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Per J. P. Enrique
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Un día vendrá un chino

    Un día vendrá un chino.  Recorrerá los huertos abandonados, repletos de naranjos muriéndose entre espinosos zarzales. Se parará y verá el inmenso malezal que es cobijo de serpientes y ratas; zorras y ratas; búhos  y ratas; garzas y ratas; urracas y ratas. Muchas ratas de diferentes tonalidades del negro al gris, bien desarrolladas, deambulando por todas partes. Entre tanta fauna, el chino, paseando por  Sant Gregori, se encontrará con gentes que se han instalado clandestinamente en viviendas medio abandonadas (a la espera del PAI de los continuos aplazamientos y dudosa rentabilidad) no para cuidarlas, sino para destrozarlas del todo y amontonar basura para que los roedores encuentren allí un hábitat de  inmejorable calidad para ellos.

    El chino se acercará a las tierras agrícolas y descubrirá in situ que son muy fértiles y aptas para cualquier cultivo. Recogiendo toda la información necesaria para sus planes, como suelen hacer los chinos, tendrá claro que  ese suelo, es capaz de ser muy productivo y dispone  de agua en abundancia (digan lo que digan los que la utilizan para hacer política). Con los datos, facilitados por los meteorólogos, comprobará que nuestras temperaturas son suaves en invierno y en verano.

    Con todo el bagaje informativo en su poder, nuestro amigo el chino se preguntará ¿Cómo es posible que una ciudad, tan bien comunicada y con un clima privilegiado, tenga su suelo agrícola en tan mal estado, sus viviendas rurales abandonadas y con carteles por todas partes de “se vende”?

    Con clarividencia y determinación, buscara  a agricultores dispuestos a dedicar largas jornadas de ilusionante trabajo  a transformar todo aquello en lo que nunca debió dejar de ser: campos de hortalizas (en cultivos de temporada y de invernadero), frutales (aguacates, chirimoyas, olivos, kakis, limoneros, ciruelos,…), criaderos de flores (rosales, claveles, orquídeas,…), arbustos con un futuro prometedor como la estevia (Qué diablos es la estevia?),  y plantas traídas de otros rincones del planeta.   

    El chino recordará que hay unos productos que realmente ofrecen calidad de vida, son los productos biológicos, cultivados sin productos químicos, fertilizados con abonos procedentes de materias  orgánicas recicladas, en los que se utilizan solo insecticidas  naturales. Son productos más saludables que los convencionales,  apreciados por los consumidores exigentes.

    El inteligente chino descubrirá el alto valor de las hortalizas producidas de manera natural y comprobará que en esos campos de riqueza latente, pueden montarse pequeñas granjas de animales domésticos capaces de producir una carne de altísima calidad y unos excelentes huevos.

    El chino, en su deambular por el suelo agrícola, conocerá que hay en el campo multitud de alquerías que están medio derruidas  y  ahí vera que hay otro negocio interesante: restaurarlas  y equiparlas con energía solar para  ser explotadas  como viviendas de turismo rural, ya que hay mucha gente amante de pasar sus vacaciones en plena naturaleza. Presionados por el empuje del   emprendedor oriental,  el  Ayuntamiento  se verá obligado a facilitar la construcción de nuevas viviendas rurales, cuidando que sean de pequeñas dimensiones en medio de grandes espacios verdes. Al lado de la dinámica impulsada por el chino, los constructores descubrirán que el negocio del futuro no es la ocupación de suelo (en una reconversión sin límites del terreno agrícola en urbano) sino en dedicarse al negocio de  la rehabilitación.

    ¿Para qué  ha de  crecer una ciudad   de manera ilimitada -se preguntará el chino- si es  mucho mejor vivir en ciudades de tamaño mediano en donde están todos los servicios necesarios? No obstante, dirá nuestro amigo: “mi propuesta de desarrollo no es incompatible con que la ciudad se dote de una zona de hoteles, algún que otro camping y viviendas en la costa,  siempre que la ocupación se limite a una pequeña franja del litoral.”

    En sus ratos de ocio, el chino acudirá con sus amigos a lo que él considera “el magnífico  y único paraje natural del Clot”, en donde practicará el taichí, con el sol bostezando de madrugada o al atardecer, ante la mirada esquiva de  ánades correteando por el lago.

    Desde Ayuntamiento, sabedores de la llegada del personaje oriental que ha de impulsar a esta ciudad de la parálisis  en la que está inmersa, deberían mandar sin demora, una delegación en busca del chino visionario que ha de salvarnos (que bien podría venir disfrazado de  americano, alemán, ruso o francés)  para animarle a que anticipe su viaje. Le necesitamos con urgencia. Aunque dudo que lo hagan, porque hacerlo significaría que se preocupan y si se preocuparan no dejarían perder subvenciones  y no habrían permitido que nuestros campos llegaran al punto de abandono en el que se encuentran.

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    comentaris 5 comentaris
    miguel bataller
    miguel bataller
    19/01/2010 06:01
    continuacion

    Para que tu sueño, se convierta en algo factible, lo primero que hay que hacer, es educar no solo a nuestros hijos, sino a toda la juventud local o inmigrante, en es respeto a la propiedad privada, y crear un cuerpo legal, que sea severo e inflexible, con quienes ocupen nuestras propiedades, entren en ellas, como "ocupas" o como ladrones de paso, y solo entonces, tendremos una opción a iniciar ese sueño. Pero despues de varias generaciones de potenciar todo lo contrario, de una permisividad estupida con los delincuentes y maleantes, ahora estamos cosechando....lo que hemos sembrado. Y por eso no podemos ya ni siquiera cultivar para uso domestico, ya que hasta eso es robado.

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