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Por José Luis Ramos
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El melón: una fruta preferida durante el calor

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    El melón: una fruta preferida durante el calor- (foto 1)

    Para estar bien hidratado ante la ola de calor, que estamos padeciendo, estoy consumiendo melón a todas horas. Su sabor dulce y su alto contenido en agua se convierten en un alimento perfecto para hacer frente a las altas temperaturas que estamos padeciendo. Ello me trae a la memoria que, en mi adolescencia, el melón era la fruta reina del verano. No había cámaras, para la fruta, ni los medios de transporte actuales, así que consumíamos la fruta de temporada, de nuestro entorno más cercano. No eran pocas las familias que sembraban melones, para la familia. A Sant Roc, después de la paella de pato, u oca, había que comerse un buen melón “tendral”. No eran pocas las familias que colgaban en la “pallisa” algún melón tendral para Navidad. Mi padre lo hizo mientras sembró melones. Todos los veranos, seleccionaba unos cuantos melones tendrals, entre los mejores de la cosecha. Yo me subía a la pallisa, que tenía una altura superior a 4 metros. Mi padre desde la planta baja del corral me lanzaba los melones, que yo agarraba al vuelo. El melón tendral pesa de 5 a 6 kilos. No recuerdo que se me escapara, un solo un melón, y se nos estropeara. En la pallisa los colgábamos, con una cuerda de las vigas de madera que sostenían el techo.

    En los 60, el consumo y la producción de melones estaba muy arraigada en las familias valenciana, en la mía, de una manera especial. En los 60, a principio de año mi padre descarga un par de carros de estiércol de vaca, en el campo que teníamos en lo que hoy es la carretera de la Bassa de sangoneres, del termino de Borriana. A fallas, cuando el estiércol ya había fermentado, íbamos los dos y hacíamos el plantel de melones. Consistía en cubrir el plantel del aire del norte, y permitir que recibiera el sol por el sur. Luego hacíamos unas pelotas de estiércol, con unas semillas de melón en su interior. Así se conseguía adelantar la cosecha unas semanas. En el mes de mayo, cuando las meloneras ya tenían unos 10 centímetros y empezada el calor, hacíamos unos hoyos al lado del surco. A los hoyos depositábamos un capazo de estiércol. Luego trasplantábamos la melonera del plantel al hoyo, preparado con estiércol. Lo primeros riegos los hacíamos con un cubo, y luego a esperar tener buena cosecha.

    En aquella época la producción mayoritaria era conocida como melón de l’agüela. Su forma, es más corto que los actuales, pero más ancho. Tal como va madurando, se va soltando el pezón. Cuando ves que falta poco para soltarse, de la mata, se toca el pezón e queda suelto. En esa clase de melones, para saber si el melón estaba bien maduro, había que apretar con el dedo la corteza en la parte contraria del pezón. Si estaba blando, el melón estaba maduro. Era un melón con una pulpa dulce muy líquida que, había que comerse pronto. Por eso desapareció del mercado. Entonces, aparecieron otras clases, más aptas para el trasporte y el comercio, porque una vez maduros duraban más y aguantaban mejor los golpes. En las nuevas clases destacaba el de piel de sapo, del piñonet, del cordonet y otras clases, que hoy ni siquiera recuerdo sus nombres. El melón de l’agüela, igual hace 50 años que desapareció. Pero el melón de piel de sapo, que hoy se anuncia en todas partes, igual hace más de 25 años que yo no le he visto. Lo que nos venden, como piel de sapo, es un hibrido, generado por la poliniziación de las abejas. Contiene características de varias clases, destacan el “piñonet, el cordonet y piel de sapo”. El caso es que estoy cansado de escuchar, y leer, que para saber si el melón está maduro, o bueno, que hay que apretar con el dedo la corteza del melón alrededor del péndulo, y si la notamos blanda, es señal de madurez. Ese sistema era bueno para los melones de l’agüela, pero se sigue practicando, porque las personas no han percibido que ahora consumimos otra clase de melones. Además, identifican madurez, en melón bueno. Madurez y calidad son cosas distintas. Un melón puede estar maduro, pero no tener suficiente azúcar, o al revés, tener bastante azúcar, pero estar verde. O tener la pulpa demasiado liquida, es decir, estar pasado. Para acertar la calidad y madurez de un melón, hay que conocer las características de cada clase. Saber si es de pulpa sólida, o algo liquida y conocer su peso normal. Así al sospesarlo con la mano, si se percibe que su peso es mayor a lo normal, es porque tiene mas azúcar de lo normal, por lo que tenemos un melón dulce. El sonido que hagan las palmadas al melón, nos indicaran el grado de liquidez de la pulpa. Es decir, el peso nos informa del azúcar que tiene, y el sonido nos dice si la pulpa es sólida o liquida. La calidad, en algunos melones requiere que la pulpa esté sólida. Según la clase de melón, deberá tener la pulpa sólida, bien dura, para estar bueno, mientras en otros debe estar algo liquida. Así pues, debemos buscar un melón que tenga un peso superior a la media que corresponda a su tamaño. Pues el exceso de peso es signo de exceso de azúcar. Luego tendríamos que saber, si es de pulpa liquida o sólida. Hoy día, por razones comerciales, solo se venden melones de pulpa dura, así que, si su interior suena a líquido, significa que está pasado y que no conviene comprarlo.

    Recuerdo un año de sequía que no llegaba el agua de riego. Se murió todo el melonar, menos media docena de matas que yo salve regándolas con un bote de tomate. El agua la sacaba de un hoyo que había hecho en un sequiol seco. Los melones de esas matas reventaban como las granadas maduras y se les veía expulsar el azúcar. El sabor era d’arrop i tallaetes.

    Adjunto la fotografía de un melón en el que se pueden ver las manchas de verde oscuro, del melón de piel de sapo, las ranuras del de cordonet y los puntos verdes y amarillos propios del piñonet, es decir, un hibrido de melón actual.

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