pies de la Columna que sostenía la placa con el nombre.

    Seguidamente el Sr. Alcalde indicó que si alguien de la familia deseaba pronunciar unas palabras podía hacerlo, a lo cual se avino su hijo Vicente diciendo que el deseaba decir algo, y el pequeño discurso que pronunció fue el que sigue para que lo recuerden los asistentes o que se enteren los que no pudieron asistir al acto:

    DISCURSO SOBRE LA INAUGURACIÓN CALLE:

    “La verdad es que no sé por donde empezar debido a la emoción. Pero vamos allá.

    En primer lugar quiero advertir que estoy considerado psicológicamente hablando

    como una persona sentimental-apasionada. Por ello si en el transcurso de mi alocución notáis en mí algo raro, no hagáis caso. Son cosas del guión porque me hicieron así, y mi sensibilidad es muy sutil.

    Comenzaré diciendo que este día, con sus emotivos momentos, los he estado esperando durante mucho tiempo, años, pero por fin llegó, no sin antes haber observado mi hija, María José, con la colaboración de Mariola Aguilera, que quizás me halle ya en las postrimerías de mi existencia, 86 años son muchos, al haberle dado un empuje final en el Consistorio del Municipio, particularmente por haberse interesado también el Señor Alcalde J.Ramón Calpe y Quique Safont, que han colaborado eficazmente en que así se hiciera, comprendiendo que ya estaba bien de promesas y era preciso actuar sin mas contemplaciones.

    Este acto o evento, como queramos llamarle, se hace con motivo de que se abre, en Burriana, una nueva vía pública que lleva por nombre “CARRER DE VICENTE PIQUERES MARTÍ”, que en su día fue el Director Técnico y Maestro de Obras, para levantar en la Plaza Mayor, el Emblema de la Ciudad, la Torre-Campanario, que fue dinamitado y saltó por los aires aquella mole de piedra, destruyendo, con su caída, la Iglesia Parroquial, Capilla de la Comunión, y cuantos edificios pilló en sus aledaños, de unos 300-500 metros de circunferencia o diámetro.

    D. Elías Milián fue quien metió en este “fregado” a nuestro padre, con el beneplácito del Sr. Arquitecto D. Enrique Pecourt , de D. Juan Granell y la Comisión que se creó

    Pro-Campanario.

    VICENTE PIQUERES aceptó gustoso el reto o envite que le plantearon, sobre todo D. Elías y el Arquitecto Sr. Pecourt, no sin cierto recelo dada la circunstancia de que su oficio era el de Carpintero y no el de Constructor, pero los señores que he citado, especialmente D. Elías, algo verían en él (yo no he podido saber el QUÉ) cuando, durante las obras de la reconstrucción “alguien” escribió un articulo en el Buris Ana, de aquel entonces, calificándole de CONSEJERO PROVIDENCIAL DEL SR. ARQUITECTO. ¡Nuestro padre, Consejero de un Arquitecto! Sorprendente.

    Dicha calificación dice mucho en favor del carpintero VICENTE PIQUERES, y en verdad nosotros, que hemos vivido con él, hemos saboreado también todos sus desvelos y preocupaciones por “aquello” en que estaba comprometido, aunque las dificultades más severas, porque las tuvo, las sufría callado interiormente, ya que, por su carácter, era hombre de pocas palabras, pero siempre concluyentes. .

    Mas yo digo, como Galileo cuando aseguraba que se movía, y lo repito, que a pesar de todo, VICENTE PIQUERES seguía siendo Carpintero. De donde sacó esa faceta de verse comprometido en la construcción de un Campanario, lo ignoro, pero así fue y lo demostró en que ahí está presente todavía, y lo que estará, sin una grieta, sin fallos ni errores de ninguna clase, ni accidentes, entero después de 69 años y sigue en pie, El Templat, una obra Emblemática y orgullo de Burriana.

    ¡Ah! Y es la Torre más alta de toda la Comunidad Valenciana, 51,10 metros sin contar las pirámides finales en cada ángulo de la terraza.

    Verdaderamente VICENTE PIQUERES se merecía un homenaje como el que estamos celebrando, porque fue el “alma Mater” de la obra, donde puso los cinco sentidos, sabiduría nata, erudición y voluntad en tal edificación. En este paréntesis de su carrera profesional fue donde lo entregó todo de sí.

    Por eso en Burriana se le pregunta a mucha gente: ¿Qui ha fet el Campanar? y la respuesta es: Un Fuster que li deien PIQUERES. Y se quedan muy extrañados.

    Pero yo quiero salir al paso y manifestar que detrás de tantos halagos y lisonjas que se le pueden o podrían hacérsele a mi padre está, y así quiero hacer constar, ineludiblemente, el equipo que él creó con su ojo clínico profesional. Tuvo bastantes colaboradores pero, para evitar el hacerme demasiado extenso en mi exposición, citaré solo unos cuantos, los más destacados de toda la comparsa como fueron:

    CARPINTEROS: Pepe Piqueres, Urbano, Ismael, Tafol, Juanito Piqueres, etc.

    ALBAÑILES: José Lleo, Quico Piquer, Juan López, Heredia, Fortea, Girona, etc.

    CANTEROS: Ximo el Pedrapiquer, Pepet Ros, Ximo Broch, Vicente Salais, etc.

    TRANSPORTES: Pepet el dels carros, Melchor Aixerés,

    Aparte de estos, que fueron los más relevantes, hay muchos más que trabajaron ocasionalmente, según las circunstancias lo exigían, aparte, también, de otros que colaboraron como proveedores.

    Para todas estas personas, en particular para el equipo citado, es mi deseo expreso que este homenaje sea extensivo, ya que cada cual puso de su parte cuanto se le pidió.

    FUE LA OBRA DE TODO EL CONJUNTO QUE, BAJO LA BATUTA DEL DIRECTOR VICENTE PIQUERES, BURRIANA VOLVIÓ A TENER “SU TEMPLAT”, MÁS ALTO Y MÁS ESBELTO QUE EL ANTERIOR, HACIENDO CON ELLO HONOR A LA FRASE DEL CARDENAL TARANCÓN “BENDITA FANFARRONERÍA” LA DE BURRIANA”.

    Después cerró el acto D. José R. Calpe, con un pequeño discurso muy elocuente y diciendo también que ya era justo y necesario este homenaje: primero por la labor realizada por el citado Maestro y su equipo y segundo que ya estaba bien la espera de 68 años para que se realizara este evento que si no fue antes por unas u otras razones, no era su deseo que se dilatara mas.

    Nos agrupamos unas 50 – 60 personas, por el homenaje a mi padre y a la vez para arroparme a mi, que era bien notorio el nerviosismo y la emoción que llevaba encima.

    Una vez finalizado el acto nos trasladamos al Bar-Restaurante LA BRASA muy cerca de la calle, donde los asistentes no dudaron en acompañarnos a toda la familia en el vino de honor que con mucho gusto les obsequiamos.

    A las 4 de la tarde, hora en que abre las puertas el Campo Santo, nos trasladamos personalmente a depositar la Corona de Laurel junto a la tumba donde reposan los restos de aquel pequeño carpintero, Vicente Piqueres Martí, el artífice, con su excelente equipo, del TEMPLAT, Emblema y orgullo de Burriana.

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    comentario 1 comentario
    Un Sesentón (Ahora 70)
    Un Sesentón (Ahora 70)
    19/05/2014 03:05
    Por fin

    Nunca es tarde si la dicha llega. Mi enhorabuena a toda la familia Piqueres. Me hubiera gustado poder asistir al acto, pero por circunstancias imposibles de eludir no me fue posible.

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