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Un científico de la UJI logra bloquear el proceso que provoca el alcoholismo en ratones

    Los cambios que experimenta el cerebro por el abuso de una droga y que finalmente derivan en una adicción están mediados por mecanismos moleculares. Un ensayo desarrollado por investigadores de la Universidad de Ciencias de la Salud de Oregón (EE UU) con la participación de un investigador de la Universitat Jaume I ha logrado identificar uno de esos mecanismos, interrumpirlo y, con ello, impedir la adicción al alcohol en ratones.

    El trabajo, publicado recientemente en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha desvelado por primera vez la acción del factor liberador de corticotropina tipo 1 (CRF1, en sus siglas en inglés), un neuropéptido, en el alcoholismo.

    «Hemos demostrado que los receptores tipo 1 para CRF son clave a la hora de permitir cambios en el cerebro inducidos por la presencia repetida de alcohol que subyace a la sensibilización a esta droga y que parecen facilitar el tránsito hacia la adicción», explica Raúl Pastor, del Departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la UJI y co-autor del estudio.

    El proceso de sensibilización conductual a las drogas de abuso se estudia en la investigación básica como una manera de detectar la presencia y persistencia de cambios en el cerebro (neuroadaptaciones) que son producidas por la exposición crónica a estas drogas.

    «Dichos cambios neurológicos pueden ser responsables de la compulsión y falta de control sobre el consumo de drogas de abuso que caracteriza a la adicción. Las drogas de abuso, como el alcohol, producen cambios en el cerebro en sistemas involucrados en el aprendizaje y la memoria así como en sistemas que participan en el control de la emoción y la motivación», explica Pastor.

    Por tanto, las sustancias adictivas usurpan estos circuitos cerebrales y producen cambios en ellos, convirtiendo el consumo de drogas en una prioridad. «La sensibilización o hiperreactividad de algunos sistemas cerebrales como consecuencia del consumo crónico sería, por tanto, responsable de la falta de control del individuo adicto sobre el consumo de la droga».

    El objetivo de la investigación era conocer los detalles moleculares de este fenómeno y proponer estrategias para atajarlo y conseguir, en el futuro, tratamientos eficaces contra el alcoholismo. Los científicos emplearon ratones genéticamente modificados para que carecieran de los receptores CRF1, otros en los CRF2 y también, animales con una doble mutación para carecer de ambos receptores. El estudio de esos ratones reveló que el alcohol requiere de los receptores CRF1 para producir sensibilización, pues sin ellos los animales no desarrollan dicho proceso neuroadaptativo.

    «Además, hemos confirmado este dato farmacológicamente, puesto que un antagonista específico de los receptores CRF1 también previene la sensibilización. Todo ello parece indicar que los receptores CRF1 podrían ser buenos objetivos para el diseño de futuras terapias farmacológicas para tratar el alcoholismo», señala Pastor.

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