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Por J. P. Enrique
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La crisis sigue en Europa

    Cuando el gobierno griego se puso delante de los que dictaban órdenes, acorralado, no tuvo otra salida que sacarse de la manga un referéndum para preguntarle a su gente si debía aceptar o no lo que le estaban ofreciendo. Tras un primer minuto de asombro, los germano-poderes aceptaron la realidad y se frotaron las manos pensando que tenían ante sí un buen instrumento para cambiar, a través de la consulta, a unos indeseables que se habían propuesto derribar desde el primer minuto en el que ganaron las elecciones.

    El plan era derrotarles apostando fuerte por el sí y colocar en el poder a un gobierno afín, liderado por un tecnócrata, que firmara dócilmente todo lo que le pusieran por delante, tal como habían hecho los anteriores gobiernos de Samaras y Papandreu. Precisamente los autores del inmenso déficit.

    Con el plan en la mano, participaron en el referéndum todos los líderes europeos e implicaron a las grandes empresas. Los comentaristas en sus tertulias hablaban del fracaso de gobiernos radicales y de la inmediata salida de Grecia del euro.

    Cambio de gobierno a través del miedo. Lo ha dijo Rajoy con mucha claridad en una de las pocas aportaciones que ha hecho ante una crisis tan grave. Como si nosotros no tuviéramos nada que perder si ese hecho fatal ocurriera. Algo que, dicho sea de paso, no contempla el tratado de la Unión.

    Empezó la política del miedo. Nos mostraron las colas de los jubilados ante los cajeros. Hablaban de unas encuestas que iban acercando el no al sí. Se acercaban tanto que el no se daba por hecho y con él la dimisión de Tsipras. Se frotaban las manos.

    Ahora sabemos que las encuestas eran falsas. Había más falsedades:

    “Los griegos no pagan impuestos”. No es cierto. Allí pagan el 45,8% de su PIB (En España el 37,8).

    “Viven de las pensiones y son muy altas”. La pensiones media es de 875 euros y el gasto representa el 17,5 de su PIB.

    “Les hemos dado todas la facilidades para que paguen”. Han alargado el plazo pero se han negado a una quita de su deuda. (Hasta el FMI reconoce que esa deuda es impagable y que debería reducirse un 30%. Cada griego adeuda la barbaridad de 40.000 euros. Ni aun dejándoles sin pensiones habría dinero suficiente para pagar una deuda que ha ido acumulándose con la alegría de quienes invertían allí comprando bonos para obtener jugosos beneficios).

    “Lo único que ha hecho Europa es meter dinero”. Es cierto, pero de ese dinero solo el 10% ha ido a atender necesidades sociales. El resto ha ido directamente a los acreedores. Ni un euro para políticas de crecimiento.

    “Que nos devuelvan el dinero que les hemos entregado”. Es una expresión que escucho con frecuencia dicha, precisamente, por quienes no han pronunciado una sola palabra exigiendo que los bancos nos devuelvan lo que les hemos prestado tanto a fondo perdido como en préstamos subvencionados.

    Se acusa a los radicales griegos de todos los males y del corralito. Ni una palabra de que Golman Such, con Dragui al frente, fue quien falseó las cuentas de un gobierno conservador que derrochó a manos llenas.

    La incapacidad y los errores del pasado están haciendo crujir al Euro y a Europa. Los daños colaterales ya están ahí vía caída de bolsas, subida de la prima de riesgo y huida de capitales de los países del sur a los más seguros del norte. Por eso, los más duros están tranquilos y entre los duros, González Pons, acaba de lucirse en el Parlamento Europeo haciendo campaña electoral y hablando con populismo de baratijas “de lo que los españoles, sin poder, les hemos ido prestando a los griegos”. Otro delfín del PP recién ascendido, Pablo Casado, se ha atrevido no solo asustar sino que ha ido mucho más lejos diciendo que en Grecia, debido al corralito, “hay una ola de violencia y atracos inusitada”.

    Apuesto a que finalmente se llegará a un acuerdo evitando (espero), eso sí, un pacto que no permita que Tsipras y Syriza se apunten el tanto. Para llegar ahí no era necesario haber amenazado tanto ni era necesario convertir a Europa en una entidad frágil. ¿No sabían que hablando de Grexit y de un plan B estaban diciendo que sí hay vuelta atrás en el Euro, lo que debilita a esa moneda y la convierte en susceptible de futuros ataques especulativos?

    Nada que ver esta crisis con la que EEUU ha tenido en Detroit.

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    comentarios 13 comentarios
    paco planelles
    paco planelles
    18/07/2015 11:07
    Brindis

    Brindamos ¿Cómo no? Pero con Pago de Carraovejas

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