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Por Miguel Bataller
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Etarras y el cártel de Medellín

    A veces situaciones especiales en momentos determinados, te hacen recordar y vivir desde la perspectiva del tiempo trascurrido y de tus propias vivencias, unos análisis muy esclarecedores.

    A quien lea sólo el encabezamiento de mi columna, le costará entender de qué trata.

    Si llegan a leerla toda, comprenderán las razones de la misma.

    En las últimas semanas los medios de difusión se han encargado de recordarnos una vez más la fragilidad de nuestro sistema judicial, que libera a asesinos múltiples convictos y confesos de la banda etarra un día amparándose en unos preceptos legales que se nos hacen incomprensibles a los ciudadanos, para poner en marcha a todo el aparato policial pocas horas después para tratar de volver a encarcelarlo, cuando “el pájaro ya ha volado” y resulta baldío el esfuerzo, en base a otra consideración judicial que invalida la anterior.

    Es decir una parte del sistema judicial libera a asesinos basándose en criterios incomprensibles y al parecer irracionales, mientras compañeros del mismo sistema tratan de recomponer la legalidad subvertida al poco tiempo, pero esa descoordinación tiene el efecto determinante de permitir la libertad de quienes nunca debieron disfrutarla., antes de cubrir legalmente todos los plazos exigibles.

    Y como muestra un botón, que se ha producido en el curso de esta semana, el de Valentín Lasarte, asesino múltiple entre otros muchos de Gregorio Ordóñez , cuya hermana se queja amargamente de que esta bestia humanoide salga en libertad con todos los beneficios de la Vía Nanclares, cuando él mismo le reconoció en encuentros entre ellos dos en la cárcel, que nunca la solicitó ni firmó ningún papel en ese sentido, y como él todos los que le han precedido como el “Tabernero de Venezuela”, de Juana Chao y muchos más que no merece la pena enumerar.

    ¿Por qué la Democracia española se ha dejado sojuzgar y dominar de ese modo, denigrándose ante unos asesinos inmisericordes que teóricamente, solo buscaban la independencia de las Provincias Vascongadas y Navarra?

    Si yo tuviera que darles la respuesta, sólo me caben dos, una real y otra justificativa:

    1) La cobardía de nuestros Gobiernos de Zapatero y Rajoy la primera.

    2) Acabar con el derramamiento de sangre inocente de los españoles la segunda.

    Pero tanto en un caso como en el otro, se han dejado ganar la partida por los asesinos terroristas, que ahora ya están presentes en muchas de las Administraciones de nuestro Estado, controlando muchos millones de euros de sus presupuestos.

    Como español, me siento avergonzado tanto de lo que hizo Zapatero, como de lo que no ha hecho Rajoy después, es decir rectificar la política antiterrorista, devolviéndola al punto en que la dejó tan efectivamente Aznar, que les tuvo prácticamente inactivos y rendidos en los últimos meses de su segunda legislatura.

    El causante de esta situación fue un Zapatero lamentable, pero tampoco Rajoy ha querido hacer nada para modificar los errores de su antecesor.

    Y una vez explicada la vertiente etarra paso a explicarles el segundo caso más flagrante de rendición en momentos determinados de una Democracia a un grupo de delincuentes y terroristas, que también tuvieron a su país en vilo en la misma época y que ha servido de ejemplos a muchos movimientos posteriores que a la vista de lo conseguido por unos y otros han tomado el mismo camino.

    Me refiero a COLOMBIA y al CARTEL DE MEDELLLIN.

    Entre 1980 y 1993, Pablo Escobar Gaviria y su cártel de traficantes de cocaína, le declararon a las altas Magistraturas de su País, una guerra muy parecida a la que nos declaró la ETA a los españoles, aunque por razones bien distintas.

    Como la cocaína era exportada y vendida en EEUU y se convirtió en la principal lacra para los ciudadanos norteamericanos, la DEA (Drug Enforcement Administration o Fuerzas de la Administración contra la Droga, norteamericana) les declaro una guerra abierta a los cárteles de Medellín y de Cali, y exigió a los sucesivos Gobiernos colombianos una Ley de Extradición a los Estados Unidos de las principales figuras de dicha organización de fabricación y distribución de la droga, con el pleno apoyo de los Presidentes norteamericanos, de su Congreso y de su Senado para ser juzgados y condenados de acuerdo con las leyes norteamericanas.

    Y con esa Ley, nace en toda Colombia una guerra abierta entre los criminales asesinos de la droga y el propio Estado, que en la mayoría de los casos y hasta el exterminio de Pablo Escobar, ganaron los delincuentes al tener infiltrados hasta la médula todos los cuerpos de seguridad e incluso judiciales colombianos, con lo que siempre se anticipaban a las decisiones gubernamentales.

    Sus recursos económicos eran inimaginables, y se invertían en comprar a todo lo que se movía en Colombia, desde los mas insignificantes sicarios que asesinaban indiscriminadamente por 20 dólares a quien se les dijera, hasta altos cargos policiales y judiciales de Antioquia e incluso de Bogotá, para garantizarse su inmunidad.

