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Nuestra condena económica

    Lo podemos llamar como queramos, pero España tal cual, económicamente hablando está condenada a tener una tasa de paro estructural algo estratosférica, una temporalidad de record y un subempleo de libro por meras razones históricas.

    Y eso a veces, lo ignoramos o nos olvidamos de la España que tenemos, gracias a la crisis y al tratamiento neo-liberal de la misma, en lo fundamental por el Gobierno de Mariano Rajoy y sus políticas de austeridad y recortes.

    Puede ser que, por sus resultados, no sean en todas las zonas del país donde se den los mismos resultados, pero si en la inmensa mayoría de provincias y Comunidades Autónomas.

    Porque en base a precarizar el empleo, reducir salarios, facilitar más el despido y abaratarlo aún más, es posible que el modelo productivo español, tan manido con ocasión de las campañas electorales que algunas fuerzas hablan de su mayor y mejor desarrollo, pueda ocupar a un par ó tres de cientos de miles de personas activas, pero en condiciones penosas laborales y salariales y conviviendo con esa galaxia de falsos autónomos y emprendedores ficticios y becarios eternos.

    Pero ese escenario, no permite hoy, hacer elucubraciones acerca de su mejora, al menos con Mariano Rajoy de Presidente del Gobierno y con las mismas políticas de siempre.

    Porque esos comportamientos nos han llevado a que en España, en condiciones normales, la demanda de trabajo, es la que es: La mayoría de baja calidad y escasa para la oferta de trabajo existente.

    A España la han llevado en base a políticas nefastas a una situación donde por muchas “Reformas Laborales” que se hagan y por muchos cambios de estructura que se introduzcan en su mercado de trabajo, nunca tendrán un perfil laboral como el de Holanda, Dinamarca, ó Austria, jamás de los jamases.

    El modelo actual, “No se puede arreglar”, ya que se “Haya estructuralmente muerto”.

    Es por ese motivo, que es legítimo y necesario plantearse que “debe ser sustituido por otro” y porque lo último que ha ocurrido es que llegó una gran Depresión. Y las razones, las bases, los elementos que posibilitaron esa Depresión “no han llegado para quedarse”.

    Claro que hay economistas como Santiago Niño Becerra que calculan, “que habrá que esperar” como mínimo 75 años, que ha sido el tiempo de vigencia del modelo que ahora se ha muerto: 1993-2007. Aunque este economista considera que “va a ser mucho más, porque jamás en los últimos 2,000 años ha habido nada parecido al periodo 1950-1973, absolutamente nada”.

    Y es que la economía mundial se encuentra “En medio de una crisis sistémica que empezó a insinuarse a mediados de los 70 y que se manifestó en el 2007”, producida por el agotamiento del modelo económico y social que “Ya ha dado de sí, todo lo que podía dar”.

    En este contexto, Niño Becerra considera que “en un horizonte de tiempo previsible”, de “no menos de 75 años” no vamos a volver a “nada parecido a el mundo va bien.”

    Porque veamos, si cada vez más, el factor trabajo es y va a ser menos necesario y el excedente de población activa sea mayor, y este problema no se encuentra en primer lugar de las agendas de los políticos que se empeñan en seguir gobernando, estamos apañados.

    Si España además, no recauda lo suficiente para abordar el Gasto Público necesario de una economía desarrollada, porque la carga impositiva es muy baja y el fraude fiscal es muy elevado. Y que la economía sumergida alcanza un volumen que oscila entre el 19 y el 23 %.

    La única forma de reducir el desempleo, es la caída de la población activa. Que es lo que está sucediendo como consecuencia de los jóvenes que abandonan el país en busca de empleo, y los que desesperados por no encontrarlo dejan de estar registrados en el INEM.

    Se ha hundido además el número de horas trabajadas y la productividad está cayendo. Y el 29,2% de la población española se halla en riesgo de exclusión.

    Y lo peor que le puede pasar a una economía como la nuestra es que además de una caída de la población activa: “Se ha hundido el número de horas trabajadas”.

    Al haber más personas ocupadas “la productividad por ocupado está cayendo”. Y una caída de la productividad es “lo peor de lo peor que a una economía le puede pasar hoy en día”.

    Y entre otros factores, esto se produce porque “se está cambiando empleo a tiempo completo por empleo a tiempo parcial”. O lo que es lo mismo, ha habido un cambio de “remuneraciones completas por fracciones de remuneración”.

    Hoy en la “nueva normalidad” a la que le ha conducido el actual sistema, el incremento del PIB, no significa más empleo.

    La generación del PIB, está totalmente desvinculado de la cantidad del factor trabajo a utilizar, y además la demanda de trabajo del sector tecnológico, no compensa los puestos destruidos.

    No compensa ni remotamente, la suma de la población activa desplazada y desempleada y de los efectos de trabajo nunca ocupado.

    Esos son algunos de los rasgos de nuestra economía que debemos intentar cambiar. La tarea no es ni fácil ni de rápida ejecución, pero el iniciarla requiere unos requisitos imprescindibles como son, el tener un Gobierno decente exento de corrupción y que sepa aplicar una moderada política que vaya recuperando espacios de decisión política en los temas económicos.

    Es decir un gobierno socialdemócrata cuya recuperación de su influencia social le permita llevar a cabo la transición de este modelo económico tanto en España como en los países de la Unión Europea.

    Y el factor determinante no es solo la elaboración de un proyecto de transformación económica y social que garantice el control democrático de la economía, hoy en manos de las decisiones de una clase minoritaria que ostenta el poder político y económico. Hace falta el saber transmitir al pueblo, a los trabajadores en primer lugar, a los autónomos y emprendedores, a la pequeña y media burguesía, así como a los intelectuales la enorme tarea que esas transformaciones suponen, que necesitan el apoyo y el protagonismo fundamentalmente de la clase obrera y de los sectores populares.

    Y con esa hoja de ruta, hoy hay que rechazar el populismo tanto de izquierdas como de derechas que se está desarrollando en demasiados países europeos. El recuerdo histórico en un marco similar de crisis y la Gran Depresión, del ascenso del fascismo en Alemania con Adolf Hitler y en Italia con Benito Mussolini y lo que supuso para la Humanidad, deberían ser un acicate para que el pueblo llano y trabajador, supiéramos rechazaran los cantos de sirena, con las que se suelen presentar estas fuerzas “emergentes” que no tiene nada de nuevo, salvo los valores Neo-nazis de los que son inequívocos portadores. Anti-Europa, xenófobos y defensores de la “raza” que ellos solo representan.

    Hoy en nuestro país y ante la duda acerca del tipo de Gobierno que vamos a tener. La experiencia de esta legislatura con Mariano Rajoy y su mal gobierno y las provocaciones de los “asaltantes al Cielo” como Pablo Iglesias, deberían ser - en mi opinión – los dos extremos que la ciudadanía tendríamos que rechazar llegada la necesidad, si volvemos a las terceras convocatorias.

    En el fondo es que los trabajadores, ¡si la clase obrera! de la que bien pocos de los partidos menciona, deberíamos aprender de esta larga fase para condenar a quienes nos han conducido a esta situación. Y también al aventurismo “emergente” de Pablo Iglesias y Podemos.

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