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Por J. P. Enrique
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Junta General del Sindicato de Riegos: en familia

    Soy socio del Sindicato de Riegos desde siempre y además una persona a la que le preocupa el abandono creciente, sin que nadie haga nada, de las ricas tierras de nuestro término municipal El pasado día 30 acudí a su Junta General.

    Me sorprendió que, cinco minutos después de la hora prevista para la primera convocatoria no hubiera nadie en el salón de actos. Ni siquiera los que debían presidir la mesa. Minutos después fueron llegando varias personas. La mayoría de ellas están o estuvieron vinculadas laboralmente al Sindicato. Escuché a alguien ya entrado en años decirle a otro: “Me extrañaba que esta vez no vinieras a la Junta”.

    Al final nos juntamos unas 25 personas a las que nadie se preocupó de identificar. Alguien me indicó que es el número que suele acudir a estas convocatorias. El presidente siguió el orden del día, sin objeciones por parte de nadie. Con la fórmula de preguntar a la sala “¿Están de acuerdo?” quedaron aprobados, sin ningún debate, dos puntos que yo considero importantes: Uno que hablaba de las cuentas del Sindicato y otro de ceder aguas de riego al Ayuntamiento “ya que las necesitan -dijo el Presidente- para atender las necedades hídricas de planes urbanísticos.” Es curioso destacar que en la misma junta, poco antes de aprobarse ese punto, el presidente se refirió a “las dificultades hídricas que padecemos por culpa de la fuerte sequía.”

    Llegados el punto ruegos y preguntas expuse un problema que me afectaba a mí y también a muchos regantes. Dije que, años atrás, vallé un huerto y que desde el Sindicato me prohibieron colocar los palos galvanizados sobre la pared de la acequia que no es paso de regantes. Ello -dije en la junta- ocasiona al agricultor más gastos y una valla más insegura. Continué diciendo que ahora mismo, para evitar robos, me veo obligado a vallar un huerto de aguacates porque hay agricultores ladrones e ignorantes. Ladrones porque roban e ignorantes porque no saben que esos plantones de aguacate no van a arraigar en otro sito tras ser arrancados. Pedí que se cambiara la normativa para que, a los que aun creemos en el campo, facilitarnos las cosas para no tener que incurrir en gastos mayores y seguir más desamparados de lo que estamos los que invertimos en ese sector, sin ninguna ayuda de la administración municipal, autonómica o central.

    Expuse, en mi intervención, que habría de cambiarse la normativa porque es la forma correcta de que las leyes sean iguales para todos, evitando el “tu hazlo y no te preocupes” o el “yo lo hago porque otros lo hacen”. La legalidad debe ser justa. Cuando es injusta hay que cambiarla y obligar a que sea cumplida por todos.

    Hice en la Junta General mi exposición razonada y entregué a la mesa un escrito con mi propuesta que no fue votada ni comentada por la mesa. Otro asistente que me sucedió en el turno de palabra dijo: “Yo no sé cómo a algunos, como a este señor que acaba de hablar, les ponéis problemas y en el polígono donde está el matadero habéis permitido que se coloquen blocs de hormigón sobre la misma acequia.” El presidente vino a decir que era cosa de tiempo atrás. (Yo añadiría: y de otras estancias de poder). Pero el presidente y quien quiera saberlo saben muy bien que la práctica de incumplir las normas está a la orden del día.

    Al finalizar el acto hablé con el presidente y le dije que me gustaría tener una respuesta cuanto antes, ya que tengo necesidad de proceder de inmediato al vallado de un huerto. Me contestó que le llamase el lunes y me diría algo. El lunes me dijo que no había podido hablar con el abogado, que le llamase el martes. El martes no pude hablar con él y, tras hablar con las oficinas del Sindicato, me llamó el abogado para decirme que “yo no sé para qué me han dicho que te llame porque ésa es la normativa”, “ya lo sé, le contesté, pero cuando el Presidente me dijo que quería consultarte, yo creí que era sobre la forma de cambiar unas normas, para mí y para mucha gente, absurdas, aunque creo que el tema es bastante sencillo: reuniendo a la Junta Directiva o sometiéndolo a la aprobación de la Junta General.”

    Me he quedado con mi propuesta en el cajón, sin que siquiera fuera debatida y meditando sobre los Sindicatos, que tuvieron, en el pasado, una estructura de poder que perdura intacta, no por culpa de la entidad sino porque los ciudadanos pasamos de participar como deberíamos en la toma de decisiones. Las directivas creen que están para el servicio de otros y que a otros se deben. Me he quedado con mi propuesta y con menos dinero en mis bolsillos por la necesidad de acometer gastos innecesarios.

    Continuando con mi reflexión, he recordado que, durante la dictadura los Sindicatos de Riegos fueron enclaves políticos dirigidos por presidentes que eran reelegidos casi de por vida. Los hábitos, lamentablemente, creo que no se han modificado demasiado. En aquellos tiempos esas entidades fueron útiles para que las juntas directivas se beneficiaran con viajes a diferentes lugares del mundo para “ver cómo se regaba allí”. Unos viajes muy útiles para desplazarse, con cónyuges, a lugares como a Israel, a Zaragoza o a Argentina. El agua como excusa para ir de vacaciones pagadas. Hoy se continúa con esas prácticas y el Sindicato es un Sindicato rico, con elevados excedentes de tesorería (mal gestionados) en una ciudad con agricultores arruinados, pero, ¡eso sí! desde ahí, desde esos órganos de poder, no sale ni saldrá una sola voz crítica que denuncie a los poderes políticos para que incentiven la inversión en un sector tan indispensable para crear riqueza y puestos de trabajo.

    Mientras, ellos, el Sindicato, viven su “normalidad” (en ausencia de discusión, participación y debate) el campo agoniza. Mientras ellos, el Sindicato, tienen las cuentas muy saneadas, los que sufragan sus gastos están en la ruina.

    (En un próximo artículo comentaré algunas cifras del Sindicato extraídas de archivos, de la Junta General y del informe de auditoría)

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    comentarios 7 comentarios
    AGRICULTOR ARRUINADO
    AGRICULTOR ARRUINADO
    16/06/2014 01:06
    FALTA DE CONTROL

    Juan Pascual; el agricultor es del mesinfot, al año que viene más. El tema de las acequias que tú comentas, se hicieron de obra pero muchos agricultores las pagaron y otros no, por falta de control del sindicato los que no las pagaron se beneficiaron y los que las pagaron salieron perjudicados de bolsillo. Responsabilidad ninguna, quejas se hicieron en la asamblea que se hizo en la casa de Cultura, pero el entonces presidente del Sindicato hecho tantos balones fuera, que se hizo tan larga la asamblea, que la gente se iba y salieron todos de rositas. De pactos de donación nada de nada. Yo propongo, que si algún día se venden las 27 hanegadas de S. Gregori, que sea para abaratar el sequiaje que se paga semestral, del agua para regar los huertos y no para gastos superfluos.

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