Almassora nombra a Manuel Claramonte Hijo Predilecto

Almassora dictaminará el próximo lunes en el seno de la comisión de Gobernación el nombramiento de Manuel Claramonte como Hijo Predilecto de la Villa. El acuerdo pretende reconocer el trabajo, sacrificio y voluntad de este ilustre vecino del municipio que ocupó la alcaldía entre los años 1973 a 1979, y que en la actualidad, y desde el año 2002, desempeña el cargo de juez de paz con el respaldo de todos los miembros de la corporación municipal.

“Su dedicación y entrega merecen este título que reconoce los méritos de un vecino que siempre ha estado trabajando por su pueblo”, ha señalado el alcalde de Almassora, Vicente Casanova. “Creemos que esta distinción es más que merecida”, ha apostillado el primer edil.

Manuel Claramonte ocupa actualmente la judicatura de paz de Almassora, cargo en el que se emplea desde febrero de 2002, después de haber sido reelegido el 3 de abril de 2006. Sus responsabilidades, sin embargo, no se limitan a estas tareas, ya que Claramonte es presidente de la Junta de Aguas de la Plana, vicepresidente de la Comunidad de Regantes de Almassora, segundo vocal de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes, así como tesorero, depositario y contador de la Federación de Regantes de la Comunidad Valenciana. A estos cargos cabe sumar su puesto como miembro de la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Júcar, como representante de los regantes.

Un ilustre agricultor convertido a alcalde

Manuel Claramonte nació en Almassora en 1938, en una sociedad de posguerra en la que tomó parte activa en asociaciones como Els Lluïsos o el Frente de Juventudes. Sin embargo, desde muy joven destacó como ilustre agricultor. Una faceta que ha primado a lo largo de toda su vida y que ha guiado sus pasos en el pasado y también lo hará en el futuro.

Heredero de una experiencia de siglos, tanto familiar como institucional, ha dedicado su vida ejemplar, tal y como la define el historiador local Primitivo García, “abierto a las mejoras y avances del tiempo que le ha tocado vivir, el tiempo actual, formándose e informándose permanentemente sobre la agricultura y todo lo que le rodea. Eso lo demuestra ligando el trabajo diario de agricultor tradicional con la adquisición de una capacitación profesional de carácter agrario permanente que ha hecho que sea titulado como Capataz Agrícola o Agricultor Calificado”.

Fundador, junto a otros miembros, y posteriormente secretario de la Asociación Local de Agricultores integrada en la FAPAC, de la que ha sido vicepresidente en el ámbito provincial, Claramonte también ha sido miembro y presidente del Consejo de la Mutua Agraria de Almassora y consejero y, posteriormente, vicepresidente de la Junta del Sindicato y CaixAlmassora.

Asimismo, también ha ocupado la vocalía y, después, la vicepresidencia de la Cámara Agraria Local, así como ha sido miembro de la Cámara Agraria Nacional, como representante del pequeño agricultor. Una defensa que todavía mantiene como presidente de la Junta de Aguas de la Plana.

En el ámbito de la política, Claramonte fue concejal desde 1963 en el conocido como Tercio Sindical, representando, como no podía ser de otra manera, a los agricultores. Su labor al frente de la gestión municipal le llevó a ocupar el cargo de la alcaldía en 1973 y trabajó al frente del consistorio hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas, en 1979.

Durante la Transición, época en la que dirigió con exquisito equilibrio la gestión municipal, trabajó por el desarrollo de su pueblo, con la apertura del polígono El Millars, donde luchó por el establecimiento de grandes firmas como “La Lechera” o la Estación de Avisos del Servicio de Defensa contra Plagas del Ministerio de Agricultura, punto donde hoy se ubica el Centro Meteorológico de la Plana. También de su mano llegó a Almassora la mejora de los accesos al municipio y al parque industrial, llevando adelante la construcción del que hoy conocemos como escaléxtric sobre la N-340.

No menos destacable fue la eliminación del tráfico pesado y peligroso por la calle l’Alcora, desviado por el camino de San Jaime de Castellón, así como la compra de terrenos en la calle Boqueras, origen de los modernos campos de fútbol de este punto de la localidad.