    Por eso contaba con el favor popular en Medellín ( segunda ciudad colombiana) y en toda su región, llegando a asesinar a personas destinadas a la Presidencia del Gobierno por declararles una Guerra Abierta en su campaña electoral (Galán , Pissano y alguno más cuyo nombre no recuerdo)) a varios máximos responsables del Ejército y de la Policía Nacional, a aquellos congresistas, senadores o miembros del Gobierno que defendían a capa y espada la Ley de Extradición, amenazando a todo el mundo a través de lo que ellos mismos denominaban LOS EXTRADITABLES e incluso volando repetidamente las instalaciones de EL ESPECTADOR un periódico que se atrevió a apoyar valientemente la Ley de Extradición y asesinando a su propietario.

    Fueron unos años, en los que Escobar y su gente tuvieron atemorizado a todo el país, llegando a volar un avión de línea regular de pasajeros de AVIANCA en vuelo de Bogota a Cali, y a pagar a los sicarios dos mil dólares por cabeza de policía nacional asesinado, y cinco mil si pertenecía a las Fuerzas de Élite que se crearon para acabar con el Cártel., e incluso cien mil dólares por asesinar al responsable de las Fuerzas de Élite destinadas sólo a acabar con los Extraditables de Pablo Escobar.

    Acabó por conseguir la anulación de la Ley de Extradición, por lo que fue juzgado y encarcelado en Colombia tal como él quería ya que consideraba que podría comprar a todos los jueces y políticos.

    En 1992 consiguió escapar de la cárcel y durante 17 meses tuvo en jaque a todas las Fuerzas de Seguridad del Estado, a las que había neutralizado con anterioridad, pero que ahora ya no le dieron cuartel, y a primeros de Diciembre de 1993, cayó abatido en un tiroteo y con él desapareció la persona que mas daño le había causado a Colombia, ya que sus secuaces colocaron mas de 250 bombas en masacres indiscriminadas, en las que murieron alrededor de 1,200 civiles inocentes, mando asesinar a través de sus secuaces o sicarios a mas de 650 policías y militares, además de las múltiples victimas causadas entre su propio ejercito y el del Gobierno de Colombia.

    La diferencia entre España y Colombia, radica en que allí la estructura piramidal del poder de Pablo Escobar, hizo que al matarle y descabezar su organización, prácticamente se acabó el problema en Antioquia y por extensión en toda Colombia, aunque es posible que subsista en una escala muy distinta el Cártel de Cali, y sin enfrentarse abiertamente al Estado, después de ver como terminó el experimento en Medellín, e incluso las Guerrillas que viven a sus anchas en las zonas selváticas.

    Aquí los asesinos y terroristas parecen haberle ganado la batalla al Gobierno, porque aquellos entre los etarras que no tenían las manos manchadas de sangre, ya están presentes en todas las Instituciones Vascas del Estado e incluso en las españolas, y los que mataron a mansalva y tenían penas de cientos o miles de años sobre sus espaldas, van saliendo de las cárceles uno tras otro, para mayor oprobio y vergüenza de todos los españoles, que ve, como nuestros Gobiernos se han rendido a quienes nunca debieron hacerlo.

    ¿Qué AUTORIDAD MORAL, les queda ahora?

    Y encima la nueva fuerza política emergente PODEMOS, no pierde ocasión a aproximarse a los terroristas y de justificar lo injustificable.

    Yo que viví de cerca durante aquellos años las masacres colombianas durante mis viajes comerciales a Colombia, me alegré enormemente de la exterminación de Pablo Escobar.

    Casi tanto como lamento ahora los posicionamientos de nuestros últimos Gobiernos, que en vez de acorralarles y extinguirles, tratan de reincorporarles a la vida pública, olvidando que “LA CABRA TIRA AL MONTE” y que antes o después podrán volver a plantearles exigencias inaceptables, y volverán a hacer demostraciones de su capacidad criminal si es necesario.

    “EL MEJOR TERRORISTA, ES EL QUE ESTA ENCARCELADO Ó YACE EN SU TUMBA“

    Solo en esas condiciones deja de ser un peligro para la sociedad y para la democracia.

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    comentarios 4 comentarios
    miguel bataller
    miguel bataller
    22/03/2015 07:03
    A Vicent Bosch i Paus

    No pongo en duda lo que usted me comenta, porque lo desconozco. Pero si le puedo asegurar que en los tiempos de máxima tensión la confrontación entre el Estado Colombiano y los narcotraficantes de los Cárteles de Medellín y de Cali, tuvo una pujanza enorme la Guerrilla de las zonas selváticas que se aliaba alternativamente con el Gobierno para perseguir a los narcotraficantes y a veces era el sustento militar de los narcotraficantes en sus golpes terroristas urbanos a lo largo del país, y de hecho ellos fueron los continuadores de la lacra del narcotráfico contando según se supo entonces con la logística del Cartel de Cali, que tuvo una pujanza inédita con la desaparicion de Pablo Escobar y sus sicarios y secuaces. Y muy probablemente en los asesinatos de toda la gente que usted apunta, como ocurría entonces, tengan mucho que ver unos u otros para desprestigiar al Estado o a los Gobiernos colombianos, que desconcertados hayan tomado represalias contra gente responsable para ellos.

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