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Por Roberto Ruiz - Área de Fiestas de EU Valencia
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La Semana Santa Marinera está amenazada por la prolongación de Blasco Ibáñez

    La Semana Santa Marinera es una de las principales señas de identidad de los Poblados Marítimos de Valencia (Cabanyal, Canyamelar, Grau). Su origen se debe a la voluntad de engrandecer los barrios que representa, afirmando unos rasgos colectivos con los que identificarse.

    La Semana Santa Marinera aparece como un indicador de diferencias locales, diferencias, que como su diferente trama urbana, están en peligro de desaparecer por unas políticas urbanísticas de claro interés especulativo.

    El valor patrimonial inmaterial de La Semana Santa Marinera es incalculable para la ciudad de Valencia. Las características concretas de sus celebraciones y sus orígenes, le otorgan unas señas de identidad únicas que merecen ser preservadas y protegidas. Un ejemplo son los personajes bíblicos vivientes, una muestra de la práctica popular de origen medieval de representar escenas de la pasión y otras manifestaciones teatrales.

    Podemos afirmar que desde sus orígenes, la Semana Santa Marinera de Valencia ha tenido intrínseco un carácter transgresor. Sin lugar a dudas, fueron las clases populares del Cabanyal-Canyamelar-Grau, las protagonistas de las fiestas desde sus inicios.

    La historia de la Semana Santa Marinera es también una historia singular. Si tenemos que estudiar los orígenes de esta festividad nos encontramos con la leyenda que atribuiría al fraile dominico Vicente Ferrer (San Vicente) la fundación de la fiesta en el siglo XIV.

    Pero sin duda y siguiendo los pocos datos documentales, podemos situar el comienzo de la fiesta entre finales del siglo XVIII y principio del XIX, justo con los inicios de la modernidad. Curiosamente, Las antiguas cofradías reflejaban el orden social jerárquico del Antiguo Régimen, mientras que las que nacerían en los Poblados Marítimos de Valencia serían simples asociaciones religiosas de individuos.

    Poco a poco, con la entrada de los años 20 del siglo pasado, las festividades propias del Marítimo hacen un cambio cualitativo y cuantitativo. Las antiguas formas de religiosidad comunitaria se mezclan con otras formas propias de la modernidad, como la preocupación por la estética. Crece el número de cofradías y empiezan a ser enfocadas como atracción turística por parte del ayuntamiento.

    La fiesta se nutre de una población que en estos momentos pasa mayoritariamente de marinera a obrera, con la fundación de los astilleros La Unión Naval de Levante.

    Es innegable el avanzado proceso de secularización de la fiesta. Muestra de esto son los esfuerzos para mantenerla viva por parte de organizaciones plenamente laicas.

    Con la proclamación de la II República, y a pesar de la afiliación republicana de muchos de sus impulsores, la fiesta fue prohibida por chocar sus características externas con la política laicista del periodo republicano.

    La Semana Santa Marinera pasó la dura etapa de la posguerra, la crisis de los 70 y el resurgimiento de los 80, manteniéndose intacta la característica cohesionadora de la identidad de un colectivo, el de los Poblados Marítimos.

    La Semana Santa Marinera es la segunda fiesta de la ciudad de Valencia y su evolución y permanencia en el tiempo está completamente ligada a los colectivos que la hacen posible. Colectivos que la enriquecen humana y culturalmente.

    Cofradías, hermandades, corporaciones, bandas de música y bandas de cornetas y tambores han hecho posible con su trabajo, que este patrimonio continúe inalterado, a la vez que se enriquece en el tiempo.

    En estos colectivos, se destaca desde siempre la presencia femenina, antiguamente ligada a los personajes bíblicos y desde los años 80 al resto de miembros. La presencia de la mujer está en la calle, pero también en las juntas directivas, pudiéndose afirmar que la igualdad de género es casi un hecho en las celebraciones de la Semana Santa Marinera.

    La importancia que la Semana Santa tiene para la ciudad de Valencia y para los Poblados Marítimos, va más allá del hecho patrimonial. Constituye todo un nexo de los barrios marineros con el resto de la ciudad.

    Dos semanas al año, los barrios maltratados por la especulación, se vuelven protagonistas absolutos de la ciudad y miles de valencianos se desplazan para contemplar las celebraciones. Y al mismo tiempo que las contemplan, toman conciencia del barrio, de su riqueza cultural y arquitectónica y de su realidad desvastada.

    Fue en los 90 del siglo XX cuando las primeras ejecuciones del plan de prolongación de la avenida Blasco Ibáñez, ponen la Semana Santa seriamente en peligro como consecuencia de la amenaza de destrucción del entramado urbano del cual es originaria.

    La permanencia de estas celebraciones, parte fundamental de nuestro patrimonio, está actualmente amenazada por el Plan de Prolongación de Blasco Ibáñez.

    La degradación y la marginalidad que avanzan por las calles del Cabanyal-Canyamelar han hecho que se tengan que modificar los recorridos históricos de las procesiones. La recuperación de estas celebraciones pasa por la rehabilitación total del barrio, suspendiendo el Plan de Prolongación.

    Solamente así, se podrá evitar su desaparición. EUPV luchará para frenar la degradación del patrimonio y sus consecuencias para la Semana Santa. EUPV también da las gracias a las personas y colectivos que mantienen viva la Semana Santa Marinera, por su contribución a la protección y perpetuación de una de las joyas del patrimonio cultural inmaterial de la ciudad de Valencia.

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