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El Palasiet, majestuoso palacete burrianense de finales del XIX

Burriana - El Palasiet
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  • La familia Marín abre las puertas del Palasiet a elperiodic.com

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Entre huertos de naranjos y los lindes con el mar se erige una edificación que pone de manifiesto la opulencia y riqueza urbanística de una villa-palacete que fuE propiedad de José Polo de Bernabé a mediados del siglo XIX y posteriormente del Barón de Almolda. “El Palasiet”, propiedad de los hermanos Marín de Burriana desde el año 1992, es una joya que se encuentra ubicada en pleno corazón de Santa Bárbara, en el término municipal de Burriana.

Una extensa finca de naranjos que llega hasta el río antecede a una edificación que, gracias a esta familia, sigue siendo a día de hoy uno de los principales vestigios de la posición económica de los señores que fueron propietarios de la vivienda.

Ya la portalada que nos introduce en la finca da a entender la majestuosidad de la edificación, que viene precedida por unos trabajados jardines, que son fruto de la laboriosidad del personal, que durante todo el año se encarga del mantenimiento del Palasiet.

La fachada de la casa conjuga elementos arquitectónicos de la España del XIX con la Italia de aquella misma época, dando como resultado una edificación única. Asimismo, los ventanales y todo su forjado, junto con los motivos de las vidrieras, son elementos exportados de un “palacetto” de Italia e introducidos de forma inteligente para mantener el cariz mediterráneo de todo el edificio.

La minuciosidad y gusto con que fue elaborada esta casa se percibe con solo echar un vistazo a la franja de piedras menudas, colocadas una por una formando una acera perimetral que bordea toda la vivienda.

Siguiendo con el recorrido exterior de la casa, unas columnas de piedra y figuras iluminadas delimitan una plaza que protagoniza una elegante fuente elaborada con mármol. Esta plaza da paso a una extensa zona ajardinada que cuenta con unas columnas, situadas en forma lineal, que fueron elaboradas con estalactitas. Ya desde ese punto se divisan las caballerizas, donde las vigas de madera siguen bien conservadas, a pesar de que estas instalaciones se utilicen para guardar el material de trabajo del campo.

Una vez dentro de la vivienda, la cocina tradicional valenciana nos recibe con un horno de leña que se mantiene intacto así como también lo hacen los murales de cerámica que recrean la figura de la “chocolatera”. El banco de mármol junto con la grifería de la época y los espejos tallados, siguen presentes como elementos decorativos que cuidan al máximo el detalle del estilo de vida de aquel momento.

Las puertas de madera de las diferentes estancias nos dan pistas del laberíntico recorrido del servicio para llegar a los salones y las habitaciones principales de los señores. Un primer salón comedor ya nos deja sin palabras al conservar hasta el último detalle de la decoración. Las sedas adomascadas que tapizan los sillones junto con la mesa y sillas de madera y la barroca ornamentación demuestran la riqueza de los propietarios, algo que queda manifiesto una vez se llega al salón principal, al que se accede tras atravesar un arco tallado con diversos motivos heráldicos, con madera.

Todas las paredes de la sala están cubiertas con motivos cerámicos valencianos, cuyo valor, cita Carlos Marín, es en la actualidad incalculable. La cerámica es la protagonista incluso en el suelo del salón y de las escaleras, con trabajos artesanales de elevado nivel.

El mobiliario se mantiene cuidado al máximo, dado el alto valor de sus piezas, como varios muebles “secreters”, elaborados con concha de la tortuga "Carey”, así como el elevado trabajo de marquetería en todos los remates y las lámparas con cristal de Murano.

Una vez se accede a la parte superior de la vivienda, a través de unas escaleRas con suelo de cerámica y pasamanos tallado de madera, se encuentran las habitaciones, que gracias a la familia Marín están intactas. Cada una de las habitaciones tiene una cama, un armario y su propio cuarto de aseo con todas las piezas, que queda separado mediante una cortina. A medida que se acceden a dependencias de mayor relevancia, ésta se percibe con la mayor calidad de los muebles y los tejidos utilizados para vestir las ventanas y la cama, de la misma forma que en las piezas del baño.

Finalmente, en esa misma planta se puede acceder a una terraza, desde donde se divisa toda la extensión de la finca, que está adornada con unas columnas en espiral.

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