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Por J. P. Enrique
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Yo hago ajustes en mi casa para ayudar a reducir el déficit del Estado ¿y Ud.?

    Tuve que escuchar que me llamaban cerdo, ¡bueno!, ellos dicen PIG que no suena tan duro, pero sé que no me lo dicen de forma cariñosa. Tuve que escuchar a mi gobierno decir reiterativamente que yo vivía por encima de mis posibilidades; que gastaba demasiado y que aumentaba el déficit del país.

    Finalmente reflexioné y decidí dejar de gastar y gastar haciendo caso a lo que ellos me han venido diciendo, desde hace tanto tiempo, para que España alcance ese punto perfecto, que ellos llaman “de equilibrio cero”, en el que se supone se alcanza la confianza de los mercados y el éxtasis colectivo.

    Yo tenía la costumbre de levantarme pronto y, abusando de mis malos hábitos, antes de acudir al trabajo pasaba todos los días por el bar situado frente a la fábrica, en donde me fumaba mi primer cigarrillo del día mientras degustaba un café exprés muy caliente. ¡Se acabó! -me dije- en adelante voy a dejar de fumar y voy a suprimir mi café mañanero. Y así lo hice.

    A media mañana también tenía la costumbre de salir a tomarme algún tentempié y aprovechaba para comprar el periódico. Ni lo uno ni lo otro. He decidido no comer hasta mediodía y olvidarme del periódico.

    He seguido con mi plan de ajustes y registrando mis bolsillos me encontré con un móvil. Recordé que mis antepasados habían vivido muy tranquilos sin ese artilugio y sin acceder jamás a internet y me dije: ¡fuera!, hay que eliminar ese cacharro que es un gasto más y es innecesario. Ahora vivo sin teléfono y sin internet.

    Ya sin tanto peso encima cogí las llaves para salir de casa. Una de ellas de ellas era de un automóvil, el mío, que yo creía tan útil y necesario ¿Realmente necesitaba un coche? ¡No, no lo necesitaba! Así es que lo vendí y dejé de tener gastos de gasolina, seguros, taller, ITVs abusivas y me dije: ¡Seguro que puedo ir caminando a todos sitios! Sobraba el automóvil. Si todos hacen como yo -pensé- las carreteras serán un lugar perfecto para pasear, como ya sucede en algunos aeropuertos.

    Mis hijos, criados en la abundancia, pretendían que alquiláramos durante el puente festivo un apartamento en la playa para descansar allí unos días y disfrutar del agua, del sol y del mar que el médico de cabecera nos recomendaba. ¡Qué derroche -pensé- tienen razón los alemanes. Hay que eliminar tantos gastos superfluos! Y, dicho y hecho, me impuse en la familia y les dejé a todos muy enfadados, pero en casa.

    En mis largas horas de ocio casero tuve tiempo de mirar en los armarios. Quien más y quien menos tenía tres pares de zapatos, seis o siete vestidos, dos trajes, muchos calcetines… ¡qué barbaridad, así no vamos a ninguna parte! Mandé que cada uno se quedara con un solo par de zapatos; que sólo hubiera en el ropero dos vestidos (quita y pon) para cada uno y las prendas sobrantes las encerré en un armario bajo llave.

    Esto ya va mejor -pensé satisfecho- creo que finalmente en mi casa vamos por el camino correcto. El ministro de economía español y sobretodo su colega alemán ya deben estar muy contentos porque ahora sí, con mi contribución y mis apretones “justos y necesarios” el país seguro que empieza a funcionar mejor; pero yo como buen patriota y persona muy disciplinado que soy no voy a pararme ahí y voy a continuar con los recortes ¡perdón!, dije mal, no son recortes, son “los ajustes que España necesita” para poner en orden una economía que entre zapatos, cafés, teléfonos y coches, hemos dejado hecha unos zorros.

