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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Una sociedad enferma

    A mediados de la semana pasada, tuvimos que ver en casi todas la televisiones españolas en horarios de noticieros, algo que a mi personalmente me produjo una tristeza profunda.

    Se nos mostró con una nitidez conmovedora, como una chiquilla de apenas trece años, se ensañaba con otra compañera de colegio, dos años mayor, pero con un aspecto físico muy frágil, pateándola, ensañándose cruelmente en un castigo físico irracional mientras la tenia tumbada en el suelo, y sacudiendo su cabeza contra el suelo con riesgo evidente de desnucarla o causarle daños cerebrales irreversibles.

    Pero siendo muy lamentable el salvajismo de la menor, no eran menos patéticas las voces de sus compañeros de clase, tratando de disuadirla “porque había gente mirando”

    mientras ellos grababan la escena con sus móviles, para luego subirlas a las redes sociales.

    Ni uno sólo de ellos movió un dedo por separar a la enloquecida salvaje, ni se apiadó de una victima, que quizás nunca llegue a darse cuenta de lo cerca que estuvo de un final dramático.

    Y si vergonzosas fueron las actitudes de la agresora y de sus acompañantes, más imperdonables lo fueron, las de las personas adultas que desde un bar cercano contemplaban impertérritos los hechos, sin intervenir.

    ¿Qué tipo de sociedad hemos creado?

    ¿Cómo se entiende en pleno siglo XXI una actitud tan pasiva y contemplativa ante tamaña barbaridad?

    ¿Por qué nadie fue capaz de intervenir y separar a la agresora de la agredida reconviniéndole su conducta?

    Por lo visto los hechos no discurrieron en el interior del colegio, sino en su proximidad, pero era conocida la agresividad y destemplanza de la agresora, y nadie había tomado la menor precaución, para evitar su crueldad o al menos controlarla.

    Y por lo visto hasta sus propios compañeros, no tuvieron el valor de frenarla e inmovilizarla, siendo varios, para que no siguiera.

    La madre de la agresora (de etnia gitana, como la niña) salió a disculparse ante los medios de difusión en nombre de su hija, pidiendo que encerraran a su hija si era necesario, para evitar que se repitieran incidentes como ese, aunque por lo visto ya los había vivido con menor virulencia en otros colegios anteriormente, de donde había sido expulsada.

    A modo de justificación, explicó que pocos días antes, su hija había ido a casa con el cuerpo también magullado tras un encuentro de una banda de pandilleros considerados “Latin Kings”, comentando que según su hija la agredida pertenecía a ese grupo.

    Puede que sea cierto o simplemente una argumento de autodefensa, pero lo indudable es que estamos construyendo o tolerando una sociedad enfermiza, tolerante e indolente ante todas estas actitudes, y por ese camino no vamos a llegar a ningún destino deseable.

    Empezamos por fallar los padres, la cadena de los errores se sigue en los centro de enseñanza, donde el profesor decepcionado y desmotivado por la falta de apoyo de los padres se desentiende, y se limita a asistir a clase (cuando no está de baja por razones sicológicas) ante su incapacidad para controlar y educar a esas hordas desmadradas.

    Fallan los poderes públicos, incapaces de legislar sensatamente unas normas de obligado cumplimiento, tanto dentro como en el entorno próximo de los centros escolares.

    Y como consecuencia de toda esa cadena de errores, estamos asistiendo a la aparición de una pubertad violenta, libertina, agresiva e incontenible, que sin duda acabará imponiendo sus pautas de conducta, si entre todos no nos ponemos manos a la obra para acabar con su falta de moral y de valores éticos.

    Nuestros políticos, viven mucho más pendientes de sus propias confrontaciones partidistas, que de solucionar temas tan candentes y trascendentes como el que presento.

    Y por eso el deterioro moral de nuestros jóvenes (rodeados de familias desestructuradas, de un paro creciente, de unos políticos que se encuentran inmersos en un mar de corrupciones económicas indudables) les convierte a ellos mismos en víctimas propiciatorias de un sistema, que prefiere ignorarles y olvidarse de ellos, antes de tomar todas las medidas pertinentes, para inculcarles los valores que tan importantes fueron para las personas de mi generación, y que hoy parecen propios del Paleolítico.

    TODOS ACABAREMOS SIENDO VICTIMAS DE ESA SOCIEDAD ENFERMA.

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    comentarios 3 comentarios
    JPE
    JPE
    11/03/2014 09:03
    Ahora pasa de otra forma

    Ciertamente ha ocurrido siempre, pero en estos tiempos ( aunque no se si este tambien era en este caso) hay algunos que provocan la trastada para mostrar ante todos su "heroicidad". Creen sentirse heroes cuando viOlan y lo graban, cuando conducen desde el asiento del lado del volante, cuando propinan una paliza, cuando montan una orgía, cuando... Por suerte aveces la policia se sirve de esos videos para detenerlos. En lugar de detenerlos deberian obligarles como sancion a pagarse un psiquiatra.

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