GANDIA | REPORTAJES

Las humildes historias de dificultad que se esconden tras los 56 millones del segundo premio repartido en el Grau de Gandia

IÑAKI LÓPEZ - 22/12/2020 | Fotógrafo: Iñaki López

Bea, una hostelera con las complicaciones del sector por la pandemia, y una madre de familia que va a cumplir su sueño de comprar una casa junto a su pequeña y su marido

Detrás de los grandes premios de la Lotería de Navidad hay historias de dificultad, de superación y de mucho sacrificio.

Cuando ha salido el segundo premio, en la administración La Barreta d’Or se han vivido un cúmulo de emociones. A la vista de todos los vecinos del barrio pesquero del Grau de Gandia, el propietario, Marcos Bolo, festejaba poder repartir más de 56 millones de euros por los casi 400 décimos premiados que ha repartido.

Cuando todavía la expectación era mínima a las puertas de este punto de felicidad, de repente ha aparecido una familia de Gandia exhausta de alegría, con un pequeño en brazos y con una botella de champagne en las manos dispuesta a ser descorchada por todo lo alto.

Gritaban y celebraban que el número 06095 les acababa de dar 125.000 euros.

Con la felicidad permanente en sus rostros, la afortunada de la familia gandiense a la que le ha tocado el segundo premio ha explicado sus intenciones: “Lo primero que voy a hacer es comprarme un piso, mi hija está en el colegio y yo estoy súper nerviosa, nos han tocado 125.000 euros”.

Con nervios y sin terminar de creérselo del todo, esta joven madre detalla las dificultades que están viviendo porque “estamos de alquiler y vamos a comprarnos una casa, por fin dejaremos de pagar el alquiler porque no nos dan ni una ayuda”.

Comprobado que el dinero ganado va destinado a mejorar su calidad de vida, además de la de su pequeño y su marido, la joven relata cómo ha sido el momento en el que se han dado cuenta que tenían el décimo premiado: “Nos hemos levantado corriendo los dos, casi nos entra un ataque de la felicidad, por eso no hemos dudado en venir hasta la administración a celebrarlo por todo lo alto”.

Con la botella de champagne ya descorchada y entre gritos y bailes, la familia explica que “tenía 37 números y este es el que me ha tocado, hace mucho que lo compré”.

Al no ser un número típico, incluso catalogado como ciertamente extraño, la agraciada con el premio ha confesado que “mi marido siempre me está diciendo que coja números raros, por eso cogí este que ha sido premiado, porque él los quiere raros; y nos ha tocado”.

Las sensaciones de la familia eran inmejorables, por fin podían ver cumplido su sueño de adquirir una vivienda en propiedad y mejorar su calidad de vida, ya que las consecuencias de la pandemia del Coronavirus no han pasado desapercibidas.

Una hostelera en apuros

Otro de los momentos más emotivos de la mañana ha sido la llegada de Bea, una hostelera de Gandia, que en un primer momento ha entrado en la administración tan solo para felicitar a su amigo Marcos Bolo por repartir semejante cantidad de dinero.

Tras tener este bonito gesto con su amigo, Bea se ha ido a casa, momento justo en el que se ha dado cuenta que ella también era una de las afortunadas que había comprado el décimo con el número 06095.

Corriendo ha vuelto a la administración, y a duras penas por su intensa emoción y sus lágrimas en los ojos explicaba cómo se sentía.

Las lágrimas que se apreciaban por encima de su mascarilla cobraban sentido al entrar en sus circunstancias.

Bea es una hostelera de Gandia que, como la inmensa mayoría del sector, está pasando las dificultades del momento actual que ha provocado la pandemia del COVID-19.

Incluso le costaba articular palabra, pero ha sacado la fuerza de sentirse afortunada por la Lotería de Navidad y ha explicado que “compré el décimo en verano, justo este número porque la señora que iba delante de mí se llevó 5 o 6, así que yo también lo cogí”.

Bea confiesa que el premio de los 125.000 euros “lo voy a destinar a pagar cosas, tapar agujeros y disfrutar, aunque sea un poco”.

Detalla que “me he enterado porque he venido a felicitar a Marcos Bolo, el propietario de la administración, y al volver a mi casa he visto que yo tenía uno de los décimos premiados, así que me he puesto a saltar y a gritar de felicidad; estoy muy contenta porque es una gran alegría en los tiempos que corren de dificultad”.

“Tengo un bar y son muchísimas horas trabajando, los hosteleros lo estamos pasando muy mal”, estas son las últimas palabras de Bea antes de que sus emociones la desbordaran por completo y se abrazara a quienes le habían vendido el décimo premiado meses atrás.

Fuertes emociones

En definitiva, se trata de una jornada en la que descubrir las historias de humildad y sacrificio que se esconden tras los afortunados por la lotería es lo que realmente otorga sentido a este día.

La emoción de la joven madre haciendo realidad su sueño de mejorar la vida de su familia y la de Bea, la hostelera de Gandia, refleja el porqué la gente sigue comprando año tras año los décimos y las papeletas de la Lotería de Navidad, porque aunque las dificultades actuales sean máximas por el virus, la ilusión por que llegue algo bueno siempre queda.

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