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Por J. P. Enrique
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Si he de elegir entre dos Donalds prefiero al pato

    Trump es un empresario del ladrillo y del espectáculo, enriquecido como se enriquecen la mayoría de los que acumulan grandes fortunas. Ya gobierna la nación más poderosa del planeta acompañado de un selecto grupo de millonarios vinculados a la banca más corrupta y a intereses petroleros. No han alcanzado el poder a través de un golpe de estado, lo han hecho con algunas trampas y con el apoyo de millones de trabajadores y de quienes no acudieron a votar.

    Donald empezó siendo divertido para los que le escuchaban en sus mítines en donde reían con los gestos y las palabras de un muñeco con pelo rubio implantado (para eso le vale ser tan rico) que se enfrentó a todos, también a su propio partido, y que ha acabado alcanzando el poder con propuestas  tan duras como la de incrementar el gasto militar, levantar una valla en su frontera sur, subir aranceles, vetar la entrada de musulmanes, acercarse a la Rusia de Putin (el que aprueba leyes para pegar a las mujeres), alejarse de China, quitar impuestos a clases medias (y sobre todo a los más ricos), acabar con los radicales islamistas, negar el cambio climático y defender la capitalidad de Jerusalén y los asentamientos judíos en tierras palestinas compradas por su influyente yerno. Un personaje que se ha mostrado partidario de la tortura, acabar con la reforma sanitaria de Obama y expulsar masivamente a  inmigrantes a pesar de ser él  descendiente de inmigrantes.

    Ha prometido duplicar el crecimiento y recibe una economía en expansión y sin desempleo después de que Obama haya creado doce millones de empleos. Ha defendido el Brexit. Ha dado alas a ultranacionalistas de la extrema derecha europea que, inflados de moral, acaban de reunirse en Coblenza creando su internacional. Los extremistas israelíes también se sienten, ahora, muy cómodos.

    La presidencia de Trump no augura nada bueno. A corto plazo la economía va a continuar en el buen estado en la que la ha dejado su antecesor. Es de temer que se incremente la deuda, que repunte la inflación, que intente romper Europa y que desate guerras comerciales que no van a beneficiar a nadie. Sus primeras decisiones ya apuntan que lo primero es ganar dinero y eso está por encima de la salud medioambiental.

    Trump en su discurso de investidura ha repetido el mismo lenguaje populista, ególatra, vacío, facilón, soez, agresivo, despiadado y aislacionista utilizado en su campaña y ha insistido en el proteccionismo y el ultranacionalismo. Muchos congresistas y todas las grandes figuras de la canción no han querido  asistir a su acto de toma de poderes (a donde por cierto solo han acudido 250.000 personas, la quinta parte de los que acudieron a la toma de posesión de Obama) y en la calle ha habido algaradas y cargas policiales. Tras haber dicho lo que ha dicho, desde aquí Mariano Rajoy en un tuit  le desea “éxito y que acierte”.

    Le hemos escuchado atacar a la prensa diciendo que “son los seres humanos más deshonestos” “Haremos que la prensa rinda cuentas”. También acusa a los periodistas de mentir al dar los datos de la gente que acudió a su investidura, a pesar de que las imágenes lo dejan muy claro. También le hemos visto prohibir hacerle preguntas a los que cree incómodos.

    Por mi parte, opino que entre un sujeto dictatorial, grosero y matón, amante de los Reality Schows y del lujo exagerado, que como gran populista que es repite una y otra vez que quiere “devolver el poder al pueblo”; que es  machista, simplón y peligroso y que da lecciones levantando la mano y apuntando con el dedo o cerrando el puño mientras forma un circulo con su boca, yo, si puedo elegir, prefiero al pato Donald y por supuesto le deseo a Trump, al contario que Rajoy: que no tenga éxito en lo que se propone y que no pueda llevar a cabo sus bárbaras propuestas disfrazadas de Curro Giménez que ocultan  un neoliberalismo feroz que solo busca el mayor enriquecimiento de los más ricos apoyándose en  la destrucción del medio ambiente, la desigualdad y  la insolidaridad.

    Que entramos en una época de turbulencias es más que evidente. Que estamos ante un millonario embaucador está también claro. Quien lo dude que se repase su discurso de investidura:

    -Toda decisión se tomará para beneficiar a los trabajadores y a las familias de EEUU.

    -Estamos transmitiendo el poder desde Washington y se lo devolvemos al pueblo.

    -El establishment no ha protegido a los ciudadanos de este país.

    -Seguiremos dos reglas simples: comprar productos de EUU y contratar a estadounidenses.

    -Estamos listos para librar a la tierra de las miserias, de la enfermedad.

    -Los olvidados de nuestro país dejaran de estar olvidados.

    Es difícil ser más mentiroso que este personaje que se niega a publicar, como prometió hacer, su declaración de renta y que se dispone a mezclar negocios y política del modo como lo hacen los millonarios y los caraduras: en su propio beneficio e incrementando la desigualdad y la injusticia. Todo ello realizado ¡faltaría más! con la ayuda que dice tener de Dios.

     Desde ahora mismo debemos ser realistas  y empezar ya a boicotear a un gobierno de tal calado dejando de beber coca-cola, de comer en sus McDonald’s, rechazando los productos Made in USA y sus marcas de vestir, nueces, cacahuetes y su banderita. Haciendo eso y con la ayuda de los americanos que se manifiestan masivamente contra él podemos lograr que no llegue demasiado lejos en sus disparatados propósitos a los que ya se ha apuntado Esperanza Aguirre y pronto se le unirán otros muchos más rompiendo una unanimidad  un tanto extraña.

     

     

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    comentarios 3 comentarios
    Vigorhumus
    Vigorhumus
    27/01/2017 08:01
    Éjemplos

    Vaya tres ejemplos de democracia menciona vd. José Marti, habanero y creador del Partido Revolucionario de Cuba. Atilio Borón, argentino. Su mayor éxito fue su libro "Filosofía Política Marxista" Fidel Castro no hace falta presentarlo. Casi me puedo explicar porqué a vd. EEUU le parece el demonio con rabo.

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