    Ya estoy pensando en dar de baja la luz. Generaciones de mis antepasados han vivido muy bien aprovechando la luz del día y durmiendo de noche. Yo voy a hacer lo mismo. En mi mente también está darme de baja en el suministro de agua. Estando tan cerca el rio no es necesario abusar en comodidades que no podemos permitirnos.

    Espero no ser un ejemplo aislado y que las medidas de austeridad que yo he aplicado y las futuras que voy a seguir aplicando, las apliquen también el dueño del bar en donde yo me tomaba los cafés y el tentempié, el vendedor de periódicos, los talleres de reparación de automóviles, los propietarios de gasolineras, los vendedores de seguros, etc. etc. etc. Seguro que si todos hacen como yo y se quitan sus gastos inútiles e innecesarios y empezamos a ahorrar, este país nuestro habrá hecho sus deberes y tomando “medidas impresionantes” (como dice el cerebro de economía español al cerebro de economía alemán) nuestros hogares y nuestro país funcionarán perfectamente. ¡Benditos sean los recortes! ¡Viva la Edad Media!

    UNA PROPUESTA DE JUEGO PARA LOS AMABLES LECTORES
    Vamos a suponer que el presidente del gobierno es ahora mismo Zapatero y supongamos que hoy mismo Argentina nacionaliza a nuestra petrolera Repsol y que a la semana siguiente es Bolivia la que nacionaliza a otra empresa española, REE, todo a golpe de decreto y de uniformados.

    Ante estas duras y graves actuaciones, propongo que cada lector diga la primera frase que se le ocurra. Yo apunto la mía: “Zapatero es un inepto, un inútil sin autoridad del que se ríe todo el mundo”.

    2 DE MAYO
    Estaba yo viendo el debate entre Hollande y Sarkozy (muy interesante por su viveza) y acababa de enterarme de la reacción del gobierno ante el asalto a otra empresa española en Hispanoamérica. Acaba de conocer que, un día más, la prima de riesgo ha vuelto a subir; el paro sigue creciendo; el índice de confianza ha bajado 13 puntos; los fabricantes de automóviles ven caer sus ventas; la bolsa acaba de hundirse otro tramo más y lo único que repunta es el índice de muertos que contabiliza la DGT.

    En eso estaba, cuando empecé a escuchar cohetes que estallaban por toda la ciudad, luego cláxones y luego cantos. Siguieron tracas, más cohetes y gritos. Supe que había estallado una emoción colectiva porque el Real Madrid había ganado la liga. Media España gritaba contenta “alemadri” y la otra media estaba triste por no poder decir “Barsacampeó”. Una emoción y una expresividad me gustaría ver estallar también en otros campos y no precisamente de fútbol.

    OTRO QUE CAE: SARKOZY
    Con la caída de N. Sarkozy se demuestra que los votantes castigan a los gobiernos en el poder encargados de gestionar la crisis.

    Ha ocurrido en Eslovaquia, Islandia, Holanda, Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España y ahora Francia. ¿Todos han despilfarrado? ¿Todos lo han hecho muy mal? No… O sí. El hecho es que hay detrás una gravísima crisis del sistema que está por encima de los países y de los gobiernos que cabrea a los votantes.

    Con Hollande se abre la esperanza de un cambio de rumbo en Europa que, cegada por el fanatismo de Merkel, camina solo por la vía de recortes y más recortes, obsesionada con los déficits que se cargan sobre las capas más débiles mientras el BCE realiza políticas económicas obscenas.

    La nueva vía dará o no resultado, pero los gobernantes más duros, como los nuestros, tan perdidos como todos, tendrán que poner el freno y suavizar los “ajustes”, apuntándose a otra política distinta, mirando el déficit pero con una visión más relajada.

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    comentarios 14 comentarios
    JP
    JP
    14/05/2012 12:05
    a "oTRO JP"

    Ningun problema por mi parte. Puedes seguir con "Otro JP". Un abrazo.

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