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La dureza de dos jóvenes enfermeras de Gandia que luchan de frente contra el COVID-19: “No somos capaces de asimilar la cantidad de muertes”

La dureza de dos jóvenes enfermeras de Gandia que luchan de frente contra el COVID-19: “No somos capaces de asimilar la cantidad de muertes”
  • María Ferrairó y Sara Mejías llevan meses en la primera línea de batalla y desde su planta COVID lanzan un importante mensaje de concienciación

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María Ferrairó y Sara Mejías son dos jóvenes enfermeras de Gandia que llevan luchando contra el COVID-19 desde hace meses.

No se quieren despegar de la primera línea de batalla, pese al riesgo que supone, porque su vocación les obliga a dar el todo por el todo con el objetivo de seguir salvando vidas.

Las dos enfermeras se encuentran en las plantas de Coronavirus del Hospital Francesc de Borja de Gandia, donde día tras día mantienen la ilusión de sacar una sonrisa a sus pacientes a pesar de las graves circunstancias.

Con un sinfín de sentimientos contradictorios por todo lo que la pandemia les genera en su trabajo y, por consiguiente, en su vida personal por la dureza de lo que ven, tanto Ferrairó como Mejías relatan en exclusiva a elperiodic.com sus vivencias en primera persona y de cara a la enfermedad que tiene en vilo a la población mundial.

¿Cómo os encontráis tras muchos meses de trabajo en primera línea del COVID-19?

Tras varios meses de trabajo nos encontramos cansadas. Cada día que vamos a trabajar llegamos con la ilusión y esperanza de que esté la cosa mejor, pero para nuestra sorpresa hay veces que sigue igual o peor. No se ve todavía la luz al final del túnel, pero aun así contentas de poder estar luchando y ayudando.

¿Esta tercera ola es la que más está afectando desde el comienzo de la pandemia?

Rotundamente sí. Desde fuera la situación se ve de manera distinta, pero la ocupación hospitalaria es mucho mayor de lo que podemos soportar.

¿Hay desespero entre los sanitarios?

Debido al cansancio de cada uno de nosotros, muchas veces hay situaciones que nos sobrepasan. Vivimos momentos de mucho estrés que están afectando en parte a nuestra salud tanto física como mental, pero a pesar de esto seguimos con ganas y sacamos fuerzas de donde no las hay para poder darlo todo de nosotros y que acabe esto cuanto antes. Pero siempre conseguimos sacar entre compañeros algún momento divertido.

¿Los sanitarios os llegáis a sentir sobrepasados por la cantidad de ingresos y muertos que deja la pandemia?

Sí nos vemos sobrepasados, en muchas ocasiones no podemos llegar a asimilar las buenas y malas noticias. Por ejemplo, un alta hospitalaria para un paciente podría ser un motivo de alegría, la cual no se llega a asimilar porque en pocos minutos la habitación está ocupada por un nuevo paciente que necesita el 100% de nosotros.

¿Cómo se vive el colapso sanitario desde dentro?

Sara: Tanto ahora como desde marzo que empecé trabajando con el COVID-19 en Madrid, es una situación desesperante. Tanto en la primera ola en Madrid como ahora existe un gran colapso. En el primer caso, la falta de recursos e inexperiencia del personal hicieron que la situación fuera desbordante. A día de hoy, aunque tengamos una mayor experiencia y recursos, el gran número de casos está haciendo que la situación sea incontrolable.

¿Se puede llegar a naturalizar la muerte tras vivirla a diario y con este alto ritmo por la pandemia?

En nuestro caso no somos capaces a día de hoy de normalizar el gran número de muertes que este virus está causando,  es decir, por muchos casos que haya día a día siempre acaba afectándonos de una manera o de otra, tanto como por el paciente como por los familiares.

¿La gente se concienciaría de la dureza de la pandemia viendo lo que se vive en el hospital?

Pensamos que mucha gente vive en una burbuja y no sabe la dureza de la situación. Pero creemos que si vivieran de cerca lo que pasan día a día muchas personas cambiarían de mentalidad y dejarían de actuar de una manera tan irresponsable.

¿Notáis agradecimiento por parte de los pacientes?

Para nosotras es una de las cosas que más especial hace de nuestra profesión. Algunas palabras, sonrisas o gestos de agradecimiento hacen que sigas día a día y te dan fuerzas para seguir con más ganas.  Además en esta situación que estamos viviendo, debido a la soledad de los pacientes, se nota mucho más el reconocimiento de ellos hacia nosotras, es muy bonito.

¿Tiene su punto positivo salvar vidas a pesar de la dureza de las continuas muertes?

Sí, es la razón por la que seguimos adelante. Porque, aunque no se escuchen, también existen las buenas noticias.

Has pasado el COVID-19 en primera persona y con síntomas, ¿cómo es vivirlo acostumbrada a tratarlo en los demás? ¿Has pasado miedo en algún momento?

María: La verdad que al principio me lo tomé de una manera natural, pensé que era algo a lo que estaba expuesta y que me podía pasar. Pero es verdad que, con el paso de los días, el saber y conocer muy de cerca lo que te puede producir este virus, me hizo sentir algunos momentos de miedo y agobio, pero para mí la peor sensación fue la impotencia de no poder seguir ayudando y tener que estar en casa sin poder hacer nada, al final intenté sacar fuerzas y pensar que pronto todo pasaría y podría volver.

¿Cómo definiríais lo que se vive en el hospital de Gandía de puertas adentro?

Hay sentimientos encontrados, por una parte, la incertidumbre de no saber nunca la evolución del virus, el miedo por lo que va a pasar, pero sobretodo la esperanza y ganas de luchar entre todos para acabar con esto cuanto antes.

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