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Por Miguel Bataller
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D.Roberto Rosello Gasch: el profesor, la persona… EL AMIGO

    He estado tan obsesionado últimamente con la política, que me está llevando de decepción en decepción, que ya no encuentro ninguna motivación en atacar a unos mentirosos, corruptos, egoístas y desintegradores de la España que he vivido siempre, para defender a quienes consideraba íntegros, defensores de mis propias teorías políticas y nacionales y coherentes en todo momento.

    Los primeros siguen siendo lo que yo pensaba y  denunciaba constantemente.

    Los segundos, en vista  de que en el marketing electoral prima la mentira, la corrupción y la obtención del poder por el poder, abandonan sus ideales y se desplazan en la misma dirección, a ver si pueden pescar en río revuelto.

    Ante esta eventualidad, me satisface más hablar de mis educadores, de las personas que de una forma u otra me ayudaron a formarme, y en mis próximas columnas trataré de hacer una elegía de cada uno de ellos.

    El profesor
    El primero, el paradigma de la enseñanza moderna, el hombre que tuvo que dedicarse a la educación (yo diría que mucho más que a la enseñanza) para mejorar su estatus de funcionario, cuando los funcionarios trabajaban mucho para cobrar poco, es mi querido D. Roberto Roselló.

    Le conocí en 1962, año de mi llegada a Burriana, para estudiar en la Escuela Técnica del Comercio Frutero, y él era nuestro profesor titular de Francés, aunque podía enseñar perfectamente Inglés también, porque Dios le había dotado de una voluntad de hierro y de un amor innato a las lenguas, ya que pare él esa famosa frase de que “un hombre vale por tantos hombres como lenguas habla” era dogma de fe.

    Nunca en mi vida conocí a nadie que sin haber salido de España se manejara tan bien en ambos idiomas y tuviera tantas inquietudes por mejorarlos día a día.

    Mas que leer, bebía o se embebía en cuantos libros, periódicos y revistas le llegaban a sus manos en los dos idiomas.

    Y era tal su pasión que nos la trasmitía, a  quienes mostrábamos el más mínimo interés en aprender.

    Pero además, en una época en la que se practicaba el aforismo de que “la letra con sangre entra”, nunca le gustó derramar ni una sola gota de sangre, ni tan siquiera una sola lagrima de quienes estábamos con él.

    Sus clases eran amenas, divertidas, llenas de anécdotas premeditadas, para motivarnos e interesarnos en los idiomas, y aunque sólo fuera por eso (que no es así) hubiera valido la pena conocerle y tenerle de profesor.

    No era un maestro al uso.

    Era un educador que se adelantó a su tiempo.

    Y con eso, queda dibujada su faceta de educador.

    La persona
    Si  hubiera que definirle como persona, yo lo haría diciendo que su  hombría de bien, su socarronería y sobre todo su sentido del humor eran alucinantes.

    Era ameno en todas las facetas de su vida.

    Simpático, socarrón, interesado en todo lo que fuese o significase cultura, seguidor de los avatares del mundo, y tolerante hasta límites insospechados.

    Trabajaba por la cultura a cambio de nada.

    Fue el Director, Redactor Jefe, Columnista, buscador de colaboradores, y chico de los recados del “Buris ana”, media vida, y  por lo visto molestaba tanto a algunos pseudointelectuales muy jóvenes de la época, que no tuvieron el menor reparo en arrinconarle, cuando ellos no habían dado “un palo al agua” nunca en la vida de dicha publicación.

    En eso, Roberto su hijo, es igualito a su padre.

    Sólo que las compañías son distintas.

    Pero eso es harina de otro costal.

    Fue el primer padre-profesor, que conocí en mi vida.

    La Sra. Fina (para él su Finita, y hoy Sra. Viuda de Roselló), Robert, Deborah y Héctor, eran como parte integrante de nuestro curso.

    Estaban  presentes en muchas de nuestras clases, con sus comentarios y los nuestros, sus vidas nos interesaban a todos y sus alegrías eran las nuestras y las pocas penas que nos contaba también las compartíamos.

    De su calidad humana, hablan por sí solos todos los comentarios que intercambiamos con una enorme frecuencia todos los que fuimos  alumnos y alumnas, y no hay vez que no salga su nombre que no se nos escape una sonrisa.

    Todos le recordamos con cariño y con esa ternura  y simpatía que se desprendía de su personalidad.

    El amigo
    Esta faceta la cultivó cuando éramos sus alumnos y la perfeccionó cuando dejamos de serlo.

    Recuerdo que él fue quien  nos introdujo a los alumnos de fuera, cuando llegamos a Burriana, en el Centro España, y nos permitían ir allí, y sentarnos en aquellos enormes butacones que había en la calle San Vicente, y allí disfrutábamos como unos enanos viéndole departir con Pepe Esteve, con Aymerich “el punchaor”, con  los dos Vicentes  Tejedo (el Pollastre y el Gamberro), con Palau, con Salvadoret Peris, con Alejandro Patuel Senior,  creo recordar que también con Enrique Safont en una época determinada, y todos ellos y otros muchos que lamento no enumerar, convertían la tertulia en una deliciosa sobremesa, a veces a mediodía y a veces por la noche.

    Nunca oí a nadie el menor reproche sobre su forma de ser o comportarse.

    Me honró con su amistad hasta que Dios se lo llevó, bien comido, mal paseado, y muy querido por todo su entorno familiar y local.

    Tuvo el placer de disfrutar de un homenaje, ya en los últimos años de su vida, que en cierto modo le ayudó a salir de la depresión que le llegó a perturbar en su tercera edad.

    Diría que vivió muy feliz el 90% de su vida y sólo un 5% se la amargaron y el otro 5% lo pasó como  decimos en Carcaixent, “com el burro de Victoria”… “sense… pena… ni gloria”.

    Pero dejó lo mejor que pueden dejar los hombres cuando desaparecen.

    Un recuerdo imborrable en la memoria de los que tuvimos el placer de tenerle como profesor, de conocerle como persona y de disfrutarle como amigo.

    VIXCA LA MARE QUE EL VA PARIR  D. ROBERTO, com solía dir vosté.

     VA FER UNA OBRA DE ART!!

     Si el Cardenal Tarancón, es el personaje más brillante de Burriana a nivel intelectual y cultural del siglo XX, sin ninguna duda, D. Roberto Roselló se merece el titulo a PERSONAJE MÁS POPULAR DE BURRIANA DEL SIGLO XX.

    En caso de duda, consultar a sus alumnas y alumnos.

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    comentarios 4 comentarios
    Alumne
    Alumne
    31/05/2008 11:05
    va por usted, don Roberto

    Miguel, yo si que coincido contigo en algunas ideologías como la política y la lengua pero desde que he leido esto puedo asegurarte que es en lo que mas coincido. Efectivamente has hecho un retrato de Don Roberto Roselló que te honra como observador y buen conocedor de las personas, aunque tambien hay que añadir que era un libro abierto donde nos nutriamos todos los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos. Pocos profesores se recuerdan con tanto cariño como a "donRo". Me siento privilegiado de haber sido uno de sus alumnos.

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