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La Nau acoge una exposición sobre la naturaleza imaginada por la artista Nieves Torralba

  • Series de dibujos realizados con grafitos y punta de plata conviven con impresiones de gran formato e intervenciones murales

El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València acoge la exposición r-nieves torralba entre el 26 de octubre de 2011 y el 8 de enero de 2012. Organizada por la Universitat de València y producida por la Fundació General de la Universitat, con la colaboración del Ayuntamiento de Valencia, Bancaixa y La Imprenta CG, con el comisariado de Víctor Zarza, esta muestra plantea, a través del dibujo, una visión muy personal, que se inspira en las formas naturales para crear un mundo propio. Para ello, Nieves Torralba emplea procedimientos tan tradicionales como la punta de plata o el grafito y tan contemporáneos como la impresión digital. La muestra se inaugurará mañana miércoles, día 26, a las 20 horas, en la Sala Oberta de La Nau, Centre Cultural de la Universitat de València.

El conjunto de obras que Nieves Torralba presenta en la Sala Oberta de la Nau se divide en dos series de dibujos realizadas entre 2010 y 2011 (16 dibujos a grafito sobre papel de 50 x 70 cm y 16 puntas de plata de 28 x 21 cm.), un site specific (dos intervenciones de gran tamaño realizadas con carboncillo directamente sobre pared) y sirviéndose de la tecnología digital más puntera, dibuja/imprime una monumental composición en la propia sala (200 x 665 cm) elaborada a partir de un conjunto de dibujos originales, que en esta nueva tesitura funcionan de manera diferente.

De esta manera, el público recorre la superficie e interactúa con el espacio, a través de este friso de tallos, que la artista ya había puesto en práctica en la exposición Echar raíces, celebrada en Mé¬xico a finales del pasado año en un espacio museístico de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Estos dibujos sobre la pared introducen la dimensión temporal en la experiencia perceptiva de su trabajo. Cabe destacar que en las dos muestras, ha adecuado su proyecto a las características del espacio expositivo. Por otra parte, estas intervenciones –de marcado carácter gráfico- al ocupar espacialmente el lugar de exposición, nos sitúan en este lado del espejo y actúan como un eficaz contrapunto que cierra el círculo perpetuo que va desde la imaginación a la realidad.

Nieves Torralba ha manifestado su satisfacción porque su obra se exponga en la Universitat de València, ya que supone además la primera vez que sus dibujos se muestran en una individual en la ciudad de Valencia (sus anteriores exposiciones han tenido lugar en el Centro Párraga de Murcia (2009), Museo Universitario del Chopo (UNAM) México DF. (2010) y Galería Luis Nishizawa de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, México D.F. (2011).

Para el comisario de la exposición, Víctor Zarza, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, “las flores presentan una apariencia imponente y rotunda, llegando por ello mismo, en oca¬siones, hasta los límites de la pura abstracción. Los primeros planos son consecuencia del interés por alcanzar un orden plástico a partir de la estricta geometría que le ofrecen las plantas; orden que, para ella, es indudable que se corresponde con cierta idea de belleza cuyos predicados serían la buena conformación, el equilibrio, la simetría y la integridad de las formas, conseguidos mediante una pulquérrima ejecución”.

Para ello, la artista primero trabaja, delante de las plantas (analizándolas, estudiándolas, interiorizándolas), para luego “elaborar su propia versión de las mismas, como recomendara Henri Matisse proceder a sus alumnos ante los modelos” comenta el comisario. Por eso las versiones de Nieves Torralba no pretenden nunca ser copia, ni tampoco una interpretación, “sino que busca establecerse como verdad plástica au-tónomamente, sin necesidad de una validación referencial (analógica) concreta, en línea con la máxima propuesta por Paul Klee ‘el arte no reproduce lo visible; hace visible’ y es así como las formas vegetales de Nieves Torralba poseen su propia lógica estructural”. De esta manera, la autonomía que Nieves Torralba plantea, no anula, en ningún caso, su filiación a las flores, pero no supone un ejercicio mimético o de sim¬ple interpretación.

Todos los motivos naturales presentados, desde el modelado de los tallos a las corolas de las flores, se ofrecen a la vista con un grado de nitidez y concreción, fruto de una paciente labor donde la suma de líneas va urdiendo la escala de grises que sugieren el volumen. Sus dibujos parten siempre del supremo contraste entre el negro del grafito o la in¬tensidad tonal que le proporciona la punta de plata y el blanco del papel. En cualquier caso, estas obras creadas con procederes o técnicas más clásicas conviven en la sala con los muros de frisos de tallos realizados con tecnología digital. Una combinación de técnicas que conviven a la perfección de la misma manera en la que Nieves Torralba parte de un sistema casi perfecto, la naturaleza, para serle obediente pero al mismo tiempo alterarlo y subvertirlo. Así es cómo los tallos y pétalos de sus criaturas adquieren una consistencia de acero y sus bosques semejan paisajes industriales; y es así como consigue una carnalidad y una luz que subrayan su carácter orgánico.

Con motivo de esta exposición se ha editado un catálogo con textos de Víctor Zarza, Jorge Juanes y la propia autora, que reflexionan sobre el trabajo plástico y conceptual de Nieves Torralba. La imagen de la exposición y la maquetación del cuidado catálogo han sido realizadas por el diseñador valenciano, Dídac Ballester.

A continuación, transcribimos un fragmento del texto que N.T. ha escrito y que contiene algunas de las claves del título de la exposición “ r”.

Todos tenemos nuestras erres, por Nieves Torralba.

La presencia de la ausencia, la vía de la evocación, de la sugerencia, es otro de los caminos seculares que han recorrido los artistas de todas las épocas. Revivir el tiempo pasado mediante su concreción espacial en un pedazo de papel, reconstruir lo que fue o lo que pudo haber sido. Retornar a aquellos lugares a los que ya no volveremos. Recordar situaciones y amistades vívidamente remotas. Renacer en cada dibujo, en cada palabra.

Reconocer se convierte entonces en ejercicio de vida. Renunciar es igualmente necesario, como rehusar, rechazar y renegar siempre y cuando no se convierta en hábito. Ir más allá de las referencias, por el contrario, se convierte en revolucionario y radical.

Todos tenemos nuestras raíces. Las rozamos sin darnos cuenta y ellas registran nuestras rarezas, remembranzas y rencores. Retazos de vida, retratos convertidos en ramas, el reino vegetal retorna renuente y raudo.

El resto, retoños resistentes de existencia, rueda por los suelos, riela entre las estrellas, rige subterráneo el rumbo de los astros.

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