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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

¿Y de lo mío… qué?

    Me he quedado pasmado de los testimonios de algunos cruceristas del Costa Concordia, histéricos y desolados ante el medio naufragio del buque hotel, en la costa siciliana. Mientras el capitán Schettino que rima con cretino, estaba de sobeos con una rubia moldava de muy buen ver, se consumaba la tragedia y el menda, pone en marcha el código ético de supervivencia marítima, pero al revés. En vez de las mujeres y los niños primero, el capitán cretino, es el primero que sale cagando leches. Como siempre la realidad supera a la ficción, una vez más.

    De esta historia, que sería de chiste de Gila, a no ser por las víctimas mortales y desaparecidos; podemos sacar jugosas conclusiones. La primera y por si alguien aún no se ha enterado, es que en este mundo cruel estamos de paso. La segunda, es que no hay nada seguro, aunque te lo vendan en edulcorados pasquines a color, un lujoso hotel flotante con cinco restaurantes, spa, jacucci, piscina y cocoteros incluidos. El mar es la mar de borde, y de vez en cuando le da por moverse, y a algunos con gorra de plato, uniforme y entorchado en la bocamanga de la americana, les apetece saludar por estribor y con la manita, a la familia que está al borde de un acantilado borde, esperando que pase el buque con un pueblo entero dentro, incluido el capitán Schettino. Así que un crucero feliz, se convierte en la aventura del Poseidón en versión ligt, aunque jamás comparada con el Titánic, que aquello si fue un drama y epopeya al unísono. Con auténticos actos de heroísmo, un capitán aguantando el timón del drama hasta el fin y los músicos, tocando estoicamente su última sinfonía a los peces de aquellas frías aguas. Quien compare los dos hechos es un imbécil sin remedio.

    Los seres humanos siempre pensamos que las desgracias les van a pasar al de enfrente. Y las cosas se ven con cierta lejanía. Y mientras no te toca, te creces en seguridad y aplomo hasta hacerte invencible, cuando no, inmortal. Pero la vida es muy perra, y hay enfermedades horribles, accidentes de coches, se hunden barcos, se caen aviones y descarrilan trenes. Eso si no te vas de vacaciones a donde no es aconsejable ir, te montas una ONG guay de ruta solidaria donde no debes, y te secuestran cuatro andrajosos con oxidados kalasnikov, marcándote la psique de por vida, y si papá estado paga la mordida, puedes salvar el pellejo, regresar como un héroe, escribir un libro de tus peripecias andantes, y acudir a un reality show de TV a llorar las penas.

    A fuerza de poner algodones a todo, a fuerza de no usar bragas, hasta las costuras hacen llagas. El drama del paro con 5,4 millones de almas en el limbo, una crisis económica que no acaba de remitir sino que va a más, la recesión de caballo que no vio ni quiso ver Zapatero, está desangrando los espíritus más indómitos, y aniquilando a los pusilánimes. Éste, si que es un auténtico Titánic sin iceberg. Mientras iban cayendo empresas familiares, pequeños autónomos allá por el 2007-2008, muchos se frotaban las manos regodeándose de lo fácil que resultaba librarse de la competencia. Pensando que jamás les iba a tocar a ellos, o nunca llegarían las aguas a su confortable camarote.

    La seguridad imperante mezclada con necedad incubada, era incapaz de discernir que cada empresa que cierra manda trabajadores al paro, no paga impuestos y a su alrededor todo es ruina y miseria. Y una sociedad del bienestar como la que nos ocupa, no puede sostenerse sin los paganos que crean riqueza y con ello sostienen a todos los demás. Fundido el sistema productivo por muchas causas, que dejamos para otra ocasión, el sistema se hunde, porque ya no quedan paganos para aguantar lo inaguantable. O mejor dicho, los pocos paganos que quedan, no pueden sostener la carga impositiva para mantener a los no productivos. Aclaro que los no productivos no significa que no trabajen, ni desempeñen una loable función, simplemente no crean ni generan riqueza. La mayoría de los creadores de riqueza ya son comida de peces.

    Y va subiendo el nivel del naufragio a los camarotes de primera clase, y estos se preguntan ahora, ¿Y de lo mío… qué?. El barco se hunde, no hay botes salvavidas para todos y el viaje toca a su fin. Seguramente nadie esperaba al iceberg asesino, o este Titánic era tan perfecto que jamás podría hundirse. Pero tenía un capitán como Schettino pero de León, que ni vio el iceberg ni hizo nada por evitarlo. Dio barra libre en el bar, convidó gratis a la carta, puso a los músicos a tocar para bailar y jalear al personal, ajeno a la tragedia; seguía alegrando a la concurrencia con sus gracietas. De capitán a supervisor de nubes.

    Pero como a Humphrey Bogart en el Caine, se le amotinó el pasaje demasiado tarde, el barco se hunde y toca remar hasta con la vajilla de Sevres, si hace falta. Llevamos así cuatro años de hundimiento, de agonía, de espanto y algunos aún no se habían enterado hasta hoy. Y siguen preguntando: ¿Y de lo mío …qué?.

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    comentarios 2 comentarios
    Vicent Bosch i Paús
    Vicent Bosch i Paús
    28/01/2012 07:01
    Per tot arreu.

    Quien quiera meditar que lo haga: Si el poder político pedía a la mafia puestos en el gobierno ¿Quien mandaba realmente en nuestra Comunidad? De J.P. Enrique del 27/01/2012

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