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Por J. P. Enrique
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Escocia, Cataluña, País Vasco, Bretaña…

    Nada es para siempre porque nunca lo fue. Nada es inmutable porque nunca lo ha sido, pero estamos asistiendo a un nuevo diseño de unas fronteras que siempre han cambiado a lo largo de los siglos. Las fronteras como la vida, como la corteza terrestre, como todo el universo están en movimiento y las leyes que buscan que permanezcan inmutables no sirven para contenerlas.

    Mi análisis me lleva a concluir que todos los procesos separatistas parten de zonas geográficas con sentimientos identitarios pero con el punto en común de ser más ricas y con la creencia de que otros se provechan de esa riqueza.

    En el caso de Escocia, el separatismo se desencadena desde una zona con reservas de petróleo. En Italia ocurre algo parecido en la región de Véneto, la región más rica de Italia, y si vamos analizando cada pretensión nacionalista nos encontraremos con el mismo hecho: Los que tiene una mayor riqueza consideran que pagan demasiado y que los otros les roban. Se sienten oprimidos y creen que vivirían mucho mejor solos.

    Me he posicionado siempre en contra del desprecio al catalanismo y la absurda utilización política de la secesión lingüística. Me he manifestado en contra de campañas de bloqueo a productos catalanes. También a las manipulaciones en el tema del agua. Tengo claro que el españolismo también es nacionalista, a pesar de que ellos no lo crean. Me he escandalizado ante la exigencia de algunos reclamando “su derecho a tener clases en español en una universidad catalana” y demasiadas veces he escuchado la mentirosa respuesta de “no l´entenc, a mi parlem en cristia” espetada por quien escucha con el ánimo de ofender al que con otro acento y apenas cien palabras distintas habla la misma lengua.

    Ante ese rechazo y desprecio, ante tanto anti catalanismo, entiendo que haya ido creciendo en Cataluña el anti españolismo y su deseo de independizarse, pero creo que en el fondo subyace el pensamiento de que “su riqueza es mejor que sea para ellos solos sin necesidad de tener que compartirla con el extremeño o el andaluz”.

    En este proceso han influido, además, factores de grave torpeza, venidos precisamente de quienes ahora más se rasgan las vestiduras y se amparan en la “legalidad, legalidad”. No menos importante ha sido la protección, durante décadas, tanto del PP como del PSOE a Jordi Pujol que se ha sabido manejarse muy bien en sus oscuros negocios predicando el nacionalismo cubierto con la bandera cuatribarrada. También el inmovilismo y ausencia de olfato político de un presidente de la nación como Rajoy que cree que el tiempo todo lo cura y que la mejor política es la política de no mover un dedo. También, a mi entender, ha sido una torpeza plantear recursos ante el Constitucional de artículos que no se han recurrido en estatutos de autonomía de otras Comunidades.

    En ese magma, el independentismo ha ido creciendo en medio de la crisis de un sistema que se rompe y castiga con virulencia a las clases medias y a los trabajadores.

    Es el “sálvese quien pueda” y, en ese espacio, quien tiene mayor riqueza culpa “al otro” de todos los recortes y de las penurias. Con el chivo expiatorio en la mano levanta la bandera y grita: “Nos roban. Sin ellos no pasarías las penalidades que estás pasando.”

    Con mensajes tan simples se justifica todo. Se tapa el mal gobierno, la corrupción, los recortes y los despilfarros. Se olvidan de que lo urgente era realizar “una profunda reforma del capitalismo” (tal como propuso brillantemente Sarkozy) con un control de los Estados sobre los paraísos fiscales y se olvidan de efectuar una persecución implacable contra la corrupción, poniendo cerco a montañas de dólares que se mueven por el mundo en busca de rentabilidad, trampeando para no pagar impuestos.

    Para muchos será muy importante el terruño. Para mí lo son las políticas que se aplican sobre él. Lo demás es jugar con sentimientos fácilmente manipulables. Díganme si no como unas personas pueden posicionarse visceralmente boicoteando el cava catalán “porque sus propietarios son de Cataluña” y a la vez defender y aplaudir apasionadamente al Valencia CF cuyo dueño es un millonario chino recién llegado para quien el Valencia y los sentimientos de buena fe de sus socios son solo instrumentos para ganar dinero.

     

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    comentarios 15 comentarios
    miguel bataller
    miguel bataller
    19/09/2015 01:09
    A JPE

    Tu y yo sabemos muy bien las opiniones del otro, por lo que no podemos sorprendernos. Pero si tengo que reconocerte que sabes expresar las tuyas con menos visceralidad que yo, y se te lee y entiende perfectamente, y entre otras muchas razones, nos permite ser amigos desde posicionamientos distintos, porque los dos exponemos y argumentamos nuestras razones con nuestras opiniones. Un abrazo

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