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Por J. P. Enrique
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Cifuentes en la cuerda floja / Cataluña suma y sigue

    A pesar de que la salpica la Púnica, la Gürtel y la financiación ilegal del PP, ella, como Camps, como Zaplana, como Esperanza Aguirre, como Ana Mato, como Cristina de Borbón, como Rita Barberá, ella dice estar al margen de la corrupción. Se ocupaba de otras cosas.

    Cifuentes es/era la imagen de un partido renovado que en nada se parece al oscuro que llena de escándalos  los medios de comunicación. Ella está/ha estado siempre contra la corrupción  incluso la que alcanza las barbas de Mariano Rajoy. Cifuentes presumía/presume de ser un muro contra la corrupción. Un muro, como el de Zaplana, en el que hasta ahora se han estrellado las investigaciones. Ella no ha estado nunca por esas cosas del dinero. La corrupción decía/dice es cosa del pasado. Nada que ver con su forma honesta de gobernar.

    Cifuentes se ha labrado una imagen de modernidad. Ella tiene/tenía ideas más avanzadas. Ella es/era una mujer sencilla que lleva trabajando por su partido treinta años siempre con honradez. No tiene más que 3.000 euros en su cuenta bancaria y vive en un piso alquilado. A pesar de la imagen de persona modesta  que se empeña en transmitir, no puedo dejar de preguntarme como ganando 100.000 euros al año, con transporte y muchas comidas gratis,  solo dispone de una cantidad tan pequeña en su cuenta. Es un misterio que supera al de la Santísima Trinidad y que va de la mano del mismo misterio que acompañó a la ex alcaldesa de Valencia que  decía tener solo un coche muy viejo.

    El periodismo de investigación (que ya no está en El Mundo y El País, y mucho menos en La Razón o ABC) ha demostrado que cuando la prensa es libre y hace su trabajo pone contra las cuerdas a los corruptos.

    El Diario.es ha sacado  la luz datos muy sólidos de que Cristina Cifuentes obtuvo un Máster de manera extraña en una Universidad a la que la Comunidad de Madrid aporta 123 MM de euros. Una Universidad en la que, casualmente, ella tiene  amigos que han ocupado  cargos en su partido.

    Lo primero que me resulta extraño es que una mujer que se ha caracterizado por poner querellas por cualquier cosa, esta vez no haya ido al día siguiente contra el periódico que ha hecho público el escándalo (la amenaza de querella criminal es reciente y es solo un anuncio).

    Cifuentes, emulando  su jefe y en lugar de hacer lo que ha hecho siempre que es dar la cara de inmediato, ha optado por ocultarse tras el plasma y aún hoy sigue, medio escondida, sin despejar las dudas, lo que incrementa aún más las sospechas: Sus compañeros de clase han declarado que no la vieron en el curso. Además,  ¿Por qué si aprobó  en Julio del 12 volvió a matricularse después? ¿Por qué el tribunal no estaba formado según establece el reglamento? ¿Por qué se modifico el “error” a través de una amiga y de forma nada habitual? ¿Por qué el error no lo reclamó de inmediato  y esperó dos años? ¿Por qué presentó el trabajo de máster sin haber aprobado? ¿Por qué ni ella ni la universidad encuentran el trabajo?  ¿Aparecerá cuando un negro, trabajando a toda máquina, lo redacte? Por mucho menos (solo por copiar un 20% de textos en un trabajo universitario) en Alemania dimitió un ministro.

    Ha habido muchos casos de políticos que han  hinchado sus currículos. Lo hizo Joana Ortega de CIU. Lo hizo Elena Valenciano del PSOE. Lo ha hecho Juan Moreno Bonilla, líder del PP andaluz. Lo ha hecho César Zafra portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid.  Lo ha hecho Miguel Gutiérrez, secretario de Ciudadanos en el Congreso y lo ha hecho la jueza María Elósegui a la que acaban de situar en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

    No es lo mismo presumir de unos títulos que no existen (si por fanfarronear metieran en la cárcel Burriana se quedaría vacía) que haberla pillado haciendo un Máster con dos notas suspendidas y modificadas dos años después. Estamos ante un caso muy grave que la misma Universidad está investigando.

    A Cifuentes la han pillado, pero ¿por qué ha de dimitir si tantos otros no lo han hecho? Con la determinación de seguir en su cargo ha utilizado el argumentario del partido donde indica que ante un caso así se debe responder que “Todo es una trama, una conspiración”.

    El partido, como en otros casos, de momento la apoya.

     

    CATALUÑA SUMA Y SIGUE

    A pesar de que el PP ha reaccionado con un perfil bajo a la detención de Puigdemont  y otros independentistas, son muchos los que creen que con el independentismo descabezado el problema está resuelto. Es una respuesta simple a un problema complejo.

    Solo con medidas judiciales, sin que intervenga la política, el problema  no se soluciona, se agrava. La falta de diálogo solo lleva a un mayor distanciamiento y a una mayor radicalización que puede tardar décadas en superarse o estallar, más pronto que tarde, con fatales consecuencias para todos.

    La línea dura impide la reflexión serena. Incrementa el  número de separatistas a la vez que crece el anticatalanismo. Las trincheras no valen, vale la política. Y política es hablar aunque las posiciones sean muy distantes. Hablaron con ETA (sí hablaron) González, Aznar y Zapatero. Hablaron en Inglaterra. Hablaron en Canadá. Hasta el impresentable Trump se dispone a hablar con el  líder coreano Kim Yong Un. No hay otro camino que el de hablar.

    Las leyes solo sirven para facilitar la convivencia y si no la facilitan lo mejor es cambiarlas. Así ha sucedido siempre. Se han incumplido y se han  cambiado. Si no fuera así aun seguiríamos con la esclavitud o con los derechos de los blancos sobre los negros o con el derecho de pernada.

    No me gustan los separatismos ni las banderas porque siempre los promueven territorios más ricos, pero para estar unidos se  requiere que haya voluntad  y que sea atractivo estarlo. También que las leyes y la política lo faciliten.

    Venimos de unos años en los que la no-política no puede haberlo  hecho peor (a la vista está el creciente número de independentistas). La torpeza y el inmovilismo han ido tan lejos  que el problema se ha agrandado y se ha extendido al ámbito internacional.

     

    EL CUMPLIMIENTO DEL DÉFICIT PÚBLICO ES COSA DE AYUNTAMIENTOS Y COMUNIDADES

    Presume el gobierno de datos económicos que no son suyos. En realidad son las Comunidades y los ayuntamientos quienes han maquillado las cuentas del Estado, porque el déficit estatal está en el 3%, el peor de Europa. Además hay que añadir que el buen dato del crecimiento se ha apoyado en el comercio exterior, la bajada del petróleo y los intereses al cero por ciento. Dentro de nada cuanto el BCE suba los tipos de interés (ya se apunta) nos querrán apretar de nuevo el cinturón. Está a la vuelta de la esquina.

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