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Valencià
Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

El canto el garrofejar

    Decía el viejo poeta, que en Alcora había caminos de olían a espliego y cruzaban algarrobales, campos de viña y barrancos, pinos, almendros y olivares. Era Don Eduardo Soler Estruch, profesor de matemáticas y poeta entre otros menesteres, imagen viva de la cultura enciclopedista de la época. Vivió y murió en Carcaixent (Valencia), en plena comarca de la Ribera, por donde los naranjales se alzan ufanos y que un día fueron una mina de oro. El cultivo de este portentoso y delicioso cítrico, es recomendado por sus propiedades salutíferas y gastronómicas, pero que nadie valora en su justo precio. Por lo que la nueva peste del yermo secarral, invade ya las planicies regadas del otrora portentoso naranjal de Castellón, Burriana, Vila real, Nules, etc. Y para colmo, alguien va haciendo hogueritas con el pasto seco, amedrentando al personal.

    Soleriestruch, escribía su visión del campo alcorense a medidos de los años cincuenta del pasado siglo, cuando anduvo por estas tierras del secano castellonense, en plan erudito y lírico, cuando sus ojos acostumbrados al monótono y alfombrado verdor del naranjal, se extasiaba con las múltiples tonalidades de nuestros bancales serranos, cuidados con excelso mimo por esos años, de la todavía economía agrícola. Así pues, los grandes algarrobos se asentaban por las planicies con su umbrosa monumentalidad, mientras sus frutos ennegrecidos se cosechaban en cantidad y calidad, siendo esta población una de las mayores productoras. Tal era su empeño, que las cuadrillas cosecheras se enardecían en sana competencia, cantando coplas al laboreo con las letras más señeras y pintureras que uno pudiera imaginarse. Sí amigo lector, has leído bien, CANTABAN AL TRABAJO. Y dicho canto ha resultado con los años, un santo y seña del folklore local, como lo son las seguidillas, la jota y el fandango, o la misma Albà.

    Ahora que el trabajo escasea, y que el azulejo al igual que la naranja, han perdido el lustre que daba bienestar a estas tierras. Uno se viste de melancolía otoñal, cuando ve las algarrobas sin recoger, pisoteadas y despreciadas por cualquier camino rural; los árboles muriéndose de enfermedad y abandono, propiciatorias víctimas de la motosierra criminal este próximo invierno. Pues como decía, uno va observando desde su lejanía mental con primas de riesgo y otros crucigramas europeos, cómo es posible que lo que otrora diera pan y trabajo, ahora se ignora olímpicamente. Y si no será una cruel paradoja o un aviso a navegantes, de que nada de lo que fue será. ¿Correrán esa suerte el azulejo y la naranja?. Vaya usted a saber. Pero lo que es cierto es que aún no ha salido ningún intelectual, o ecologista serio, o romántico, o artista, o entidad rural, o quien sea…que se le haya ocurrido abanderar una cruzada para salvar a este árbol madre. Madre de sombras, de trabajo y de pan. Madre de cultura, de paisaje y de identidad. Con el olivo lo han hecho, con la mísera garrofera, no. Hasta en botánica hay clases.

    En este momento de penuria general, debe ser que no hay trabajo, ni canto al uso que lo resista. Decía un amigo mío, ilustrado y preocupado por la actual situación económica local y comarcal, muy en la mística boyante de catedrático barero, que en el azulejo ya no cabemos todos. Que hay que diversificar o emigrar. ¿Emigrar sin idiomas ni preparación, con raíces profundas y ataduras familiares? ¿Pero si esta tierra siempre ha sido de promisión?. Todo el mundo aboga por el turismo, que dicho sea de paso es la mayor industria nacional, y con razón. El mecanismo para adecuarla a nuestro entorno no es fácil, pero no imposible. Faltan mentes lúcidas y políticos honrados, con visión a largo plazo y vacunados contra el sectarismo aldeano.

    Tenemos la denostada agricultura, la de la naranja mal pagada y de la algarroba despreciada, la de los higos pudriéndose en cualquier campo. La del olivo mediterráneo con aceite medicinal mal comercializado y apenas promocionado. La de los frutos secos de excelente calidad y sin vías de comercialización. La de la ganadería y sus derivados con denominación de origen. La explotación forestal y limpieza de montes inexistente, pero crucial para su conservación y que hacen accesibles los bosques a amantes de la naturaleza. La industria de la caza y la pesca bien gestionada. ¿¿¿???.

    Pues sí, si lo piensas un poco, el Canto del Garrofejar sacado del contexto y manoseo sentimental, es un aldabonazo para despejar neuras y abrir la mente al pensamiento útil. Fue un cantar al trabajo, cuando se cantaba trabajando y todos eran más felices con menos. Será que a lo mejor, toca rebajar el listón de muchas cosas a las que nos habíamos acostumbrado, y no nos podíamos permitir. Que volver la mirada a la vida de nuestros abuelos no es tan malo, si se adaptan sus valiosas enseñanzas al mundo actual. Y que el despilfarro material y moral nos han traído la perdición, ahí está la prueba de, adónde nos han llevado aquellas ilusas pretensiones de nuevos ricos.

    “Plegadores de garrofes…plegadores de garrofes…ja podeu alçar banderaaa…la cuadrillad de don Paco, porte la llista en la trenaaaaaaaaaa!!!!.”

    ¿Quien se pone el primero a la fila ? ¿Hey, hay alguien ahí ?.

     

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