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El Museo de las Ciencias propone una ruta ‘animal’ para aprender ciencia

El Museo de las Ciencias propone una ruta ‘animal’ para aprender ciencia
  • Descubre los módulos científicos más vivos con sorprendentes ajolotes o incluso un gran hormiguero

El Museo de las Ciencias propone a sus visitantes una ruta ‘animal’ para conocer a los seres vivos que alberga en las diferentes exposiciones para aprender ciencia. Reptiles, insectos y hasta seres microscópicos que ayudan al público a comprender mejor la biología, la evolución y la adaptación al medio natural.

En el Museo es posible ver desde una extraña célula gigante de forma ovoide hasta organismos microscópicos. En 'Bienvenidos a la vida' se encuentra la incubadora de pollitos donde cada día multitud de ellos “salen del cascarón”. Por su parte los animales de sangre fría enseñan qué es la temperatura. Un simpático dragón barbudo, experto en técnicas de camuflaje, demuestra al público en el taller “Al rojo vivo” de la Ciencia a Escena, cómo pasa desapercibido incluso a los ojos de una cámara termográfica. Y en el taller “Micrarium”, también de la Ciencia a Escena, se contemplan organismos vivos microscópicos de formas increíbles cuyo “hábitat” es una simple gota de agua.

Galerías subterráneas
Para admirar grandes obras de ingeniería hay que visitar el hormiguero para ver en directo las increíbles galerías subterráneas construidas por las hormigas Atta, llamadas así por ser expertas cortadoras de hojas. En esta instalación se recrea su hábitat, con acuaterrarios donde es posible observar a las hormigas sobre varios islotes semi inundados comunicados con finas ramitas. En el agua se observan pequeños peces y plantas tropicales.

En los recorridos subterráneos se aprecia como las hormigas cultivan un hongo y la actividad bajo tierra de esta especie de hormigas grandes, con reinas que pueden alcanzar unos 2,5 cm de longitud. La relación con el hongo se viene manteniendo desde hace 60 millones de años por lo que se podría decir que son las primeras agricultoras de la historia.

Aquí se aprende qué caracteriza a un insecto, o qué es lo que diferencia a estos animales de otros que se le parecen como por ejemplo las termitas. En la exposición “Amueblando el hábitat. De la mano con la naturaleza” el visitante encuentra un termitero real y conoce la importancia que tienen estos seres vivos a la hora de mantener el ciclo de la vida al ser portadoras de bacterias descomponedoras de la celulosa que poseen los árboles que mueren.

Los animales son la mejor forma de entender qué es la evolución y cómo se adaptan estos a las condiciones concretas que les ofrece su entorno. En la exposición “Bosque de Cromosomas” de la tercera planta hay algunos ejemplos curiosos de todo ello.

Cráneos de jirafa –mucho más grande de lo que creemos dado que siempre lo vemos a varios metros de altura sobre su esbelta propietaria-, de hipopótamo, de elefante, de tigre e incluso de cocodrilo explican de qué forma los diferentes sistemas de dentición se adaptan al tipo de dieta que se posee, o el sorprendente caso del ajolote, cuyo nombre proviene de la lengua Nahuatl utilizada por los antiguos Aztecas y que significa “Perro de Agua”. Es un anfibio fuera de lo común que ha quedado en estado de larva de manera permanente.

Y para los más curiosos hay una galería de rarezas de animales que presentan malformaciones -una gallina con tres patas, un perro cíclope, un cordero con dos cuerpos- en la que pueden comprobar qué ocurre cuando un determinado gen no hace bien su trabajo.

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