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Per Vicent Albaro
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Abuelo, entre bromas y veras

    Crecimos en la calle, hijos de la luz, del sol y del viento, en definitiva hijos de la libertad, en pleno régimen autoritario de Franco . Jugamos a todo juego inventado y lo que no, nos lo inventábamos nosotros. Sin tener de nada, lo teníamos todo. La calle era nuestra antes que de Manuel Fraga. El río con sus peces, los huertos con sus frutos, los patios de los colegios, el balón sin porterías, los nidos con sus pájaros, los tebeos con sus fantasías, el cine con su mágica ensoñación. La madre en casa siempre, solícita y maternal, cocinera y remendona, y con la alpargata ágil y lista para el disparo certero, o el bofetón sonoro.

    Batallas veraniegas a pedradas. Por estos andurriales de secano le llamábamos “fer arca”, chichones y puntos de sutura, pero la batalla ganada. Aventuras por el río al estilo survival-life, nadando en pozas con carpas, barbos, ranas y culebras de agua. Cortes entre las sandalias de goma por vidrios traicioneros y escondidos. Picaduras de avispa por error o por desafío al avispero. Encaramados a los almeces (lledoners) para recolectar el fruto, siempre junto a los cortados y siempre en peligro. La primera navaja en propiedad, para cortar los plumeros de las cañas y confeccionar el canuto, que a modo de escopeta de balines, dispararía el hueso del llidó al enemigo. Carreras de carretones con rodamientos de bolas, cuesta abajo a toda leche. Los autos locos son una broma. Arcos de ramas de granado y flechas con varillas de paraguas, menudo peligro con buena puntería.

    Un experto en las canicas con el chiva, pie bueno, tute y guá. Bailar la trompa de carrasca decorada de colores y sobrevivir al punzante ataque del ganador de la partida. Un brutote con el marro, al churro, media manga y mangonero. Y la noche veraniega del pote, cuando a esconderse toca con el una, dos y tres fulana es. Y el parao. Y el farolet. Y el mocadoret. Los rompes. Y el, conillets a amagar que la llebra va a caçar. Y las historias de los viejos en las noches de verano a la fresca. Y…yo qué se, si ya ha llovido no sé cuantos pantanos de María Cristina llenos. En mi pueblo, los viejos contaban hitos cuando salían el río y la rambla de la Viuda, y consecuencia de la riada, saltaba el pantano de María Cristina. Todo un acontecimiento tan inusual como espectacular, pero que venía a decir que la sequía se había acabado; pues con tanta lluvia, las escorrentías, el caudal de las fuentes y la sazón, duraría largo tiempo.

    Alguno de los que me lee en esta página, y que veo con gozo, va aumentando su nómina de escribientes. Enhorabuena Berta. Pues eso, alguno que me lee pensará que este Albaro, se ha vuelto como el abuelo Cebolleta, a la batallita que te crió. Pues mira, sí, que quieres que te diga. Lo de abuelo me viene al pelo, porque mi hija mayor acaba de tener una preciosa niña. Y en éstas, que sus amigas han venido a verla al hospital para saludar a los padres y ver a la criaturita. Todas veinteañeras largas que es el tiempo de parir hoy en día, cuando no, más duritas en años aún. Y un servidor, enternecido por el nuevo cargo de abuelo, filosofaba sobre el nacimiento en el mes de mayo, en la luna llena, cuando andan de amoríos los ruiseñores, el mirlo “empapusa” ya sus pichones, y la golondrina defeca bajo el nidal de barro. Y oigan, de fauna alada ni flores. De la pluma cassolana ni pajorela idea, eso si, amantes de los animales hasta más allá de lo recomendable. Y lo sabían todo del Yorkshire, del Bobtail, Chow Chow, Cocker, Lhasa Apso, Pitcher, etc...

    Así que, mirando aquella cosita de pocas horas de vida, me estaba preguntando: ¿Cómo sería con veintitantos tacos?. ¿Si devota de los canes de innombrable toponimia, o del animalario de andar por casa de toda la vida?. Y en esas, que seguía bulléndome el cerebelo, con preguntas tan absurdas como locas. ¿Esta niña, jugará a las muñecas y a las cocinitas?. ¿Aún se estilará la Nancy?. ¿Las muñecas de Famosa se dirigen al portal de Onil o de China?. Claro, es que yo de niñas se lo justo, de ahí me vino el remember de nuestras correrías por las calles, llenas de baches y piedras como melones. Llenas de regatas cada vez que la tormenta, caía por la cuesta de San Cristóbal con el pedrisco como nueces, marca Salto del Caballo. Cada vez que apuntaba fino con la fona, para intentar sacarle el ojo al de tres calles más arriba. Era o él, o yo. Total, la niña se puso a llorar, llegó la enfermera y me rompió el idilio quimérico con aquellos años, entre los cincuenta y sesenta. Que los pañales los dan contados, por lo de los recortes en la sanidad pública. Que antes se daba tanto y ahora se escatima en cuanto. ¿Oiga pero la niña está bien, no?. La niña perfecta. Me dice la enfermera más o menos de mi quinta, que ésta, sabrá más de parturientas y criaturas neonatos, que don José Chillida de latinajos.

    Se fue la enfermera y en aquel silencio de la habitación, volvía yo a repensar el tema. ¿Qué hará esta niña el día de mañana?. ¿Con la que está cayendo y lo que falta por caer?. Y pensé, bueno…si nosotros no teníamos nada de críos, y nos lo pasábamos de miedo..¿A qué tanta cavilación?. Y si le gustan los chuchos de apellido impronunciable, pues bien. A lo mejor para que sepa lo del ruiseñor, lo del mirlo, y la golondrina cagona, se lo tendré que explicar, yo. Que no se le ocurra levantar piedras sin mirar, por lo de los escorpiones…o tocar la gorra del avispero…o darle de comer al caballo con la palma de la mano…y que aprenda a nadar a la primera de cambio…y que sepa conocer a la gente bien, para ahorrarse un disgusto serio. A no poner los deditos en los enchufes, y la cocina quema y ayayayayayyyy, aunque eso ya se le enseñarán sus padres. Así que a la pregunta que me hacen muchos, de cómo se siente uno de abuelo primerizo, ya se que contestar, me siento como un padre algo mayor, con una hija más a añadir, a los que ya tenía. ¡Contestado!.

    Solo me falta entrar en la estadística de los de mi generación. La del baby boom del desarrollismo de la Vespa y del SEAT seiscientos. Esclavo de los padres, esclavo de los hijos y esclavo de los nietos. Y yo añado y afirmo, bendita esclavitud poder contarlo y disfrutarlo. Abuelete que eres un abuelete. ¿¿¿ ???.

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    comentari 1 comentari
    Vicent Bosch i Paús
    Vicent Bosch i Paús
    17/05/2012 03:05
    Magnífic Vicent.

    A més a més del "guà" teníem al "tino" i al "rogle". Amb el "Xurro..." el salta cavalls. "Quieto parao, "a marro" T'has deixat el mes per antonomàsia el mes de maig "Con flores a María que madre nuestra es, Oración a San Bernado: "Acordaos oh, siempre Virgen María..." I al barri de sant Roc, la seua novena. Vicent, enveja ampla et tinc, per la riquesa del vocabulari i la teua prosa.

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