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González Tornel: “La villa era un lugar donde llevar una vida diferente a la de la ciudad”

    "La vila era una contraposición del modo de vida urbano, un lugar donde llevar una vida diferente a la que se lleva en la ciudad y estar en contacto con la naturaleza” ha explicado el profesor Pablo González Tornel al comienzo de su conferencia “La villa: entre la humanización de la naturaleza y el retorno del hombre al mundo natural” dentro del curso de verano “Arte, naturaleza y jardines” que se ha iniciado hoy en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universitat Jaume I.

    Antes de iniciar un recorrido por algunas de las villas más destacadas de la época renacentista, el experto en Historia del Arte ha indicado que las primeras villas fueron las de los romanos y ha citado la villa toscana de Settefinestre, una explotación agropecuaria “permeable a una naturaleza todavía no dominada” y construida sobre una elevación que le ofrecía una visión privilegiada del paisaje.

    Tornel ha entrado en la época renacentista de la mano de la familia Medici, una saga que aprovechó la construcción de numerosas villas para extender su influencia en el ducado de la Toscana y ha hablado de la Villa Poggio, una construcción en forma de hache sobre una plataforma que intenta recuperar el espíritu de las antiguas villas romanas.

    Para hablar sobre las villas suburbanas, el profesor Tornel ha elegido dos ejemplos: la Farnesina y la Villa Giulia. De la primera ha comentado que su planta es la misma que la de cualquier casa de campo de hoy en día y que el 70% de su espacio está concebido para el disfrute del exterior. La casa contaba con unas vistas privilegiadas de la naturaleza y del río Tíber y con dos salones (la Logia de la Galatea y la Logia de la fábula de Amor y Psique), que permiten el esparcimiento y la relación con la vida natural.

    La Villa Giulia tiene una estructura telescópica que se convierte en una fachada hacia el patio, ha indicado González Tornel, quien ha añadido que “el espacio habitacional tiene una importancia nula” a favor de los elementos que están en contacto con la naturaleza, que también aparece en la decoración de las bóvedas.

    Por último, el profesor ha mostrado el Palacio Farnese, una vila que “deja de ser una estructura defensiva para convertirse en una vila”, con un claro deseo de ajardinar que se demuestra en el trabajo arquitectónico realizado para convertir los fosos y los precipicios; de la Vila del Tívoli, con una zona ajardinada que no se puede disfrutar desde la casa, pero que son “los más ricos en fuentes e ingenios hidráulicos”; y de la Vila del Príncipe Doria en Génova, una sucesión de terrazas que baja hacia el mar.

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